Todo lo que se ha dicho hasta ahora sobre el desarrollo del hidrógeno verde (H2V) en Chile desde el gobierno suena prometedor: que el país tiene una de las mejores condiciones naturales en el mundo para el desarrollo de las energías renovables necesarias para esta industria y que sería una vía propicia para la descarbonización. Una lista de ventajas que sus promotores defienden y que despierta preocupación en organizaciones locales, ante la falta de información y la rapidez con la que avanzan los planes de su producción.
En mayo, el gobierno del presidente chileno Gabriel Boric presentó el Plan de Acción de Hidrógeno Verde, tras una consulta con un comité de expertos. Este conjunto de 80 medidas está diseñado para establecer salvaguardias sociales y medioambientales a medida que se amplía la industria, basándose en los planes que el ex presidente de Chile Sebastián Piñera estableció durante su segundo mandato (2018-2022).
Chile tiene tres objetivos principales para su industria del hidrógeno: producir el hidrógeno verde más barato del mundo en 2030; situarse entre los tres primeros países exportadores en 2040; y, en 2025, contar con 5 gigavatios de capacidad de energía renovable dedicada a la electrólisis, el proceso de división del agua con electricidad que se utiliza para crear hidrógeno “verde”.
Según un estudio encargado por el gobierno en 2020, el desarrollo del hidrógeno verde debería crear al menos 94.000 puestos de trabajo de aquí a 2050. Durante la presentación del Plan de Acción del Hidrógeno Verde el pasado mayo, el presidente Boric declaró: “Tenemos como meta posicionarnos como uno de los productores más competitivos a nivel mundial, siendo de los principales exportadores de aquí a 2040”.
Para el gobierno y la industria, una parte importante de ese potencial se encuentra en la región austral de Magallanes. Su energía eólica podría aprovecharse para producir hasta el 13% del hidrógeno verde mundial, según un estudio del Ministerio de Energía chileno.
La Asociación de Productores de Hidrógeno Verde de Magallanes (H2V Magallanes) informa que hasta ahora se han establecido inversiones en nueve proyectos en la región.
La carrera por el hidrógeno verde
Actualmente, la economía de Magallanes está impulsada por la ganadería, la industria de los combustibles fósiles, el turismo y la piscicultura. Sin embargo, su ubicación como la región más austral de Chile, y una de las menos pobladas, podría ser ideal para el desarrollo de hidrógeno verde: el último censo, de 2017, registró 166.533 habitantes en su extensión de 132.297 kilómetros cuadrados.
Anahí Urquiza, doctora en ciencias de la naturaleza y parte del Comité Estratégico del Plan de Acción de Hidrógeno Verde, explica que la región elegida para la puesta en marcha de esta industria no es casual. “Son lugares que tienen muy buena calidad de potencial de energía renovable, pero además tienen grandes territorios disponibles para poder hacer instalar parques eólicos o instalar paneles solares”.
En esa ruta, la Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), una agencia del gobierno, juega un rol particular en su misión de apoyar el desarrollo del hidrógeno. “Los vientos en Magallanes muestran factores de planta –es decir, el porcentaje de tiempo en el que la planta se encuentra generando energía– cercanos al 60%, lo que es incluso superior a los parques del Mar del Norte [en Europa]. Hay disponibilidad de un extenso territorio, la mayoría alejado de los centros urbanos más relevantes”, explica Ana María Ruz, directora ejecutiva del Comité de Desarrollo de la Industria de Hidrógeno Verde de Corfo.
Parte de la transformación que se hará está concentrada en convertir al Terminal Marítimo Gregorio, la refinería de crudo más austral del mundo, en un complejo industrial para el hidrógeno verde. Es así que la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) también ya firmó un acuerdo en 2023 con seis compañías internacionales de energía.
Uno de los proyectos que se encuentra en su etapa piloto es la planta Haru Oni, que podría ser la primera de e-fuels o combustible sintético en el mundo, iniciativa de la empresa Highly Innovative Fuels (HIF). El proceso, que permitiría energía limpia gracias al aprovechamiento de los fuertes y constantes vientos de Magallanes mediante aerogeneradores, lo explican en su web: los electrolizadores usan la energía eólica para dividir el agua en sus componentes, oxígeno e hidrógeno. El siguiente paso consiste en capturar el CO2 del aire y combinarlo con el hidrógeno verde para producir metanol sintético: la base de los e-combustibles como el e-diesel, que se pueden utilizar para automóviles, camiones, barcos o aviones.
