Los estudios universitarios están en expansión. Sin embargo, algunas disciplinas se mantienen como territorios ajenos a la participación de las mujeres. Se trata de las carreras vinculadas a sectores productivos que ofrecen mejores condiciones laborales y remunerativas que el resto del mercado. Particularmente, de las disciplinas STEM -por la sigla en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática- que se caracterizan por el rol central del desarrollo de tecnología. Estos datos fueron publicados por la organización Chicas en Tecnología (CET), luego de haber relevado estadísticas oficiales del sistema universitario de Argentina que muestran que las mujeres son minoría en la creación y desarrollo de las soluciones digitales que moldean la vida diaria.
“Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario de Argentina” es la nueva investigación publicada por Chicas en Tecnología en la que se analizan, desde una perspectiva de género, las estadísticas del Departamento de Información Universitaria que forma parte de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación. La organización de la sociedad civil, que busca reducir la brecha de género en tecnología, realizó sucesivos pedidos de acceso a la información pública -regulados por la Ley N° 27.275- durante los últimos años para conformar una base de datos actualizada y pública con la cantidad de inscripciones, estudiantes y egresos de todas las instituciones universitarias del país, tanto públicas como privadas. La investigación actualiza esa base para realizar un seguimiento histórico de la presencia de mujeres en carreras de ciencia y tecnología y muestra que la tendencia se mantiene estable: entre 2010 y 2016, el universo de estudiantes de grado de estas carreras se repartía en un 33% de mujeres y 67% de varones. Para el período que va de 2010 a 2019, las mujeres representan el 34% del total de estudiantes de grado de carreras STEM y los varones el 66%. El informe “Una carrera desigual” aclara que los datos provistos por el Ministerio de Educación están clasificados por género binario, por lo que los análisis están realizados en base a esas categorías, y señala que las estadísticas oficiales deben contemplar todas las identidades de género para ser representativas de las diversidades y tener en cuenta sus necesidades y demandas en la elaboración de políticas públicas.
“Más mujeres en disciplinas STEM es más acceso a trabajos del futuro”, dijo Megan Ballesty al presentar los datos, quien junto a Milagros Gimenez estuvo a cargo del análisis y la elaboración de la investigación. Y amplió: “Las carreras STEM están conectadas con lo que llamamos habilidades del futuro y van desde las ciencias duras y la lógica, hasta cuestiones más transversales como la resolución de problemas complejos, que toman valor en un contexto en el que el cambio tecnológico te pide que sepas desenvolverte en estos ámbitos”.
Datos sobre un universo en continua expansión
Para identificar las carreras STEM entre los 7.785 títulos universitarios, la organización utilizó la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE), que permite comparar las estadísticas educativas a nivel internacional, e identificó todas las carreras de programación a través de una clasificación propia ya que no existe una metodología consensuada u oficial para establecer cuáles son estas titulaciones. “Hacia adelante queda mucho trabajo por hacer en fortalecer estas metodologías de identificación de carreras del ámbito tecnológico porque hay todo un ecosistema de disciplinas que van más allá de la programación y que también vamos a necesitar monitorear y promover que más mujeres participen en ellas”, anticipó Megan Ballesty sobre el desafío de analizar un campo que están en continua transformación.
Las investigadoras elaboraron un panorama general de los estudios universitarios en el que se observa que este nivel académico pasó de contar con 1,9 millones de estudiantes en 2011, a 2,3 millones en 2019. Este incremento del 20% se dio mientras que el crecimiento de la población argentina fue del 10%. Es decir que, durante el periodo analizado, la cantidad de personas con acceso a la educación universitaria creció en términos absolutos y en relación a la población. Esto se observa en un contexto nacional en el que las universidades privadas representan cerca de la mitad de todas las universidades existentes, y aún así, el 80% de los y las estudiantes se forman en una universidad pública.
La investigación muestra que las estudiantes mujeres son mayoría en el sistema universitario -en 2011 representaban un 33% más que los varones- y su participación creció 2,7% por año hasta 2019. En cambio, la matrícula de varones creció un 1,9% anual. También con tendencia ascendente, la cantidad de inscripciones de mujeres aumentó 42% entre 2011 y 2019, mientras que para ellos este crecimiento fue de 29%. Sin embargo, estas tasas favorables se revierten al poner el foco en las disciplinas STEM. Mientras que del total de estudiantes varones, el 31% elige una carrera STEM, entre todas las mujeres estudiantes en el sistema universitario nacional, solamente el 12% elige estas carreras. La investigación advierte que las mujeres no son minoría en todas estas disciplinas, sino que su baja participación se explica principalmente a través de carreras asociadas a las ingenierías y a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Su presencia cae al observar particularmente las carreras de programación, en las que las mujeres conforman apenas el 17% del total de estudiantes.
A pesar de encontrarse con barreras que las alejan de estos campos durante sus experiencias como estudiantes, las mujeres sostienen la tasa de egresos que logran para el promedio de todas las carreras. En las disciplinas STEM egresa el 27% de las estudiantes que se inscriben, en comparación con el 22% en el caso de los varones. Una investigación previa, “Un potencial con barreras”, publicada en 2019 por Chicas en Tecnología da cuenta de factores como la persistencia de estereotipos culturales que retratan a los ingenieros e innovadores ideales como hombres, la subrepresentación de mujeres en posiciones de liderazgo en las instituciones educativas universitarias, así como la escasez de docentes mujeres y de alumnas en las carreras de ciencia y tecnología entre los factores que dificultan e impiden tanto el acceso a estas disciplinas como la finalización de los estudios. Los estereotipos familiares y sociales y la ausencia de modelos visibles a seguir son algunos de los factores que contribuyen a que las mujeres subestimen sus propias habilidades en estas carreras, quienes durante la escolarización primaria suelen recibir estímulos y una educación diferencial brindada en función de su género. Estas vivencias desmotivan el interés de niñas y adolescentes por la ciencia y la tecnología desde temprana edad. Ya en la vida universitaria, se suman la falta de mentoras y estrategias institucionales que acompañen a las alumnas a lo largo de su formación, una menor confianza de las mujeres en sus logros -a pesar de desempeñarse en los mismos niveles que sus pares varones- y una falta de acompañamiento por parte de las redes de pertenencia que asocian estas disciplinas con lo masculino.
De acuerdo con datos de la Cámara de la Industria Argentina del Software, en el país hay una escasez de talento y por año quedan 15 mil puestos de trabajo sin cubrir. Entre los perfiles más buscados se encuentran los de programación, diseño de aplicaciones móviles y especialización en machine learning. Estos empleos se caracterizan por ser formales, de calidad y tener una cobertura federal. Según datos de 2021 de esta misma Cámara, el 30% de las personas que trabajan en tecnología son mujeres. La formación en disciplinas STEM no solo ofrece posibilidades de crecimiento profesional, sino que los conocimientos en estas áreas permiten ser protagonistas en el diseño y desarrollo de tecnología. Cuanto más diversos sean los equipos que la crean, más representativa será de la población y de las problemáticas por abordar. Cada vez resulta más difícil imaginar actividades y modos de interacción ajenos al cruce de alguna innovación digital. Dimensionar el desafío de la brecha de género en estas carreras es necesario para entender que al futuro sólo lo está programando una parte de la población.
JLC