MALA FAMA, RITMO Y SUSTANCIA

Ahora que el sexo no es tabú, ¿el amor de pareja se metió en el clóset?

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Valeria y Bruno hablan por videollamada. Ella, una escritora exitosa de novelas románticas que vive en Madrid y acaba de cumplir 30 años. Él, un autor de historias de ciencia ficción, padre de una nena, que vive en Asturias. Se conocieron hace poco pero ya tuvieron varios encuentros románticos, eróticos y han compartido intimidad: por ejemplo, él le presentó a su hija. En la videollamada ella está a punto de decirle “Te quiero”, pero no se anima. La mano con la que sostiene el teléfono tiembla y su voz se entrecorta. Arranca la frase “Te quie…” pero recalcula. “¿Te quieres venir conmigo a la fiesta de cumpleaños de Lola?”, dispara y se queda tranquila cuando él le dice que sí, que la va acompañar al festejo de su amiga. Valeria y Bruno son personajes de ficción de la comedia romántica que lleva el nombre de ella, la protagonista, y estrenó su cuarta temporada en Netflix el último 14 de febrero. La dificultad del personaje para expresar sus sentimientos en una serie en la que se habla y se muestran en pantalla escenas explícitas de masturbación femenina, succionadores de clítoris y encuentros sexuales de todo tipo, pinta un contraste epocal. El sexo ya no es más tabú, pero ¿el que se metió en el clóset es el amor? ¿El amor es el nuevo tabú?

“Hemos pasado del tabú del sexo al tabú del amor. Es cada vez más difícil hablar de amor”, responde con contundencia la psicóloga Noelia Benedetto, especialista en sexología, salud mental y terapia de pareja. Ella desarrolla a partir de lo que llega a sus oídos de parte de sus pacientes y consultantes: “Parece que hay nuevos mandatos en los que demostrar interés, afecto o ganas de construir algo es una señal de vulnerabilidad y quien se engancha primero, pierde. En los últimos tiempos ganamos muchas libertades, apertura en los vínculos, pero en ese proceso apareció un nuevo tabú, el del amor. No garpa demostrar demasiado interés, involucrarse emocionalmente”. Y analiza: “Se volvió más metabolizable, aceptable o políticamente correcto decir ‘quiero coger’ que decir ‘te extraño’ o ‘me gustaría verte’. El sexo se volvió un lugar más accesible que el amor porque el amor nos deja en un lugar de mucha exposición emocional y eso se asocia a vulnerabilidad”.

Débora Tajer, psicoanalista, docente e investigadora en los campos de salud mental y los estudios de género, autora de varios libros, coincide: “Decirse enamorado tiene el mismo tabú que tenía antes la sexualidad. Se corrió para allí. Con lo cual muestra que los sujetos posiblemente necesitemos que algo tenga tabú o no sea tan fácilmente accesible”. 

El sexo se volvió un lugar más accesible que el amor porque el amor nos deja en un lugar de mucha exposición emocional y eso se asocia a vulnerabilidad

Para Iván Chausovsky, que también es psicoanalista, lo que está encorsetado, rodeado de prohibiciones y vetos es la sentimentalidad: “Lo que es más tabú es la sentimentalidad, la emocionalidad. Le decís a alguien que sentís algo y te dicen ‘che qué intenso, se va a querer casar conmigo’. Decir un ‘te quiero’ puede arruinar un vínculo. Hay algo de la institución matrimonial que se nos vuelve muy pesado. Los vínculos hoy son más fluidos pero también los seres estamos más fluidos, queremos ir más livianos”. 

Hace algunas semanas la productora y escritora Lorena Alvarez lanzó en X: “El sexo debería volver a ser tabú, los adultos deberían dejar de comportarse como hermanitos mayores de sus hijos y a su vez deberían darle mas responsabilidades y controlar. El mundo pide a gritos límites. Me encantaría dar esta discusión. El mundo adolescente eterno es un drama”. La frase “El sexo debería volver a ser tabú” es una sintagma de la conversación digital para hacer referencia a la privacidad. Esas ideas Alvarez las llevó a un artículo en Revista Panamá en donde se explaya sobre estas ideas. Una frase que es una síntesis del corazón de la nota: “La época parece que pide creer, amar y crecer. La época que pedía libertad en el fondo, tal vez, está pidiendo límites y amor”

“En una época donde no hay vestigios de adultez, donde la generación X y los millennials se comportan como los más jóvenes y donde nadie esta dispuesto a ningún sacrificio, alegando que solo se quiere ser feliz aquí y ahora, nos encontramos en un momento histórico donde la salud mental de muchos está quebrada, las adicciones son moneda corriente y el sexo está tan mercantilizado al punto que el deseo se convirtió en una utopía mientras la tasa de natalidad está cayendo en picada”, escribió. 

Vínculos sin costo pero con muchas ansiedades

“No quiero nada serio”, “No me quiero enganchar”, “Quiero disfrutar sin compromiso”, “Me llamó porque vio que me estaba enganchando y me lo quería advertir”, “¿Para qué me cuenta esto? ¿Quiere que sea su novia?”: son algunas de las frases que se escuchan en los consultorios de los y las psicoanalistas. Quedarse a dormir en la casa de otra persona, compartir un desayuno o tomar la iniciativa para hablar después del encuentro sexual son escenas de la vida íntima cotidiana que pueden convertirse en una bomba a desactivar, pequeños brotes de ansiedad que se diseccionan al infinito en chats de Whatsapp, encuentros y, también, en terapia.  

