Ni la vista ni la orientación ni los amenities. Este jueves al mediodía lo que pone en valor el metro cuadrado en Rivadavia y Callao -y sus alrededores- es la sombra. Un cachito de sombra que ampare del calor que rebota y vuelve multiplicado desde el cemento, y que sirva para pasar las primeras horas de esta vigilia que ninguna de las mujeres que ya llegaron hasta las puertas del Congreso está dispuesta a abandonar en las próximas (largas) horas.
Adentro, en el recinto, Sergio Massa da por iniciada la sesión de la Cámara de Diputados que debatirá la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y que se prevé maratónica. Afuera, como pasaba en las canchas de fútbol y en los recitales antes de que el coronavirus se impusiera, cientos de mujeres que apoyan esa iniciativa gritan y aplauden para celebrar el arranque legislativo. Una chica grita “vamos que esta vez es ley” y varias cantan la de “si no hay aborto legal, qué quilombo que se va armar”.
La Plaza de los Dos Congresos está partida en dos. En el lado norte, sobre Rivadavia y también sobre Callao, llegan constantemente mujeres que exigen que el aborto salga de la clandestinidad a la que todavía está conminado en la Argentina. En el país, según estima la Red de Acceso al Aborto Seguro (REDAAS) hay unos 450.000 abortos clandestinos al año. Del otro lado, hacia la avenida Belgrano, está previsto que se ubiquen quienes se oponen a que el aborto deje de ser clandestino e inseguro. Hay allí un primer acto previsto para las 18, lo organiza Unidad Provida, pero todavía no hay nadie en la calle para expresarse en contra de que el proyecto obtenga su primera media sanción.
Entre quienes están en la calle para impulsar la ley hay organización para casi todo: para compartir protector solar, para conseguir agua fresca en el puesto de hidratación de AySA o en algún kiosco, para repartir volantes, para poner un punto de encuentro en caso de perderse, para repartir yerba en mates que no se comparten y para turnarse en una espera que durará al menos hasta la madrugada.
La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, una organización transversal que agrupa a unos 600 organismos de todo el país que presentó su proyecto para legalizar la IVE ocho veces ante el Congreso, tiene un escenario justo en Rivadavia y Callao. Es ahí que algunas de sus integrantes festejan cuando escuchan que la diputada Cecilia Moreau, una de las primeras en hablar, las nombra y les agradece por todos los años de lucha.
Hay, en cada esquina de Callao entre Rivadavia y Sarmiento, una pantalla gigante que transmite en vivo la sesión. Cuando algún legislador está por rematar una frase que viene prometedora la calle lo sabe: las que están tomando mate frenan justo antes de sorber, las que conversaban hacen silencio, y la que repartía volantes sabe que no le van a agarrar ninguno.
Ya están cerca del Congreso agrupaciones como el Movimiento Evita, Pan y Rosas, el Partido Comunista Revolucionario, el Polo Obrero, el Plenario de Trabajadoras del Partido Obrero, el movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana, el Movimiento Socialista de Trabajadores, Mujeres Evita, Mala Junta y el Frente Popular Darío Santillán. Cuanto más a la izquierda está la organización, más banderas naranjas que exigen “Iglesia y Estado, asunto separado”. Cuanto más peronista es la organización, más carteles que dicen “aborto legal es justicia social”. El verde que desde 2003 simboliza la lucha por la legalización de la IVE se repite en todos los gazebos de todas las organizaciones: por eso y para eso están este jueves acá.
Lo de separar al Estado de la Iglesia se vuelve grito generalizado justo después de que la diputada Lucila Lehmann pida postergar el debate por la legalización de la IVE hasta los primeros días de 2021. “Como diputada represento a los ciudadanos y una gran cantidad son católicos. Estamos viviendo un momento muy especial en el año que justamente está vinculado con la concepción y la vida. Es por eso que la decisión de tratar este proyecto es a todas luces una ofensa para el culto religioso católico y el culto cristiano”, se la escucha decir por las pantallas, y del lado norte de la Plaza Congreso las mujeres construyen un “buuu” boca a boca. Apenas se vota negativamente esa moción, otro aplauso que tiene más de hartazgo que de alivio.
Al calor con el que amaneció Buenos Aires se le suma el de las parrillas en las que ya se cocinan choripanes de 150 pesos y bondiolas de 250. Y el de los bombos, que le sirven de latido a una vigilia que recién empieza. No paran de llegar mujeres y algunos varones a apoyar el aborto legal. Salen del subte, bajan de los colectivos y buscan una sombra con vista a una posible nueva ley.
JR