Desde el 1 de septiembre, se intensificó la presencialidad en las escuelas de todo el país con un sistema progresivo para que los los alumnos regresen a las aulas. El Consejo Federal de Educación aprobó reducir la distancia entre estudiantes de 1,5 metros a 90 centímetros, por lo que se deberá intensificar la ventilación de los espacios y el uso obligatorio de barbijos.
Los chicos de todo el país finalmente volverán a las aulas en medio de una pandemia que aún no terminó y con un bajo porcentaje de menores vacunados, ya que solo pueden anotarse adolescentes de 12 a 17 años con comorbilidades para recibir la vacuna de Moderna.
Durante este tiempo, los adolescentes que cursaban sus últimos años de secundaria se perdieron momentos claves en su crecimiento y sociabilización, como encuentros extra académicos con sus pares, viajes de egresados y hasta la posibilidad de generar vínculos nuevos. Es por eso que el 30 de agosto se llevó a cabo una reunión informativa de la Bicameral del Defensor de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, presidida por la diputada Paola Vessvessian (FdT), donde chicos de diferentes partes del país contaron cómo transitaron la pandemia. Entre los temas hablados se destacaron la educación, la salud mental, el trabajo en el núcleo familiar y los efectos de la cuarentena.
“Los adolescentes fueron las grandes víctimas de todo este tiempo. Me parece que lo social pesa un montón a esa edad y que sufrieron mucho en todo tipo de vínculo, desde la amistad, el vínculo amoroso, relacionarse, sus primeras parejas, los boliches. Todo se cayó de repente”, aseguró María Gabriela, docente de una escuela privada en CABA, en diálogo con El DiarioAR.
Sin embargo, destacó que los chicos muestran constantemente su capacidad de adaptación y desde que regresaron al formato presencial están intentando recuperar el tiempo perdido. “Los veo muy amorosos, muy empáticos con los demás, que se recontra adaptan. Mueren por poner un video en pantalla gigante y bailar entre ellos y recuperar todo ese tiempo de sociabilización, de joda, de chiste, de jugar al truco, de pavadas que están haciendo ahora. Los veo tratando de recuperar el tiempo perdido en lo social, viven hablando entre ellos. Están felices de estar de vuelta, con ganas de que todo funcione. Los veo re cuidadosos, cuidándose a ellos y a nosotros dentro de lo que pueden”, reveló y bromeó: “Están contentos de verme hasta a mí, que es un montón”.
Por otro lado, reconoció que “lo académico pasó totalmente a segundo plano”: “Les cuesta un montón. A muchos les cuesta horrores organizarse, les cuesta vincularse vía virtualidad y presencialmente con el barbijo también es algo rarísimo”.
Para los padres, tampoco fue sencillo acompañar a sus hijos durante la angustia que le provocó a muchos no poder ver a sus compañeros ni en la escuela ni fuera de ella. En el caso de Patricia, madre de un adolescente de 17 años que asiste a un colegio privado en provincia, durante un momento de la pandemia su hijo no quería salir de su casa en absoluto. “Cuando empezó todo él estaba muy contento de estar en casa. Costó al principio todo lo digital porque él pensó que iba a volver al colegio rápido, entonces no pensó que se tenía que conectar mucho y hubo que estar atrás de él para que cumpliera. Le costaba mucho no ver a los amigos. No quería salir. Cuando aflojó un poco todo en septiembre del año pasado yo le propuse que se viera con su primo que vive cerca y al principio no quería, decía que eso no se podía hacer. No quería ni salir para hacer una compra”, manifestó.
Luego de un verano bastante relajado en el que su hijo se animó a tener encuentros al aire libre, le cayó como un baldazo de agua fría cuando en la provincia de Buenos Aires establecieron que las clases no serían presenciales, mientras en Ciudad sí: “Cuando volvieron al colegio y después los volvieron a meter adentro dos meses no le gustó. La verdad es que este año le impactó. No le gustó estar de vuelta adentro y no estar con sus compañeros”.
Además, su hijo como tantos otros no va a poder irse de viaje de egresados, una tradición típica de nuestro país, en la que todos los chicos de quinto año viajan juntos, generalmente a Bariloche, como despedida del colegio. “Él parece estar tranquilo con eso, pero bueno no lo va a tener.
