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Hace poco más de 20 años, al llegar a cualquier destino tras un viaje por carretera, era obligatorio rascar el parabrisas del coche para despegar los insectos pegados al cristal. Muchos de ellos, algún tipo de mariposa. Ahora eso ya no pasa. ¿Buena noticia? En realidad, no es más que un síntoma de la desaparición de innumerables ejemplares. En España, que es un paraíso de mariposas por riqueza y variedad, se ha extendido la sombra del peligro de extinción sobre muchas poblaciones. Como en el resto de Europa, se desploman en una suerte de holocausto que no parece tener freno.
En España hay más de 5.300 especies de mariposas. La mayoría son nocturnas, las que se conocen como polillas o heteróceros. Solo de estas variedades se han contabilizado unas 5.130 especies, la mitad de todas las que hay en Europa, según el recuento de la Asociación Zerynthia. Además, por la península ibérica y los archipiélagos vuelan 258 tipos diferentes de mariposas diurnas.
Así que estas latitudes conforman el segundo país más biodiverso del continente en cuanto a lepidópteros, solo por detrás de Italia. Zeryntihia subraya que hay 26 especies diurnas únicas en la península y las Islas Canarias. Es decir, de todas las mariposas de luz que revolotean por campos y bosques españoles, más del 10% son únicas en todo el planeta.
“En general hay poca conciencia del declive, no solo de las mariposas, sino de todos los insectos”, cuenta el presidente de Zerynthia, Yeray Monasterio. La interconexión entre mariposas y humanos es crucial: “Es algo que nos afecta de manera directa. Que los ecosistemas funcionen correctamente debe importarnos porque vivimos de los ecosistemas”, cuenta Monasterio.
Y sin embargo, solo 13 especies de mariposas están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección, el LESPE. Tres de ellas tienen una catalogación específica: una está considerada en estado vulnerable y dos en peligro de extinción.
De desconocida al peligro de extinción en solo 25 años
La historia de una de esas dos variedades comenzó en 1982. Un entomólogo italiano, de regreso a casa desde el norte de África, decidió hacer escala en Granada. La casualidad quiso que Filippo Fabiano fuera experto en mariposas y que, al pasearse por la desértica Hoya de Baza, reparara en el revoloteo amarillo de un lepidóptero que le recordaba los insectos que podía haber visto en el Magreb. Elphinstonia charlonia, pensó. Estaba equivocado, pero fue un error feliz.
Fabiano regresó a Baza en 1993 a buscar más ejemplares, tras detectarse supuestas primas de esa mariposa norteafricana en Los Monegros aragoneses. Encontró más. Al final, lo que empezó como el hallazgo de una mariposa africana que había llegado a la península ibérica terminó por convertirse en el descubrimiento de la rarísima Euchloe bazae, la azufrada ibérica. Una mariposa única que solo vuela en unos escasos kilómetros cuadrados de Granada y Aragón. En 2019, la también conocida como puntaverdosa fue declarada en peligro de extinción: de recién descubierta para la ciencia a máximo nivel de amenaza en poco más de 25 años.
“En realidad fue una buena noticia porque así hay una herramienta para protegerla realmente”, considera Yeray Monasterio, que fue uno de los investigadores que propusieron su catalogación en 2016. “Un instrumento para que, si se planea una infraestructura que arriesga su hábitat, haya recursos para paralizarlo porque está atravesando un ecosistema muy escaso”.
Cuando los colegas entomólogos europeos vienen a España alucinan porque ven una especie como del desierto, parece que te has trasladado al Magreb; no entendían que algo tan exclusivo no estuviera protegido
Euchloe bazae es una mariposa temprana que sale a volar la última semana de febrero, se aparea, genera una segunda generación de mariposas que es la que completa el ciclo y crea la descendencia que hibernará como crisálidas hasta el siguiente febrero.
“Cuando los colegas entomólogos europeos vienen a España alucinan porque ven una especie como del desierto, parece que te has trasladado al Magreb”, relata Monasterio. “Y no entendían que algo tan exclusivo no estuviera protegido. Era evidente que había que proponerla porque es de las del top cinco de mariposas amenazadas en España”, recuerda.
En 2017, el Comité científico del Ministerio de Medio Ambiente reconocía “las características únicas de la especie, la limitada distribución, el declive poblacional y las amenazas”. Proponía calificarla como en peligro de extinción. La declaración demoró otros dos años.
La azufrada es un símbolo de la necesidad de conocimiento. Fueron las investigaciones genéticas las que dijeron: esta mariposa no es un ejemplar viajero, es una especie nueva y diferente que solo se da en la península ibérica. “Si no tiene nombre es como si no existiera. Hasta que no se determina que se trata de algo diferente, no comienza la protección”, remacha Monasterio.
La mariposa que alertó del cambio climático
Cuando llegó el aviso de que algo estaba ocurriendo en lo alto de la montaña de Sierra Nevada (Granada) no sonaron alarmas estridentes. Fue algo mucho más sutil. Solo podían detectarlo las pocas personas que, desde hace décadas, suben a los montes y cuentan mariposas. No es una forma de hablar. La única manera de saber si una especie crece o decrece es a base de paseos y recuentos. Caminar, contar y anotar.