“En la clínica me encuentro con muchas personas que pueden mantener sexo casual sin problemas pero sienten dificultad e incomodidad en otros momentos de intimidad. El verdadero riesgo está en la intimidad emocional y no en la desnudez o la intimidad física. El sexo se vuelve una forma de contacto segura pero cualquier otra expresión de afecto genera rechazo y también mucha ansiedad”, apunta Noelia Benedetto. 

“Puede haber personas a las que no le interese el compromiso, claro, pero sí hay un temor a la interdependencia y a admitirlo. Cuando ahondamos un poco más, detrás de esas frases categóricas se esconden miedos, inseguridades o incluso deseos que no se animan a ser expresados por miedo al rechazo”, dice la especialista. Y se pregunta: “¿Qué pasaría si una amiga te dice ‘quiero ser tu amiga pero sin compromiso?’”.

Estamos en un estado de precarización vincular porque se pasa de una experiencia a otra sin permitirnos sentir, ni registrar demasiado.

Los últimos diez años estuvieron atravesados por una conversación pública sobre las desigualdades al interior de las parejas y los vínculos. Del cuestionamiento al amor romántico por sus características dañinas de posesión, exclusividad y la pareja como el centro de la vida de las personas pareciera que se pasó a hablar del amor libre sin escalas y rápidamente, sin solución de continuidad, al “Dios, patria y familia” o “Monogamia o bala” otra vez. Sin embargo, en el medio están el desencuentro heterosexual, los nuevos tabúes y mandatos que pesan en busca de lo más liviano y generan incomodidades. 

“Hay personas que disfrutan de las indefiniciones, de los vínculos más fluidos. Pero también hay muchas otras que se sienten muy frustradas o confundidas porque aunque dicen no querer compromisos en el fondo desean vincularse de una manera más profunda. Cuando aparece el deseo, la respuesta es extirpar, marcar distancia, ghostear. Porque parece que admitir que alguien me importa fuese una derrota”, analiza Benedetto. Para ella “estamos en un estado de precarización vincular” porque “se pasa de una experiencia a otra sin permitirnos sentir, ni registrar demasiado. Nos volvemos de teflón para no sufrir, pero esa coraza nos impide disfrutar de los vínculos en su totalidad”.  

¿Cómo salir del laberinto de la “precarización vincular”? 

Chausovsky dice que es pesimista y señala al contexto pero termina aportando ideas porque también cree que “la época nos invita a inventar”. “Es una etapa cruda del capitalismo. Está dificil el mercado del sexo, del amor, pero porque está dificil el mundo, desde lo político, lo personal, las sociedades. Los mismos desarrollos tecnológicos que son maravillosos se nos vuelven en contra. Tenemos nuestra capacidad de atención totalmente vulnerada. Pero siempre está el revés de las sombras y los anticuerpos que nos hace ver otro camino: que se muevan nuestras instituciones no es que se cae un mundo, surgen otros. El desarrollo individual es siempre con otros. Quizás no es mainstream pero la ternura, el gesto, el cuidado, el amor, el tiempo de una charla, tocar una canción, ver crecer una planta, la lentitud, la desconexión de las redes puede ser un antídoto”, dice el autor de “Amar es arder en preguntas”, publicado por Galerna. 

En esa misma línea Noelia Benedetto recuerda algo elemental: “Somos seres sociales y vinculares. Necesitamos la conexión con otras personas”. “Muchas personas vienen a consultarme porque creen que tienen dependencia emocional o apego, porque vieron un vídeo en Tiktok que hablaba de eso, y en realidad lo que tienen no es más que el costo que pagamos por ser seres sociales y vinculares. Hay nuevos mandatos de autosuficiencia absoluta que tenemos que estar solos y que no tenemos que depender de nadie para sentirnos completos. Es cierto que la autonomía y la autovalidación y la propia agencia son fundamentales. Pero el desapego extremo no es algo saludable”, dice. 

Una crisis de la ternura 

“Más que una crisis del amor, estamos ante una crisis de la ternura. Nos falta valentía para decir lo que sentimos o al menos hacernos cargo de las consecuencias de decir lo que sentimos porque nos han enseñado que la frialdad es sinónimo de poder y que el amor nos vuelve débiles. Lo más subversivo y revolucionario hoy en día sea animarnos a sentir, a cuidar, a demostrar, a decir lo que nos pasa, a perder en un juego que no debería ser una competencia ni estar evaluando costos/beneficios de manera capitalista”.

En 1977 Roland Barthes publicó Fragmentos del discurso amoroso que muy rápido se convirtió en uno de sus libros más leídos. En la primera página cuenta el por qué del libro: “El discurso amoroso es hoy de una extrema soledad. Es un discurso tal vez hablado por miles de personas (¿quién lo sabe?), pero al que nadie sostiene, está completamente abandonado por los lenguajes circundantes: o ignorado, o despreciado, o escarnecido por ellos, separado no solamente del poder sino también de sus mecanismos (ciencias, conocimientos, artes)”. Casi medio siglo después, esas advertencias tienen absoluta vigencia. 

Aunque la misión en la que están los vínculos hoy parece muchas veces imposible y la soledad gana como la opción más aséptica, las apuestas al amor se dan de manera subterránea y silenciosa. En la conversación digital, este fin de semana se hizo viral una columna de la escritora Laura Ferrero, en El País de España, sobre el cariño cotidiano titulada El amor es que vengan a buscarte .Vimos pasar la frase convertida en carrousel de Instagram en las stories de esta red social fugaz. Un viral optimista. 

Para Iván Chausovsky el amor no perdió su fulgor, porque todo el tiempo estamos hablando de él, sólo que “los problemas del amor van cambiando con la época”. “El amor sigue siendo un hit”, resume y tranquiliza.

DTC