Subsidios a las escuelas privadas: para los especialistas son imprescindibles, pero deberían ser más transparentes y justos

Tras el mensaje del ministro de Seguridad Aníbal Fernández a Cristian Dzwonik, más conocido como Nik, con alusión al colegio al que van sus hijas y al subsidio estatal que recibe esta escuela porteña, se abrió una polémica en las redes sobre los aportes a la educación privada, que en la Ciudad constituyen un 17% del presupuesto total destinado a la educación. Especialistas consultados por elDiarioAr opinan que este subsidio es imprescindible para la existencia del sistema educativo argentino, aunque debería ser más transparente y seguir criterios objetivos de justicia social y redistributiva, sobre todo en CABA. 

De acuerdo al Presupuesto 2021 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Ministerio de Educación porteño destina 18.051.424.198 pesos a transferencias a escuelas del sector privado, a través de los fondos que reparte la Dirección General de Educación de Gestión Privada: el 17,1% del presupuesto total asignado para el año 2021 a la cartera que dirige Soledad Acuña. Las escuelas estatales porteñas recibirán, en 2021, 51.323.390.776 pesos, casi un 48% de los fondos totales. 

¿Es mucho? ¿Es poco? ¿Debería el Gobierno de la Ciudad y los demás gobiernos provinciales (las transferencias a las escuelas son competencia de las provincias) no aportar nada para las instituciones privadas, como muchos comentaron a través de twitter en los últimos días luego del polémico mensaje de Aníbal Fernández? 

“El Estado necesita a las escuelas privadas: si no, colapsaría el sistema educativo”, asegura en diálogo con ElDiarioAR Mariano Narodowski, reconocido pedagogo y quien fuera ministro de Educación de la Ciudad bajo la primera gestión de Mauricio Macri. “En un escenario hipotético donde un gobierno provincial, por ejemplo el de la Ciudad, deje de financiar a las escuelas privadas, el precio de las cuotas se iría por las nubes. Muchos alumnos se pasarían a escuelas públicas, pero con ese 17% que el gobierno les quitaría a las privadas no alcanzaría para sostener a esos mismos alumnos ahora en escuelas públicas, porque allí hay que comprar pupitres, construir edificios, pagar la luz y el agua”, explica Narodowski. “Así se construyó el sistema educativo en Argentina, respaldándose en el gasto privado”. 

“La Ciudad de Buenos Aires, con un 17% del financiamiento público para educación privada, sostiene al 50% de los alumnos (en CABA solo la mitad de los alumnos asiste a una escuela pública), entonces el gasto estatal es super eficiente”, sostiene Narodowski. 

¿Estas transferencias aumentaron en la Ciudad a lo largo del tiempo? Si seguimos la trayectoria de los aportes a escuelas privadas, desde hace años se mantienen en un porcentaje de alrededor del 16/17% con respecto al total de los fondos que dispone anualmente el Ministerio de Educación de la Ciudad. Por sólo nombrar dos ejemplos, en 2020 la Ciudad destinó $14.105 millones a subsidiar escuelas privadas, también un 17% del presupuesto destinado a ese año; en 2016, les asignó 4.008 millones de pesos, un 16% del presupuesto. 

Aunque siempre se mantuvo más o menos en los mismos niveles, Narodowski asegura que con ese mismo presupuesto, las escuelas privadas fueron atendiendo cada vez más alumnos (“En una aula donde antes había 25 ahora hay 30”, asegura), una tendencia cada vez más pronunciada a partir del 2003. “O sea que el gasto estatal por alumno con financiamiento público en escuelas privadas fue bajando a lo largo del tiempo”, comenta. 

