“En este momento de mi vida me empiezo a preguntar si una película que vi a los 20 la puedo dar por vista o ya no, o si hay que empezar todo de nuevo”, escribe Romina Paula en su columna de los sábados para elDiarioAR (a propósito: qué lujo tener a una escritora como ella por acá, cada quince días nos regala un recuerdo absorbente, ideas que no vienen con rótulo pomposo, pero que se pegan como abrojos; un momento de calma, un sacudón, vean).
Me acordé de eso porque terminé de releer por estos días The Cider House Rules de John Irving (la edición en español lleva como título Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra). La había leído hace bastante, después de quedar como loca cuando terminé la apasionante A Widow for One Year (otra traducción rara para Irving, por no decir polémica: en español es Una mujer difícil) y en ese momento se me hizo un poco cuesta arriba, la atravesé en cuotas, la estiré.
Ahora, casi diez años después, me atrapó tanto que volvería a sus páginas apenas termine de escribir esto. ¿Qué pasó en el medio, además de una década, una vida, un mundo?
Vuelvo a lo que dice Romina, vuelvo al principio: ¿será hora de empezar con algunas cosas de nuevo? ¿Por dónde arrancar? ¿Cómo?
Por ahora no me decido, me distraigo, me engancho de lo urgente, me enredo. Pero junté algunas lianas que les dejo por acá para este mientras tanto de frío, inquietud y preguntas.
1. Otras cosas por las que llorar, Luciana De Luca. Se lee de un tirón, como cuando el mar te lleva para adentro y la sombrilla que usabas como referencia dejó de ser una sombrilla y se convirtió en un punto difuso. O mejor: como el río Salado, que aparece en el libro, cuando se desborda y arrasa de repente.
Otras cosas por las que llorar, la primera novela de la escritora argentina Luciana De Luca, es una suerte de gran soliloquio de Carolina, una mujer mayor que se empieza a debilitar. Hay descripciones como latigazos: cortas, punzantes, al hueso (de paso: hay muchas referencias óseas a lo largo de todo el libro, que tiene como protagonista a una mujer en un cuerpo que muta). Y hay literatura: oraciones que se anudan, que vuelven sobre sí mismas, que corroen, que iluminan.
Me gustó especialmente cómo, llena de imágenes mínimas y poderosas como una epifanía, la autora te va metiendo en un universo de plantas, reclamos, memorias de inmigrantes, trapos, cosas por las que llorar y amores en el que, ahí donde muchos ven quietud o pasividad, hay una vida. Eso que parece estar al fondo, al final del pasillo, en el patio, se mueve y sacude a quienes lo rodean. Movimiento, las cosas tienen movimiento, como dice la canción.
Confieso que no conocía el trabajo de Luciana De Luca y este libro –como toda sorpresa buena– me dejó con ganas de mucho más. Es que la prosa de Otras cosas por las que llorar me llevó a un barrio al que quiero volver cuanto antes. En principio voy a ir detrás de los cuentos y a buscar la obra anterior de la autora, que nació en Buenos Aires en 1978, participó de distintas antologías y publicó el libro para niños Soy un jardín, entre otros.
2. Line of Duty. Según el diario británico The Guardian –del que se pueden leer varios artículos en elDiarioAR en castellano por acá, no lo olviden–, el domingo pasado 12.8 millones de espectadores británicos (56,2% de la audiencia de televisión del Reino Unido) se prendieron a las pantallas para ver el final de la sexta temporada de Line of Duty, la serie policial por excelencia de ese país.
Como cualquier fenómeno popular, no resulta sencillo explicar el éxito o por qué tanta gente se enganchó desde su estreno en 2012. Lo que sí se puede desandar es cierta fórmula, que en el caso de Line of Duty combina un relato clásico atrapante, de investigadores policiales ajustados –todos los policías de la serie tienen líos personales no resueltos, sus propios enigmas, pero acá eso no es el centro ni se trata de grandes personajes carismáticos–, con una superproducción para las tomas de persecuciones y tiros y casos que se van entrecruzando.
El eje de Line of Duty es la unidad de asuntos internos de la policía, es decir que se trata de agentes que investigan a miembros de su propia fuerza. Se trata, además, del primer gran éxito del guionista Jed Mercurio, que luego sorprendió con otros hits, como Bodyguard (está disponible en Netflix y es 100% adictiva) y recientemente estrenó Bloodlands (súper recomendable, circula por pasillos non sanctos de internet por ahora).
Para aquellos que estén en busca de algo de acción a través de la pantalla, Line of Duty, con sus recovecos y su sobriedad inalterable a través de seis temporadas, es excelente. No queda claro, por ahora, si continuará y su creador fue elusivo a la hora de responder sobre el futuro de la serie. El episodio final dejó algunos hilos sin cerrar, por las dudas, y los fans debaten desde el domingo en las redes.
Line of Duty, con Martin Compston, Vicky McClure y Adrian Dunbar, se puede ver en la plataforma AcornTV. En Netflix está disponible a partir de la tercera temporada.
3. #1libroen4cuadrados. Mariana Ruiz Johnson es una ilustradora y autora argentina de libros plagados de colores, de naturaleza, de animales que hablan y de preguntas. Estudió Bellas artes e ilustración de libros para niños y su trabajo fue premiado y editado en distintas partes del mundo (no dejen de pasar por su obra, les aseguro que es fascinante para chicos y grandes).
En algún momento de 2020 –algún día habrá que repasar esa eclosión de actividades en las redes sociales desde que bailamos al ritmo del virus y pasamos más tiempo adentro– con otra ilustradora, Julia Barata, propusieron una idea de la que terminaron participando varios artistas visuales.
Con el hashtag #1libroen4cuadrados, convocaron a ilustradores, dibujantes y artistas plásticos de todos lados a hacer reseñas en cuatro viñetas de libros que estuvieran leyendo o tuvieran ganas de compartir con los demás.
El resultado: un montón de ilustraciones preciosas (pasen por este lugar, les aseguro que lo van a disfrutar) de clásicos de todos los tiempos y también de textos recientes.
Las reseñas en cuatro cuadrados no se detuvieron y siguen sumándose. De hecho la propia Mariana Ruiz Johnson subió por estos a su cuenta de Instagram su reseña ilustrada de Mirarse de frente, de Vivian Gornick. ¡No se la pierdan!
4. Tres clásicos del cine coreano. En una edición anterior de Mil lianas hablamos del amor que sentimos por Corea y por su enorme producción cultural, que por estos días se expresa en la música, las series, los libros y todo tipo de producto audiovisual. Quizá el pico de ese boom llegó con el suceso de la película Parasite, que arrasó en festivales y hasta se llevó varios Oscar.
Quienes estén interesados en buscar las raíces de un fenómeno que no es nuevo pero sí muy vibrante, tienen ahora la oportunidad de ver clásicos del cine coreano, que han sido restaurados por el Korean Film Archive y están disponibles desde esta semana en la Sala Lugones del Complejo Teatral de Buenos Aires, en su modalidad virtual, en colaboración con el Centro Cultural Coreano en Argentina.
La selección está integrada por el policial social y político El último testigo (1980), de Lee Doo-yong; La madre alquilada (1987), de Im Kwon-taek, y La bala perdida, de Yu Hyun-mok, considerada por la crítica especializada como una de las mejores y más importantes películas en la historia del cine coreano.
Se puede acceder a las proyecciones de la Sala Leopoldo Lugones virtual en la plataforma del Ministerio de Cultura porteño y en la web del Complejo Teatral de Buenos Aires. Cada título estará disponible durante siete días. Más información del ciclo, por acá.
¡Hasta la próxima!
AL