Empresas de España, Bélgica, Italia, Estados Unidos y China estarían interesadas en instalar sus plantas de producción en Chile, aseguran desde Corfo. En octubre de 2023, el presidente Gabriel Boric realizó una visita de Estado a China, priorizando el intercambio en materia de tecnología e innovación. María Isabel Muñoz, vicepresidenta de la Asociación de Productores de Hidrógeno Verde de Magallanes, fue parte de la comitiva que sostuvo reuniones con empresarios chinos.
El primer país que logre una producción masiva y cierre un contrato con otro país es quién va a asegurar el mercado. Al final es una competencia
Paulina Ramírez, investigadora en el Centro de Energía de la Universidad de Chile, destaca la importancia que tiene el país como pionero en esta materia, pues se trata de “una industria naciente o relativamente nueva. Entonces es para aprovechar la oportunidad porque llegas a algo que realmente no tiene mucha competencia al inicio”.
Parte de los desafíos, explica Ramírez, quien trabaja en proyectos asociados al Plan de Acción de Hidrógeno Verde, es que si bien el H2V se puede ocupar en cualquier industria y su uso puede ser mucho más eficiente, es necesario adecuar la infraestructura y los equipos. “En Chile tenemos la oportunidad de tener toda la cadena de valor al interior”.
Como toda apuesta, este plan supone un riesgo. No solo depende de las inversiones y avances que logre el país, sino también de que la demanda mundial se mantenga con los años. Ramírez cree que si bien nadie puede asegurar que dentro de una década esta fuente de combustible limpio siga siendo igual de valorada, su éxito va a depender de los contratos que se firmen. “El primer país que logre una producción masiva y cierre un contrato con otro país es quién va a asegurar el mercado. Al final es una competencia”.
El riesgo de convertirse en zona de sacrificio
Junto a la velocidad con la que se anuncia el desarrollo de nuevos proyectos, aparecen también las inquietudes respecto al impacto ambiental en la zona.
Allí, en la bahía y humedal de San Gregorio, se encuentran los dos sitios con mayor biodiversidad del lado norte del estrecho de Magallanes. Las características de su marea y los humedales de agua dulce de la zona la hacen rica en algas y atractiva para una variada gama de aves, entre ellas el amenazado canquén colorado, en peligro de extinción.
A organizaciones de la sociedad civil, científicos y expertos locales les preocupa que si bien la narrativa en torno al hidrógeno destaca su perfil “verde” y su desplazamiento de los combustibles fósiles, para llegar a producir a mayor escala se deban intervenir grandes extensiones de terreno y, con ello, sacrificar ecosistemas que son parte de la Patagonia.
El temor es que la región se convierta en una nueva zona de sacrificio, como ya ha ocurrido con otros sitios en Chile como la bahía de Quintero-Puchuncaví, en la Región de Valparaíso. Se trata de un área industrial que comenzó a funcionar en la década de 1960 y donde operaban termoeléctricas, petroleras y plantas químicas, cuya contaminación ha afectado directamente la salud de los habitantes y los ecosistemas.
El papel del agua en la producción de hidrógeno verde ha sido otra fuente de preocupación, ya que las regiones de Chile destinadas al desarrollo del hidrógeno verde carecen de los suministros de agua dulce necesarios. Esto ha llevado a planificar estrategias de tratamiento de agua salada para varios proyectos. Según un informe reciente de International PtX Hub, una iniciativa de hidrógeno verde del gobierno de Alemania, la industria del hidrógeno verde de Chile consumirá 107 millones de metros cúbicos de agua desalinizada al año en 2030.
“Las plantas desalinizadoras también tienen un impacto grande. Sobre todo si está pensado a gran escala, como es el caso de Magallanes”, explica Urquiza. “Sin duda tendría un tremendo impacto ambiental y social, porque significa transformar una región en donde hay que construir grandes puertos, aumentar el tráfico, generar una gran migración de población a estos territorios para que efectivamente se pueda llevar a cabo la industria”, asegura.