Ahora está adaptándose a ir al colegio de nuevo todo el día. Este año lo veo un poco mejor, él hacía terapia pero no quiso seguirla online, había una resistencia a las cosas virtuales“.
Para Cynthia, madre de dos hijas de 14 y 16 años que asisten a un colegio privado en CABA, los primeros meses de pandemia fueron muy difíciles. “Cuanto lo autorizaron salíamos a dar una vuelta manzana, pero a la más grande le empezó a aburrir y no quiso salir más a la calle, decía que iba a salir si salía con sus amigas, pero pasó bastante tiempo antes de que pudiera hacerlo”, relató a El DiarioAR.
“Me llamó la atención que estaban las dos con pijama todo el día, el Zoom era con el pijama, la misma remera todos los días”, contó y reveló la decisión que tomó para ayudar a sus hijas e incentivarlas a salir: “Ellas siempre quisieron un perrito y yo no quería, pero en el Día del Niño dejé que venga un perrito a casa. Pensé que en algún momento iban a tener que sacarlo a pasear y eso cambió un poco el humor, empezaron a abrir la cortina del cuarto y sacarse el pijama”.
“Cuando empezaron presencial este año, mi hija más chica quería ir sí o sí al colegio, tenía una felicidad suprema. Y ahora que están todos aún más porque pudo conocer a sus compañeros personalmente. Quiere ir al colegio permanentemente. La más grande también estaba contenta de volver, pero cuando tuvieron que empezar a ir todo el día no le gustó mucho, creía que no iba a tener fuerza. Pero dentro de la presencialidad ahora hacen menos cosas que cuando tenían mitad presencial y mitad virtual. Hay muchos profesores aislados, muchísimos. Por ahí van presencial y tienen una sola materia y eso les embola”, explicó.
¿Por qué es tan importante la sociabilización durante la adolescencia?
“Toda la etapa de la adolescencia y todas sus fases son muy importantes ya que construyen a la persona que cada niño es y será. Es donde se aprenden, practican e intentan diversas formas de relacionarse, de entender a los otros y a uno mismo”, aseguró el psicólogo Andrés Aronowicz a El DiarioAR.
Los perjuicios no van a ser tantos ni tan durareros, si efectivamente se puede retomar la presencialidad de una manera más constante
Sin embargo, cree que el impacto que la falta de presencialidad puede haber tenido en ellos “no va a ser significativo a largo plazo”.
“Por supuesto que es muy triste perderse tantas cosas, uno se siente un poco afuera de quedarse sin algunas tradiciones como los viajes de egresados o fiestas típicas de los últimos años del colegio. Efectivamente algo de eso se pierde, pero no creo que tenga un peso significativo a largo a plazo para la mayoría de los casos. Los perjuicios no van a ser tantos ni tan durareros, si efectivamente se puede retomar la presencialidad de una manera más constante”, reconoció.
¿Cómo ayudar a los chicos que temen volver a la presencialidad en pandemia?
“Que tengan miedo a salir es uno de los miedos y dificultades que pueden quedar si no se lo afronta de una manera eficiente y validante. Lo importante para que los chicos pierdan el miedo es que puedan ser acompañados y comprendidos en ese proceso. Principalmente en la casa, pero también tener una articulación con el colegio. Hay que poder ayudarlos a prevenir qué es lo que van a hacer, qué es lo que van a ver. Poder adelantar los pasos que van a suceder y que lo puedan visualizar”, aseveró Aronowicz.
En ese sentido, remarcó la importancia de “validar” a los chicos y evitar minimizar los sentimientos que tienen: “No hay que decir 'no pasa nada, ya se te va a pasar'. No hay que dejar de validar que el miedo es real porque pasamos por más de un año y medio muy duro y estuvimos expuestos a un montón de contenidos que ameritan tener miedo. A partir de esa validación se los puede acompañar a que gradualmente vayan haciendo más cosas. Depende la edad de los chicos, pero se los puede acompañar al colegio si antes no se los acompañaba. Por ahí si hay algún amigo y puede ayudar a colaborar también ofrecerse a hablarlo con él. Hay que ir de a poco. Hay que aceptarles el miedo y explicarles que estamos empezando el lento camino de volver a la normalidad e ir haciéndolo de a poco”.