Agustín Claus, especialista en Políticas Educativas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), coincide con Narodowski en que las transferencias son necesarias. “Muchas escuelas que reciben una subvención alta tienen un muy bajo nivel de arancel, lo que las vuelve accesibles para muchos alumnos. Eso para el Estado es más eficiente que ampliar la oferta de escuelas públicas”, comenta en diálogo con ElDiarioAR

Tanto Narodowski como Claus aseguran que lo que falta es transparencia en cómo se reparten los fondos, tanto en el sector estatal como en el privado. Claus asegura además que la clave de la cuestión no está en la discusión transferencias sí versus transferencias no, sino con qué criterios se asignan. “La distribución a la gestión privada ha sido siempre muy discrecional en la Ciudad. Los aportes deberían basarse en criterios de justicia social y redistributiva, asignando un mayor porcentaje de subvención a los alumnos que más lo necesiten”, asegura Claus. “Debería haber un instrumento que contemple el contexto social y económico, la situación de vulnerabilidad, para clasificar los aportes”. 

Desde la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), coinciden con Claus. “El hecho de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires asigne subsidios a escuelas de gestión privada de altos ingresos no parecería razonable ni justificado por la normativa vigente”, aseguran desde la ONG. “Eso se agrava cuando vemos los niveles de financiamiento que está sufriendo la educación de gestión estatal: vemos una reducción en el gasto porteño en infraestructura escolar, mantenimiento, adaptación de aulas en situación de COVID”. 

“La Constitución de la Ciudad de Buenos Aires establece la obligación de priorizar y de hacerse cargo de la obligación pública de gestión estatal, priorizándola. El GCBA ha tenido una lógica de continuar aumentando la inversión en las escuelas de gestión privada”, concluyen desde ACIJ. 

El Ministerio de Educación de la Ciudad no dio su respuesta ante la pregunta de este medio acerca de cuáles son los criterios que definen el aporte que recibirán las escuelas privadas de la Ciudad. 

¿Cómo es la situación en la Provincia de Buenos Aires? 

Para Claus, la Provincia de Buenos Aires tiene una escala de porcentajes de subvención donde se consideran criterios más objetivos, como el origen socioeconómico del alumnado y la localización geográfica de la escuela. 

Las transferencias a escuelas privadas en PBA rondan alrededor del 11% del presupuesto total destinado a la educación, aunque con el correr de los años este fue aumentando ligeramente. Mientras que en el año 2009 los aportes a escuelas privadas fueron de 1.922 millones de pesos, un 10% del total del presupuesto según datos de la Contaduría General Bonaerense, en 2019 fueron de 28.321 millones, un 12% con respecto al total. 

El porcentaje es menor, en parte, porque aproximadamente un 38% de los alumnos concurren a escuelas privadas, en comparación con el 50% que asiste en CABA. Para Claus, sin embargo, los factores políticos tienen injerencia en esta diferencia de aportes en la Provincia y en la Ciudad. “Hay distintos criterios de gobierno. La diferencia en el porcentaje de transferencias tiene que ver con las decisiones del ejecutivo al mando y de en donde deciden poner foco”, asegura. 

En el resto del país

Según los últimos datos disponibles de la Coordinación General de Estudio de Costos del Sistema Educativo (CGECSE) del Ministerio de Educación de la Nación, para 2018 entre las provincias que menos aportaban para la educación privada se encontraban Chubut, con un 4,2% de subsidios a escuelas particulares, Jujuy, con un 4,4%, y Formosa, con un 4,5%. Entre las que más transferencias realizaban se encontraban Córdoba, con un 21,5% y Santa Fe, con un 19,5%. 

Pese al pedido de ElDiarioAR, desde el Ministerio de Educación de la Nación no proporcionaron datos actualizados para 2019 y 2020 sobre los aportes hechos para la educación privada en cada una de las provincias. 

Narodowski asegura que las diferencias en las transferencias interprovinciales se explican por la importancia de las escuelas privadas con respecto al total de instituciones. “Córdoba tiene escuelas privadas muy importantes y Formosa tiene muy pocas”, comenta. “Las grandes ciudades tienen entre el 40 y el 50% de educación privada: en el Gran Tucuman, en Yerba Buena, un 60% del alumnado va a escuela privada”. 

AS/WC