Algunos ejemplares ya no estaban en el mismo lugar en el que antes habían revoloteado. Unas mariposas estaban un poco más arriba, otras en otro rincón del cono que forma la montaña. Las mariposas se habían mudado para huir del calor.
En lo alto del macizo vive la Polyommatus golgus, la segunda especie oficialmente en peligro de extinción en España. Esta mariposa lleva tiempo demostrando que el clima está sufriendo fuertes cambios. La niña de Sierra Nevada se muda hacia las partes más altas de la montaña en busca del frío en un ejercicio de supervivencia.
Este lepidóptero se encuentra ya al límite de su óptimo climático. ¿Esto qué significa? Que a medida que en las áreas en las que viven hace cada vez más calor, ellas buscan parches nuevos en puntos más altos de la montaña. Pero llegará un momento en el que ya no puedan subir más y, si no se encuentran soluciones a tiempo, muchas especies como esta desaparecerán de forma irreversible.
“Viven aquí porque hace mucho tiempo se dieron unas condiciones frías, durante las glaciaciones, y quedaron aisladas en estas montañas del sur de la península Ibérica”, explica el zoólogo y técnico de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de Andalucía José Miguel Barea. Aguantaron aquí “porque se daban unas condiciones de frío en altitud que habían desaparecido del territorio circundante”, añade.
El cambio climático amenaza este frágil equilibrio porque la tendencia implacable es la del calentamiento. “Los modelos predicen que cada vez va a tener menos áreas de distribución”, asegura el profesor de Zoología de la Autónoma de Madrid Miguel López Munguira. “Las montañas son como conos y cuando el rango se desplaza hacia arriba, la superficie que ocupa el hábitat de la especie se reduce. Es un efecto puramente geométrico”.
La niña de Sierra Nevada, pequeña y azulada, destaca por su gran belleza y es fácil de diferenciar. Los machos tienen el anverso de sus alas del característico azul cielo. Esta mariposa vuela entre los 2.150 y los 2.750 metros.
Revolotear en apenas 60 hectáreas
Hay otra especie de mariposa todavía más amenazada en Sierra Nevada, aunque no esté en el listado de peligro inminente. Conocida como la mariposa del Puerto del Lobo, la Agriades zullichi, de color gris azulado, es tan escasa que podría desaparecer.
“Conocemos 39 poblaciones en Sierra Nevada y ocupa una extensión muy reducida. Esa es toda el área de distribución de esta especie en todo el mundo. Además, algunas de esas poblaciones son muy pequeñas, por ejemplo, de menos de 50 metros cuadrados”, describe Barea.
Si se pierde de ahí, esa especie se habrá perdido del planeta
La mariposa del Puerto del Lobo ocupa poco más de 60 hectáreas. Y eso es muy poco, remata el técnico. “Si se pierde de ahí, esa especie se habrá perdido del planeta”. La especie vuela a una altitud media de 2.680 metros y sus larvas se alimentan exclusivamente de hojas y flores de Androsace vitaliana subsp. nevadensis, planta que ha sido catalogada como en estado vulnerable.
Que las mariposas están desapareciendo es algo “palpable”. “La gente que llevamos saliendo al campo un tiempo y los que son más mayores que nosotros dicen que cada vez hay menos insectos y menos mariposas”, lamenta Barea.
“Los insectos son el grupo de seres vivos más abundante. Suponen más del 80% de la biodiversidad animal conocida y eso abruma a las administraciones”, explica el investigador de Zerynthia. “No es que no se sepa que hay muchas especies de mariposas valiosas y amenazadas, pero es como una caja de Pandora que da miedo abrir porque serían muchas las variedades que habría que incluir y proteger”.
De hecho, el listado español es una traducción de la normativa europea que incluye las especies que deben protegerse a nivel continental y que España tiene la obligación de blindar por ser miembro de la UE. Algunas pueden incluso ser comunes en la península. “No tiene en cuenta los endemismos españoles, que hay muchos. Algunas mariposas solo crecen en una isla del archipiélago de Canarias”, remata Monasterio.
“En estos momentos sospechamos que ya ha habido una extinción debido al cambio climático de una de las poblaciones de la Parnasius apollo en Andalucía y muy posiblemente se deba a que ya estaba arriba del todo del sistema montañoso”, explica Miguel López Munguira. No pudo huir más.
Cuando una mariposa se extingue, más allá de que desaparezca algo que es bonito dentro del universo, supone perder un bioindicador. Si una especie de mariposa queda extinta, se puede suponer que algo está pasando también en otras especies que se conocen menos, pero igual de importantes dentro del equilibrio del mundo natural. También se pierde capacidad polinizadora que puede incidir en el devenir de muchas plantas. “La mariposa es algo así como la pistola humeante que nos está indicando la catástrofe que está sucediendo en los ecosistemas naturales”, zanja el zoólogo
Un mundo, un país, sin mariposas es impensable. No funcionaría. Cada especie cumple su cometido y, aún así, ciertas variedades llevan pegadas a sus alas historias especiales: nos han avisado de cómo avanza la crisis climática o recuerdan lo vulnerables y únicas que son. Que merece la pena estudiarlas y protegerlas.
Ilustraciones: Teresa Such; imágenes animadas: Pedro Perles; fotografías: Wolfgang Wagner
RR/CAB/DV