El Gobierno cierra filas

Milei sostiene a Bullrich ante las críticas por el fotógrafo herido de gravedad y cree que gana apoyos con la mano dura

En la Casa Rosada no hay dudas. Desde la cúpula del oficialismo, la represión a la marcha de los jubilados e hinchas de clubes de fútbol fue vista no como un problema, sino como una demostración de fuerza. “Para nosotros esto es ganancia pura en términos políticos”, dice, sin titubeos, un funcionario clave del gobierno de Javier Milei. La frase, soltada en la intimidad de Balcarce 50, sintetiza la línea oficial: el enorme operativo de seguridad en la plaza del Congreso fue un mensaje y, lejos de generar un costo, reforzaría la identidad de La Libertad Avanza.  

El Presidente no estaba ajeno a lo que ocurría en la calle. “Milei estaba al tanto de todo lo que pasaba”, aseguró a elDiarioAR una fuente con acceso directo al despacho presidencial. Y añadió que en las filas oficialistas ya contaban con “informes” que anticipaban que la manifestación, convocada en principio por organizaciones de jubilados contra la licuación de sus haberes, sería infiltrada por sectores más duros. “Ya sabíamos lo que iba a pasar. Teníamos la información”, se jactaron, misteriosos.  

Es que la decisión de intervenir con dureza no se tomó en el momento. Fue premeditada. “Nosotros no somos Macri. No somos flojitos”, dijeron en el Gobierno, en un intento de diferenciarse del expresidente, a quien acusan en privado de haber sido demasiado blando en la gestión del conflicto callejero. “Él dejó que tiren 14 toneladas de piedras, nosotros no”, sentenció un alto funcionario. La referencia es a la violenta represión de diciembre de 2017 en medio de las protestas contra la reforma previsional. En aquella oportunidad, la Casa Rosada se vio desbordada por la resistencia en la calle y las imágenes de policías ensangrentados se convirtieron en un símbolo de debilidad del entonces oficialismo.  

Esta vez el cálculo político de la administración Milei se topó con una grieta imprevista: Pablo Grillo, un fotógrafo independiente de 34 años, pelea por su vida tras recibir el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza. Fue operado de urgencia y su pronóstico es crítico. La noticia provocó un temblor en el Gobierno, que en un primer momento intentó minimizar el hecho vinculándolo con la militancia política del reportero gráfico. “Tiene vínculos con La Cámpora”, lanzó este miércoles por la noche la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en LN+, señalando a la municipalidad de Lanús como su presunto empleador. Sin embargo, el intendente Julián Álvarez salió a desmentirlo.  

La estrategia oficialista de deslegitimar a los manifestantes tropezó con la crudeza de los hechos. La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra) salió con un comunicado contundente: “Su vida corre peligro porque no hubo ni un solo resorte político, institucional o judicial que le pusiera freno a la impericia asesina y demagógica”. Pidieron la inmediata renuncia de Bullrich y la responsabilizaron penalmente.

En un principio, la respuesta del Gobierno fue evasiva en boca del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien se limitó a decir que se trató de “un accidente no previsto”. En declaraciones a Radio Mitre, intentó relativizar el hecho: “La Policía no le tira a una persona un gas, tira para que caiga y genere la salida de los revoltosos. A veces puede pasar que una situación genere un accidente lamentable. Ojalá que se pueda generar la recuperación de la persona herida”.

Por su parte, a diferencia de su compañero de gabinete, Bullrich justificó la represión sin matices y reforzó el discurso de que la responsabilidad recae en los manifestantes. “Es consecuencia de los que generan violencia y que van a tener como respuesta la represión del Estado”, sostuvo la ministra, dejando en claro que el Ejecutivo no piensa retroceder en su política de seguridad.

Lejos de mostrarse preocupada por las consecuencias del operativo, Bullrich también se refirió a otro de los episodios más simbólicos de la jornada: la imagen de una jubilada siendo empujada violentamente por un policía. Para la ministra, el agente actuó en defensa propia. “La señora golpeó en reiteradas oportunidades al policía, le dio cinco o seis golpes”, afirmó, en un intento por justificar la brutalidad de la escena. En el oficialismo, el concepto es claro: el Estado no se disculpa, se impone.

Bullrich es la principal apuntada por lo sucedido. Sin embargo, a pesar de las críticas y los pedidos de renuncia, la ministra sigue siendo una de las grandes favoritas del Presidente. “Milei la recontra apoya”, confirman en Casa Rosada. No hay margen para recular. Aunque la imagen del fotógrafo herido empieza a generar costos en la opinión pública, en el Gobierno apuestan a que el escándalo se diluya en los próximos días. Para los libertarios, la clave es no ceder: la firmeza es su carta de presentación y cualquier atisbo de debilidad sería castigado por su propio electorado.  

La conmoción por el caso de Pablo Grillo contrasta con la retórica del Gobierno. “Van a buscar muertos”, deslizó una fuente de alto rango en Balcarce 50 a elDiarioAR. En la Casa Rosada creen que lo ocurrido es parte de una estrategia deliberada de la oposición para desgastar al oficialismo. “Había muy pocos manifestantes”, minimiza otro funcionario, insistiendo en la teoría de que la marcha estuvo infiltrada. “¿Quién va a querer ir a ese tipo de protestas con barrabravas? La mayoría tiene antecedentes penales, son mercenarios a sueldo de la política”, lanzó.  

Mientras tanto, Milei se prepara para otra imagen: su presencia este viernes en la ExpoAgro, la feria más importante del campo. A las 11:15 de la mañana, en San Nicolás, se mostrará exultante entre productores y empresarios agropecuarios. “El campo es la Argentina productiva, la que trabaja y se esfuerza”, repiten cerca suyo. La postal contrasta con la del Congreso: dos días después de la represión a la protesta de las hinchadas, el Presidente se mostrará entre los sectores que lo ven con buenos ojos.

El episodio deja abierto un interrogante: ¿hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno en su política de orden público? En el círculo íntimo de Milei creen que su electorado no se conmueve con imágenes de represión. Más aún, sostienen que la respuesta dura contra los manifestantes refuerza la identidad de su base. Por ahora, la jugada es clara: redoblar la apuesta, aún en medio de la polémica. Pero, en la terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía, Pablo Grillo aún pelea por su vida.

PL

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