Efemérides

Día Mundial de la Dactiloscopía: ¿por qué se celebra cada 1 de septiembre?

elDiarioAR

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Todos los años, el 1 de septiembre se celebra a nivel internacional el Día Mundial de la Dactiloscopia. En esta fecha se conmemora el trabajo de Juan Vucetich, un antropólogo croata nacionalizado argentino que descubrió la importancia de los signos biológicos de las personas en el ámbito de la criminalística.

Tras informarse en una conferencia de Francis Galton ante la London Royal Society sobre la impresión que dejaban los dedos, Vucetich desarrolló las primeras fichas dactiloscópicas del mundo y clasificó a las huellas dactilares según cuatro características: arcos, presillas internas, presillas externas y verticilos.

Estos rasgos generan combinaciones y patrones únicos para cada huella. Esto hace que, aunque la recolección de una huella dactilar sea una tarea relativamente sencilla, su identificación sea mucho más compleja y exija conocer adecuadamente los métodos de clasificación dactiloscópica.

De esa manera, Vucetich logró que la dactiloscopia fuera reconocida como una ciencia infalible de la identificación humana, desplazando el viejo método antropométrico. A partir de cuatro formas que se repiten en las huellas; arcos, presillas internas, presillas externas y verticilos, la Policía Bonaerense creó en 1891 el primer registro dactiloscópico del mundo, y en 1896 surgió el Sistema Dactiloscópico Argentino.

El registro de huellas dactilares dio origen a archivos criminalísticos en todo el mundo. Sin embargo, el Método Vucetich no se limitó a la criminalística, sino que también dio origen a la Cédula de Identidad, el primer documento identificativo que también fue adoptado por países como Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil. Hoy en día, la dactoloscopia es fundamental para la autenticación de documentos y de la identidad.

El caso de Francisca Rojas: una de las primeras aplicaciones de la dactiloscopía

El sistema de fichas creadas por Vucetich permitió que, en 1982, la Policía Bonaerense identificase a una mujer que había asesinado a sus tres hijos e inculpado a su marido por el crimen. Francisca Rojas, oriunda de la ciudad de Necochea, tras cometer el delito, dejó una huella ensangrentada en el buzón de su casa, la cual la delató.

Este caso demostró la utilidad y eficacia de la dactiloscopía para la resolución de investigación forenses para las que, hasta entonces, no existía respuesta.