En medio de la catástrofe ambiental y ecológica que atraviesa la provincia de Corrientes, declarada zona de desastre este viernes, y aún con los campos y pastizales ardiendo, nadie se anima a señalar en voz alta a los responsables. Más allá de las chicanas políticas entre funcionarios de la provincia y del gobierno nacional, productores, investigadores y funcionarios son cautos sobre el tema. Sin embargo, las fuentes consultadas por elDiarioAR coinciden en el diagnóstico: en todos los órdenes, faltaron medidas para moderar el impacto de los incendios que desde hace meses se preveían para la región y que desde hace décadas son parte de la realidad provincial.
Indagando la responsabilidad por la crisis desatada en Corrientes no tiene un único nombre. Es compartida por parte de la población correntina que incluye autoridades provinciales y municipales, productores de diversos rubros, campesinos, desarrolladores inmobiliarios, y vecinos desatentos. Así lo entiende, entre otros, Ignacio Contreras, investigador del Grupo de Geografía Física del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CONICET - UNNE) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE): “Subestimamos la amenaza y la severidad de estas sequias extremas. Subestimamos todos, no sólo los tomadores de decisiones”.
En dialogo con elDiarioAR, sostuvo que las inundaciones siempre fueron el foco de las preocupaciones de autoridades, funcionarios e investigadores de la región. Un error central dada la variabilidad climática tan extrema que caracteriza a la provincia de Corrientes. “Siempre tenemos estos incendios, tal vez no en la magnitud actual, pero es necesario que pongamos en el centro de nuestras preocupaciones a las sequías y en planificar la mitigación de esta amenaza”, explicó.
Contreras brindó detalles que ayudan a comprender las razones materiales que, tras dos años de lluvias escasas, provocaron incendios imparables. “Veníamos de inundaciones muy grandes que duraron muchos años, y eso generó un montón de biomasa, vegetación asociada a esteros y lagunas, esa vegetación se secó y generó material sumamente inflamable. Por eso vemos, hoy vemos incendios que se encuentran sobre los humedales”, explicó.
Esta característica de los incendios fue una de las que más llamó la atención. Es que en zonas históricamente anegadas o con “un pelo” de agua, se produjeron quemas de grandes extensiones. Más del 80 por ciento de las 800 mil hectáreas quemadas se corresponden con pastizales, malezas, esteros y bañados.
Cambio climático
Las incidencias climáticas cada vez son más extremas alrededor del mundo. En Corrientes, la situación se agrava porque de manera cíclica presenta condiciones extremas, pasando de la sequía a las inundaciones en tiempos relativamente cortos. Con ese telón de fondo, la provincia propició a través del impulso sostenido de políticas públicas, la producción forestal, que hoy se convirtió en uno de los principales focos de incendios en todo el territorio.
Al respecto, Contreras entiende que “con el desarrollo de la actividad forestal, el objetivo era ampliar la superficie de pinos y eucaliptos, pero no son solo árboles exóticos, sino que también son muy inflamables, porque su hojarasca no tiene descomponedores naturales”. “No se pensó que esto podía pasar”, consideró. Ambientalistas de distintas líneas son mucho más críticos que Contreras, quien entiende que la producción podría alcanzar un nivel más sustentable, en especial si se cumplieran condiciones más adecuadas para el manejo del fuego.
Forestación y brigadas privadas
Al poner sobre la mesa los factores que posibilitaron este desastre, especialistas y productores consultados por eldiarioar.com coincidieron en varios puntos: el desarrollo inmobiliario desregularizado, la quema como una práctica ancestral para la regeneración del suelo y para mejorar las pasturas o deshacerse de la basura y la falta de políticas claras para el manejo intencional del fuego. El último cuestionamiento apunta de manera directa contra los organismos oficiales por desentenderse del control de los incendios. Todos señalaron la urgente necesidad de contar con brigadas de bomberos profesionales, que dependan del estado provincial, en todo el territorio y no sólo del voluntarismo ciudadano o de los intereses de las empresas forestales.
Para comprender el panorama, se puede mencionar que en Corrientes quienes asisten a controlar los incendios son, en primer lugar, bomberos voluntarios organizados a través de una sociedad civil, que cuentan con fondos públicos a través de subsidios y, de manera central, con la colaboración de la comunidad. Los bomberos voluntarios de Corrientes tienen más de 40 cuarteles en toda la provincia y son quienes están en la primera línea del combate. En un segundo orden, están en funciones el cuerpo de bomberos de la Policía de la provincia, que solo tiene dos cuarteles en la ciudad de Corrientes y unos pocos efectivos. En tanto, Defensa Civil asiste en general a través de la coordinación de los desastres. Finalmente, se encuentran los brigadistas forestales que están empleados por más de 30 empresas nucleadas en el Consorcio de Manejo del Fuego de la Asociación Forestal de Corrientes, con sede en la ciudad de Gobernador Virasoro.
De esta manera, el gobierno de la provincia no tiene una política pública coordinada ni organizada frente a los eventos climáticos, que forman parte de la estacionalidad y que cada vez son más recurrentes. Incluso desde dentro del mismo espacio político del gobernador Gustavo Valdés se cuestiona la reacción tardía e improvisada frente al desastre ecológico y ambiental.
El ex ministro de la Producción de Corrientes, Jorge Vara, que formó parte del gobierno de Valdés durante diez años y a cuyo espacio representa en la Cámara de Diputados de la Nación, no ahorró críticas sobre el manejo de la catástrofe. En una extensa entrevista con un medio platense, sostuvo que el gobierno provincial basó sus expectativas durante demasiado tiempo en el apoyo de la Nación. “En función de la experiencia, yo no hubiera esperado tanto porque en esto es importante actuar rápido. Inicialmente nos quedamos esperando una ayuda que después no fue tal, o fue menor”, indicó y agregó que: “Esto no significa que no se estuviera actuando antes de recibir esas ayudas, Defensa Civil estaba actuando, los cuarteles de bomberos estaban sobre la situación, pero no se contaba con los elementos necesarios”.
Vara, uno de los principales productores de arroz de la provincia y referente central del sector productivo, indicó que se sabía de la posibilidad de una sequía extrema en el área y no hubo previsión para afrontar la situación: “En la provincia no había estacionado un solo avión para la lucha contra el fuego. Y ya se sabía desde septiembre u octubre que podíamos tener una seca fuerte en el área y lo que podía llegar a pasar. Podía ser un poco más en Chaco, en Formosa, o en Corrientes y Misiones como está ocurriendo ahora. Cuando viene una Niña o un Niño uno no puede prever exactamente dónde será el epicentro, pero sí que a la región le va a pegar. Esto iba a caer en el litoral, y creo que a nivel regional se tendría que haber montado un operativo fuerte para actuar donde cayera, y eso es lo que no ocurrió”.
“Faltó previsión, falta profesionalismo y falta apoyo de Nación a las provincias. Y otra cosa es que las provincias no pueden estar dependiendo tanto de nación, tienen que prepararse para valerse por sí mismas, porque ¿de qué sirve echarle la culpa a la nación cuando perdiste 500 millones de dólares que vos como provincia podrías haber prevenido con 20 o 30 millones de dólares?”, apuntó.
Ahora, con todos los focos puestos en Corrientes, con la atención y los recursos dispuestos del Gobierno Nacional, de once provincias y varios países; la situación se comienza a encauzar. Lentamente comenzó a llover y el pronóstico indica que el agua continúe durante toda la semana, trayendo el alivio tan esperado. Sin embargo, allí donde el fuego se extinga persistirá el drama de la reconstrucción.
AdlR