Con casi 100 mil asistentes, la COP28 âla cumbre de las Naciones Unidas sobre cambio climático en los Emiratos Árabes Unidosâ se parece más a la sede de una Copa Mundial de fútbol o una Exposición Universal que al lugar donde se llevan adelante negociaciones internacionales de vital importancia. No obstante, los gobiernos, la sociedad civil y los representantes del sector privado ya están en la cumbre buscando acordar cómo impulsar una mayor acción contra el cambio climático.
Para América Latina, las respuestas no son sencillas. La región contribuye con menos del 10% de las emisiones mundiales, en su mayoría procedentes del sector energético, la agricultura y el cambio de uso del suelo, y sus líderes han presentado visiones diferentes en la COP28 sobre cómo reducir estas emisiones, aunque coinciden en gran medida en la necesidad de una mayor financiación climática por parte de los países desarrollados.
Los presidentes de dos de las mayores economías latinoamericanas, Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia, aprovecharon sus discursos en la inauguración de la cumbre para manifestar su compromiso con la acción climática, pero reconocieron una responsabilidad menor que la de los países desarrollados, llamamientos a los que se sumaron Santiago Peña, de Paraguay, y Xiomara Castro, de Honduras, además del vicepresidente boliviano David Choquehuanca.
“Como representante de los pueblos del sur global, históricamente colonizados y principales proveedores de recursos, enfrentamos a las peores consecuencias del cambio climático. Mientras tanto, los más poderosos del mundo anuncian planes especiales para escapar a otros planetas, dejando atrás una Tierra devastada”, dijo Castro.
La presidenta hondureña, que presentó una lista de siete medidas sugeridas para abordar la crisis climática, desde el canje de deudahasta la reducción del consumo en las economías desarrolladas, culpó al capitalismo del aumento de las temperaturas en el mundo. El boliviano Choquehuanca se expresó en un tono similar: “El norte global es responsable del desequilibrio global que estamos viendo. Buscan un crecimiento permanente en detrimento del sur”.
Para el brasileño Lula, el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas de los países para hacer frente a la crisis climática no es negociable. “Amenazarlo va en contra de cualquier noción básica de justicia climática. Esta noción exige que se cumplan las obligaciones de financiación y transferencia de tecnología”, añadió.
Por su parte, Petro afirmó que las emisiones “se pueden medir en desigualdad social”, ya que los países ricos son los que más contaminan. “Están expandiendo su consumo de carbono y llevando a la humanidad hacia la crisis”, añadió.
El presidente colombiano también pidió una reestructuración de los sistemas financieros mundiales para ayudar a los países en desarrollo a afrontar los retos del clima y el desarrollo sostenible. Además, hizo un llamamiento a la unidad de los países del sur global en sus posiciones, mientras la cumbre se encamina hacia las negociaciones en su segunda semana.
El debate sobre los combustibles fósiles
La elección de Emiratos Árabes Unidos, líder mundial en la industria del petróleo y el gas, como país anfitrión de la COP28 generó numerosas críticas por parte de activistas medioambientales, al igual que la elección del presidente de la cumbre, Sultán Ahmed Al Jaber, simultáneamente consejero delegado de Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC), la petrolera nacional de su país.
Esto ha contribuido a situar el debate sobre los combustibles fósiles en lo más alto de la agenda de la cumbre. El primer borrador del inventario mundial, cuyo objetivo es evaluar los avances en la lucha contra el cambio climático y determinar qué más se necesita para limitar el calentamiento global a 1,5 °C, menciona tanto la “eliminación progresiva” como la “reducción progresiva” de los combustibles fósiles, una formulación muy controvertida, ya que muchos países dependientes de los combustibles fósiles abogan por la segunda, menos ambiciosa. Es probable que el texto, incluida la incorporación de la palabra “eliminación” o “reducción”, cambie a medida que avancen las negociaciones.
Hasta ahora, la COP28 ha puesto de relieve las diferentes ambiciones y caminos hacia la transición energética entre los países de América Latina, donde algunos, como Argentina, siguen planeando aumentar la producción, mientras que otros, como Colombia, buscan trazar el rumbo hacia un futuro postpetróleo.
El sábado, el presidente colombiano Petro anunció en la cumbre que su país se uniría formalmente a un bloque que promueve un tratado de no proliferación de combustibles fósiles que ponga fin a la exploración y expansión. La campaña, liderada inicialmente por grupos de la sociedad civil, ha recibido hasta ahora el apoyo de 10 países, en su mayoría pequeños estados insulares, y 95 ciudades y gobiernos subnacionales. “Es hora de que más países sigan el ejemplo, en primer lugar las naciones ricas del norte global”, declaró Alex Rafalowicz, director de la iniciativa.
Junto con Chile, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, México y otros 100 países, Colombia también suscribió el compromiso voluntario de triplicar la capacidad de energía renovable para 2030, uno de los acuerdos clave a los que aspiraba la presidencia de la COP28.
Si no eliminamos todos los combustibles fósiles al mismo tiempo, no evitaremos las peores consecuencias de la crisis climática
“Con este compromiso, los países han reconocido acertadamente que las energías renovables son el futuro de las necesidades de generación de energía de la Tierra, pero si no eliminamos todos los combustibles fósiles al mismo tiempo, no evitaremos las peores consecuencias de la crisis climática”, declaró Dean Cooper, responsable mundial de energía de WWF, en relación con el compromiso sobre energías renovables.
