La multinacional Toyota no tiene personal suficiente para producir en su planta de Zárate. El martes pasado, los 5.000 operarios que trabajan en la fábrica ubicada a una hora de la Capital Federal no alcanzaron para cubrir el feriado, una jornada que se paga entre 20 y 22 mil pesos, cuatro veces más que un día laboral simple y que durante muchos años era una oportunidad codiciada entre los empleados. Hoy a nadie le conviene. El Impuesto a las Ganancias, que se queda con la mayor parte de los ingresos extras de los trabajadores de Toyota, explica una posición que no es nueva pero sorprende en un contexto de crisis múltiple. Para Daniel Herrero, el presidente a nivel local de la automotriz de origen japonés, es una dificultad extra porque la demanda de las camionetas 4x4 que produce la fábrica está en pleno crecimiento y supera las metas del plan de producción anual. Según datos del Ministerio de Producción, las automotrices tuvieron en enero un incremento en el nivel de actividad superior al 20% respecto a 2020, la producción llegó a 25.000 unidades y la Toyota Hilux volvió a estar segunda entre los vehículos más vendidos del país.
La parálisis no sólo se advierte en los feriados: también empezó a sentirse los sábados, donde los turnos que se pagan entre dos y tres veces más que una jornada ordinaria debieron suspenderse por lo menos en dos o tres oportunidades.
El proyecto de Sergio Massa para llevar el mínimo no imponible de 75.000 a 150.000 pesos es bien recibido por la conducción del SMATA que encabeza Ricardo Pignanelli. Pero es visto entre la precaución y el escepticismo por los obreros de la fábrica. No todos van a ser beneficiados. Se trata de trabajadores que están entre los que mejor ganan en el marco de una Argentina donde los ingresos se vienen derrumbando desde hace por lo menos tres años. Tienen turnos rotativos de 9 horas de trabajo con 60 minutos para comer. Una semana entran a las 6 de la mañana, almuerzan cuatro horas más tarde y se van a las tres de la tarde. Otra semana entran a las 4 de la tarde y se van a la una de la madrugada.
En una situación similar a la del sector que representa Hugo Moyano, el personal de Toyota es un emblema de los empleados sindicalizados que vienen reclamando desde hace años ser eximidos del pago de Ganancias. Diferencias políticas aparte, el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, el interregno de Mauricio Macri y el primer año de Alberto Fernández están unidos para ellos por una constante que los perjudica a la hora de cobrar el sueldo. En su tiempo de ruptura con el cristinismo, cuando comenzó a incluir el tema como uno de sus ejes de campaña, Massa obtuvo muchos votos en Toyota y hasta Macri ganó adhesiones en 2015, pese a que después no cumplió con su promesa de eliminar el Impuesto que había hecho en un spot de su propaganda presidencial. Mientras el moyanismo sostiene su histórica bandera de que el salario no es ganancia, el gobierno no cayó en 2020 en el tono acusatorio que utilizaba la última CFK en su batalla contra la llamada aristocracia obrera pero tampoco logró resolver el problema que ahora se busca mitigar.
Actualizadas al 1 de enero, las escalas de Toyota arrancan en un salario básico de 73.483 pesos. Es lo que ganan los empleados contratados que tiene entre uno y seis meses de antigüedad. Sin contar horas extras, presentismo y productividad -una de las claves del sistema Toyota- esa base que está constituida por las nuevas generaciones ya está afectada por Ganancias, salvo que se trate de jóvenes casados y con hijos o que alquilen. De acuerdo al convenio entre la empresa y el sindicato, los operarios pueden estar contratados durante dos años y después pasan a ser efectivizados por la empresa. En la otra punta de la pirámide salarial, un Team Leader 3A que tiene personal a cargo gana 146.831 pesos de básico. Con presentismo, productividad y horas extras, van a ser muchos los que sigan pagando incluso si se aprueba el proyecto de Massa.
Entre los empleados de Toyota consultados por elDiarioAR, las historias son infinitas y el enojo con el gobierno de los Fernández existe. La pandemia y la urgencia fiscal llevaron a que el Presidente no adoptara siquiera una de las costumbres que inauguró CFK en el tiempo de su enfrentamiento con Moyano y que Macri repitió en al menos dos oportunidades: la decisión de exceptuar al aguinaldo del pago de Ganancias.
Casado y con más de dos hijos, Martin tiene 45 años y 20 años de antigüedad en la fábrica. Trabaja en el sector de Logística. En diciembre, cuando cobró el aguinaldo, pagó de Ganancias 74.600 pesos. En los últimos meses, su sueldo se vio afectado en una cifra que oscila entre los 14.000 y los 15.000 pesos.
A sus 35 años, Julián tiene 15 años de antigüedad y cumple tareas en el sector de Pintura. Soltero y sin hijos, en el mes del aguinaldo, le retuvieron 60.000 pesos en concepto de Ganancias. De acuerdo al sistema Toyota, su categoría es Team Member 3A y cobra un básico de 115.012. Durante el año de la pandemia, su sueldo se vio reducido todos los meses en alrededor de 30.000 pesos debido al impacto del tributo que ahora Massa se propone reducir.
Pedro tiene 26 años, ingresó a la Toyota hace diez meses. Soltero y sin hijos, trabaja en el sector Soldadura, tiene un básico de casi 84.000 pesos y todavía vive con sus padres. Por Ganancias, su sueldo no llega a 70.000 pesos. Las nuevas generaciones que ingresan a trabajar en la automotriz son las más afectadas. Reciben un ingreso que los distingue en comparación con la mayor parte de los jóvenes de su edad, pero después de un tiempo empiezan a canalizar su enojo por lo que pagan de Ganancias con el gobierno de turno.
A fin de año, Toyota ofreció un premio extraordinario por presentismo para cumplir con la meta de producir durante cinco sábados seguidos: la multinacional pagaba 55.000 pesos adicionales a lo que ya cobra cada empleado por trabajar el fin de semana. Muchos fueron pero el resultado de la experiencia explica las ausencias de hoy. “Nadie cobró un peso. Nos sacaron todo. Yo tenía que cobrar 22.000 pesos porque hice dos sábados y me los sacaron limpitos”, cuenta uno de los afiliados de SMATA.
Para apaciguar el enojo, Toyota volvió en los últimos meses a apelar a un recurso de los años 90: la entrega de vouchers por 15.000 pesos. El Impuesto a las Ganancias termina en un regreso a la informalidad en los sectores más dinámicos de la economía, donde cumplen funciones los trabajadores mejor pagos.