“Se aprovechó de mi confianza”: más mujeres suman testimonios de acoso de Pedro Brieger

elDiarioAR

0

El testimonio de cinco mujeres revelado a través de la red social X el domingo 23 de junio abrió la puerta para que muchas otras denunciaran públicamente haber sufrido acoso sexual por parte del periodista especialista en temas internacionales, Pedro Brieger.

El tema surgió a partir de una serie de tuits del periodista Alejandro Alfie pero cobró otra dimensión cuando más mujeres comenzaron a contar sus experiencias de acoso por parte de Brieger.

Marcela Perelman, es directora de investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y profesora adjunta de la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (UBA), se sumó a la lista y detalló en primera persona el acoso que sufrió por parte de Brieger y cómo fueron los sucesos que comenzaron en 2001.

“Pedro Brieger había sido mi profesor de Política Internacional en TEA, la escuela de periodismo. Tanto me interesó su materia, que al recibirme le pedí que me entregara el diploma. Me auspició para un viaje a Alemania para jóvenes periodistas y yo consultaba su biblioteca y a él para mis trabajos de ciencia política. Ese día me propuso juntarnos para hablar de una propuesta de laburo de investigación. El tipo de trabajo que yo más quería. La conversación se enrareció muy rápido. Nunca llegamos a hablar del proyecto. Todavía me avergüenzo cuando me acuerdo que yo miraba el piso o desenfocaba la vista en lugar de confrontarlo”, comenzó relatando en una nota con su propia firma en Revista Crisis.

“Después de un rato que se hizo demasiado largo, lo saludé y me fui corriendo, como escapándome. Ya tenía una visión del mundo y feminismo suficientes para entender que había sido una situación abusiva y que había quedado atrapada”, relató.

Y ella misma armó su caso: “él era veinte años más grande, mi profesor, mentor, me había dado varias oportunidades valiosas, yo quería mucho ese trabajo, se había aprovechado de mi confianza, me había tratado de manipular, no frenó ni cuando me paralicé ni cuando le dije que no me interesaba nada de todo eso. Describí y analicé el hecho con detalles y se lo envié en un mail que dice que no me hable nunca más y termina así: 'De todas las perversiones, la que más horrible me parece es el exhibicionismo en todas sus formas, porque sólo genera en el otro parálisis y asco'. Sentí que con esa frase atacaba su autoerotismo y que me daba el poder de no ser su víctima, sino una amenaza para él. Me acuerdo nítidamente que antes de enviar el mail pensé que estaba cerrando para siempre una posibilidad de trabajo importante, lamenté mucho perder esa relación que me había permitido crecer en lo mío. No respondió el correo, llamó durante más de un mes todos los días a mi casa y me envió mensajes al beeper varias veces cada día. Nunca lo atendí y en algún momento me desconoció”. 

Unos 16 años después, cuando fue la ola del MeToo, Marcela revisó su experiencia. “No lo hice público por razones que considero válidas, pero que ahora creo que carecieron de un pensamiento colectivo y estuvieron más bien pensadas desde lo individual. Con el garantismo penal como metáfora —o como falacia— pensé que habían pasado tantos años que si en 2001 él hubiera cometido una violación ya hubiera prescripto. Entonces, insistir con lo que había pasado ante un hecho menos grave me parecía demasiado. Creo que ese razonamiento pseudopenal me reforzó una perspectiva individual y de alguna manera me volvió a colocar en el lugar de víctima, en el sentido de que tomé como opciones exclusivas o bien asumir que había prescripto (soltar) o bien buscar un castigo (escrachar). Y, entre esas opciones reducidas, primó la idea de no pasarme de punitiva (cancelar)”, contó.

Marcela Perelman tomó como referencia los hechos que había vivido en 2001, pero desconocía su total falta de reconocimiento y la continuidad de la conducta de Brieger. “La trampa es que finalmente no hice nada, tampoco solté y ahora sabemos que siguió pasando de todo”.

“Finalmente, una mujer supo de otra, consiguieron saber de más casos e hicieron públicas sus experiencias a través de un periodista. Me siento muy agradecida hacia ellas. Ahora que se cerró el arco que se abrió en 2001, reconozco que aunque lo consideraba afectivamente neutralizado me ocupaba espacio. No deja de asombrarme la escala del daño y la ocurrencia de imponer conductas sexuales a relaciones con alumnas, compañeras y colegas, amenazando el trabajo de las demás y poniendo en riesgo el suyo propio”, agregó.

El papel de los varones

“Tal como había decidido hace años, cuando salieron otras mujeres yo me sumé y lo hice público en Twitter. Enseguida, recibí varios mensajes, especialmente de varones, que sabían de las situaciones de abuso o que les incomodaba el trato de Brieger a las mujeres, pero que habían creído que no decir nada era la mejor forma de proteger a las que lo habían padecido”, relató.

“Por fin cae Brieger. Laburé con él y sabía que tenía problemas con las minas hace mucho”; “Gracias, desde que me contó una compañera de cátedra, estoy hace cuatro años esperando que este tema salga de alguna forma”; “Sí, claro, otro ayudante se fue porque no se sentía cómodo con el trato de Brieger a las mujeres”; “Me lo crucé varias veces y nunca supe cómo encararlo sin exponer a mi amiga”.

Marcela analiza que la premisa detrás de este secreto a voces parece ser la ética de “no exponer a las víctimas”, pero el resultado evidente es que “protege a los acosadores”.

“Desde ya que el escándalo cayó en la grieta, y es patético ver cómo otros tratan de aprovecharlo para meter sus cucharas macartistas. Peor aún, algunos varones que también son conocidos acosadores siguen tratando de extraer likes de la experiencia de las mujeres. Es ridículo también mezclar esta historia con las banderas de medio oriente o del ajuste social: no hay que distraerse con epopeyas. Ya habíamos acordado esto: el abuso de poder y el acoso sexual son transversales a ideologías y clases. La indignación moral también es transversal, como las ganas de identificar afinidades entre ideología y abuso. Hipocresías. Todos sabemos que esto pasa de izquierda a derecha. Y acá el juego a la derecha lo hizo Brieger, no quienes lo padecieron”, aseguró.

A raíz de las acusaciones de acoso sexual en su contra, Pedro Brieger ya no formará parte de Marca de radio—que se emite los sábados de 10 a 13 por Radio La Red AM 910—. “Yo tomé la decisión”, confirmó Eduardo Aliverti, conductor principal del programa.

Son varias las mujeres periodistas que dieron testimonio de haber sido víctimas de acoso sexual por parte del comunicador especialista en temas internacionales Pedro Brieger. Son casos que ocurrieron en un período de 25 años, entre 1994 y 2019, y que sacó a la luz el periodista Alejandro Alfie en su cuenta de la red social X el 23 de junio. Estas denuncias desencadenaron otras y ya son diez. Los relatos no sólo dan cuenta de la violencia hacia las mujeres por parte de Brieger, sino también de cómo las redacciones y los medios funcionaban bajo un sistema machista con prácticas abusivas silenciosas y silenciadas.

NB