Entre otros anuncios destacados que consiguieron signatarios latinoamericanos figura el compromiso voluntario de 50 empresas petroleras de alcanzar cero emisiones netas en sus operaciones para 2050, incluidas las empresas estatales Petrobras de Brasil e YPF de Argentina. La Carta de Descarbonización del Petróleo y el Gas, aclamada por Al Jaber como un “gran primer paso” para la industria, ha sido recibida con duras críticas: en una carta abierta, 320 grupos ecologistas calificaron los compromisos voluntarios como una “cortina de humo” y una “distracción peligrosa”, que “busca hacer pasar como ecologista a la industria de los combustibles fósiles”, y pidieron que se negocie una eliminación total en la COP28.
Lula da Silva fue una de las estrellas de la COP27 el año pasado y, desde su regreso a la presidencia de Brasil en enero, ha realizado notables progresos sobre algunas de sus promesas ambientales, claves en su campaña, sobre todo en la reducción de las tasas de deforestación del país. La COP28, sin embargo, fue un escenario más complejo para el líder sudamericano.
Aunque reconoció el progreso y el potencial de las energías renovables en Brasil, Lula se enfrentó al escrutinio de los activistas por la entrada de Brasil âanunciada en la misma COPâ a la OPEP+, un grupo compuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados productores de petróleo. “¿El país quiere ser un líder climático o un Estado dependiente de los combustibles fósiles? No puede ser las dos cosas a la vez”, afirmó Peri Dias, representante para América Latina de la organización ecologista 350.org, durante su intervención en la COP28. En una reunión con ONG brasileñas en la COP, Lula afirmó que al unirse a la OPEP+ podría “ayudar a convencer a los mayores productores de petróleo” de que utilicen sus beneficios para apoyar la transición energética.
Agricultura y comercio
Pero no todo ha tenido que ver con los combustibles fósiles en la COP28 hasta el momento. Los debates sobre agricultura también ocupan un lugar destacado en la agenda de los gobiernos latinoamericanos. Brasil y Argentina, potencias agrícolas de la región, compartieron preocupaciones similares sobre posibles cambios en las normativas comerciales destinadas a evitar daños medioambientales en el sector. Además, varios países latinoamericanos se unieron a una declaración para reducir las emisiones de la agricultura.
Apenas comenzó la COP28, Brasil, en nombre del bloque BASIC de negociación climática que también incluye a India, China y Sudáfrica, pidió que se incluyera en el orden del día de la cumbre su preocupación por las “medidas comerciales unilaterales y coercitivas”. Los países, dice la carta de Brasil a los secretarios de la COP, deberían “reiterar su oposición a la politización de las cuestiones relacionadas con el cambio climático y a todas las formas de unilateralismo y proteccionismo”.
Aunque finalmente no se incluyó en el orden del día de la COP, la petición de Brasil fue una reacción a la nueva ley de la Unión Europea (UE) para prohibir las importaciones de materias primas asociadas a la deforestación, así como a una cláusula medioambiental que la UE incluyó este año como requisito adicional para un acuerdo comercial con Mercosur, el bloque comercial sudamericano que Brasil comparte con Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, recientemente incorporado.
Argentina compartió preocupaciones similares y publicó una declaración conjunta con grupos del sector agroalimentario. Sin hacer referencia específica a la UE, denunció “medidas comerciales unilaterales restrictivas o distorsivas que, lejos de buscar obtener resultados legítimos en materia ambiental, tienen como objetivo proteger a sus industrias y mercados internos frente a la competencia internacional”.
Durante su estancia en la COP28, Lula se reunió con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y con el presidente español, Pedro Sánchez, y dijo que los dos bloques estaban a punto de cerrar el retrasado acuerdo comercial, acordado en 2019 pero aún sin formalizar. La UE pisó el freno después de que el expresidente brasileño Jair Bolsonaro asumiera el cargo en 2019, pero Lula, que actualmente ocupa la presidencia del Mercosur, está ansioso por efectivizar el acuerdo.
El bloque Mercosur celebrará este jueves una reunión presidencial en Brasil, donde parecía que el acuerdo iba a debatirse e incluso a cerrarse. Sin embargo, el acuerdo se tambalea una vez más: en la COP, el presidente francés Emmanuel Macron afirmó que el acuerdo, en su forma actual, “no es bueno para nadie”, mientras que, se espera, las decisiones se aplazarán hasta la asunción de Javier Milei el próximo domingo. La UE, por su parte, ha cancelado la asistencia de su responsable de Comercio al evento.
En la COP28, Brasil firmó una declaración voluntaria sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción por el clima, junto con otros 133 países, entre ellos Chile, Colombia, México, Nicaragua, Perú, Uruguay y Venezuela. La declaración insta a seguir incorporando la agricultura a los planes climáticos de los países y a aumentar la reducción de emisiones en el sector.
Argentina y Paraguay estuvieron ausentes del compromiso. La delegación argentina no firmará ningún nuevo compromiso en la COP28 a días del cambio de gobierno. En cuanto a Paraguay, documentos oficiales a los que tuvo acceso el medio El Surti muestran cómo la agroindustria ha influido en la posición del país en la cumbre, incluso restando importancia al papel del sector en las emisiones climáticas.
La COP28 durará hasta el 12 de diciembre, y la segunda semana se dedicará en gran parte a las negociaciones, mientras los delegados âmuchos ya aparentemente cansadosâ intentan llegar a una conclusión sobre la declaración final de la cumbre.
Este artículo se realizó en el marco de la Climate Change Media Partnership 2023, una beca de periodismo organizada por la red Earth Journalism Network de Internews y el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad, y fue publicado en Diálogo Chino https://dialogochino.net/es/