Estados Unidos

The New Yorker publicó un perfil de Javier Milei escrito por el periodista estadounidense Jon Lee Anderson

elDiarioAR

2 de diciembre de 2024 22:03 h

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“¿Quería una selfie? Me la ofrecía Javier Milei, el presidente de Argentina. Muchos de sus seguidores querían una; Internet está llena de fotos de él con fans eufóricos, líderes regionales y compañeros de viaje internacionales como Elon Musk. En su oficina, adoptó su pose habitual, con el rostro inclinado hacia la buena luz, los labios fruncidos y dos alegres pulgares hacia arriba. La postura me resultó molestamente familiar y luego me di cuenta de que recordaba al personaje psicótico Alex de 'La naranja mecánica' de Stanley Kubrick. '¿ Naranja mecánica ?', pregunté. Los ojos de Milei brillaron y asintió, riéndose, y luego amablemente retomó la pose”, así comienza el perfil que el periodista estadounidense Jon Lee Anderson publicó sobre Javier Milei en The New Yorker.

En el texto, Anderson describe al presidente argentino como “un economista libertario dado a provocaciones escandalosas” que “quiere rehacer la nación”, y se pregunta si “podrá sobrevivir a su estrategia de terapia de choque”.

El periodista subraya datos conocidos de Milei, como que lo apodan loco o lo particular de su pelo, pero también hace zoom en intimidades. “Durante mi visita, sus altas ventanas estaban bloqueadas por pesadas cortinas doradas, que estaban cuidadosamente cerradas con alfileres para impedir la entrada de la luz. Al explicar la atmósfera crepuscular, Milei señaló sus ojos y dijo que era fotosensible. Me contó que la tarea de combatir la inflación lo mantenía trabajando desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Sonriendo con tristeza, se dio unas palmaditas en la cabeza y dijo: 'Me están saliendo algunas canas y se me está afinando la parte superior'”, reconstruye.

Según Anderson, prefirió no preguntar por Conan. “Me dijeron que había un tabú en torno al tema”, aclara aunque contó que Milei le compartió que “una vez a la semana se las arreglaba para salir a pasear con sus 'hijos de cuatro patas'”.

Sobre la economía, el periodista apunta: “Cuando lo conocí este otoño, había recortado el gasto público en un treinta por ciento y había comenzado a reducir la inflación. Pero lo había hecho modificando el pacto entre el Estado argentino y sus ciudadanos: recortando los aumentos del costo de vida para los jubilados, la financiación de la educación y los suministros para los comedores populares en los barrios pobres. Según con quién se hablara, la Argentina de Milei era un paraíso terrenal en ciernes o un avión que se precipitaba hacia el suelo”.

“Fuera del trabajo, Milei parece haber llevado una vida solitaria. Al parecer tenía pocos amigos cercanos y pasó una década sin hablar con sus padres. Mariano Fernández, un economista que trabajó con él a partir de 2005, lo recuerda como un solitario; Fernández lo llevó algunas veces a bares, donde Milei, abstemio, pidió jugo. La conversación era generalmente impersonal, centrada en política, perros y, la mayoría de las veces, debates sobre economía”, agrega.

Anderson también dedica algunas líneas a la vicepresidenta Victoria Villarruel, sobre la que dice: “Es una guerrera cultural ultraconservadora, tan interesada en cuestiones sociales como en las económicas. Villarruel menosprecia 'la dictadura de las minorías' y ha enardecido a los defensores de los derechos humanos al instar a reconsiderar la Guerra Sucia. Bajo el gobierno de los Kirchner, el gobierno juzgó y encarceló a cientos de oficiales y funcionarios que participaron en el terrorismo de Estado. Villarruel, hija de un teniente coronel argentino, lleva años pidiendo que se recuerde a las fuerzas armadas como las ”otras víctimas“ del terrorismo”.

El periodista hace una minuciosa descripción de la realidad social argentina. Repasa la situación en barrios de emergencia, consulta economistas y asesores acerca de la figura del Presidente. Indaga sobre las distintas radiografías populares. “Cuando le pregunté a Milei por los jubilados, reaccionó con desdén y culpó a los kirchneristas ”, cuenta y dice que Milei le respondió: “Me parece fabuloso que quieran darle un aumento a los jubilados, pero deben explicarme cómo lo van a financiar”.

El texto continúa la descripción del libertario. Define a un Milei típico y auténtico, alguien que parece no haber abandonado sus formas aún frente a un periodista de uno de sus países preferidos. “Milei siguió hablando acaloradamente durante cinco minutos, escupiendo números. Ni una sola vez expresó simpatía por los jubilados, ni siquiera los reconoció como personas”, dice Anderson.

MM