Urquiza advierte que el hidrógeno verde no puede ser visto como “una bala de plata”, sino como una alternativa que requiere exploración; si la generación de hidrógeno verde no se desarrolla para ser sostenible, esta industria emergente frustrará sus propios objetivos positivos para el medioambiente, afirma.
Intervenciones comunitarias
“La verdad es que la industria del hidrógeno verde ya está instalada en la región de Magallanes”, dice la bióloga marina Gabriela Garrido, que forma parte del Panel Ciudadano H2 Magallanes, compuesto por una red de organizaciones ambientales y científicas de esa región. A Garrido le preocupa que ya haya empresas avanzando con proyectos en el territorio. Asegura que hay compañías que llevan tres años recopilando información y realizando monitoreos, independientemente de que estos proyectos sean finalmente revisados y aprobados por el servicio de evaluación ambiental del Estado.
En diciembre de 2023, un grupo de organizaciones regionales y nacionales firmaron una cartasolicitando al presidente Boric que “no transforme a Magallanes en una zona de sacrificio”. En el texto reiteran su “profundo rechazo a la forma en que el gobierno y privados están impulsando el desarrollo de la industria del hidrógeno ‘verde’ a lo largo en el país, siendo el caso de la Región de Magallanes y de la Antártica chilena de extrema preocupación.”
Para Garrido, “es una industria que ya está haciendo presión sobre el territorio en términos sociales, mediáticos y políticos, e interviniendo también localidades y comunas que son extremadamente vulnerables, donde efectivamente es muy fácil llegar con un maletín lleno de esperanza y dinero”.
Esa presión se traduciría en la presencia de profesionales enviados por las empresas ya instaladas en Magallanes y que estarían encargados de vincularse con la comunidad para influir desde diferentes ámbitos: persuadiendo a las juntas de vecinos, a los comités culturales, ofreciendo invernaderos en las escuelas; además de charlas y otros tipos de servicios. “Intervienen el tejido social”, dice Garrido.
Están interviniendo localidades que son extremadamente vulnerables, donde es muy fácil llegar con un maletín lleno de esperanza y dinero
Tanto a ella como a las organizaciones y los expertos que componen el Panel Ciudadano, les preocupa que se intervengan estas comunas que están aisladas y que, asegura, han sido dejadas de lado por el Estado y por los gobiernos regionales, donde la posibilidad de la creación de puestos de trabajo y de mejorar los servicios públicos locales es inevitablemente bienvenida. “Son comunas que tienen deficiencias en términos de electricidad, de alcantarillado, de conexión a internet, de mala educación y de mala salud. Cuando tú vienes con estas promesas es muy fácil encantar”, dice Garrido.
Las empresas representadas por la Asociación de Productores de Hidrógeno Verde de Magallanes no respondieron a las preguntas formuladas por Dialogue Earth. Ana María Ruiz, de Corfo, señaló que el Plan de Acción Hidrógeno Verde contó con una amplia participación ciudadana en Magallanes y que no todos están en contra de la industria. Dijo que la industria se está desarrollando de manera “planificada y ordenada” y tomando en consideración aspectos sociales y ambientales, agregando valor local.
Urquiza reconoce que la apuesta de H2V ocurre en medio de incertidumbres, ya que se trata de una fuente de energía que recién se está desarrollando, por lo que se necesita generar todavía nuevas tecnologías. “Hay varios problemas que no están resueltos para poder bajar los costos de la producción de energía para que sea viable y que, efectivamente, pueda tener un impacto en la transición energética de diferentes sectores”, dice.
“El problema tiene que ver con que esta forma de atacar la descarbonización de la matriz todavía no es viable tecnológicamente”, agrega Garrido.
Según su Plan de Acción del Hidrógeno Verde, el gobierno chileno establecerá las normas sociales, medioambientales y laborales necesarias para la industria antes de 2026. Antes de que termine su mandato a finales de 2025, el presidente Boric espera haber confirmado entre 10 y 12 proyectos de hidrógeno verde para el país.
Este artículo fue publicado originalmente en Dialogue Earth https://dialogue.earth/es/