Mucho antes de ganar tres títulos mundiales –como Max Verstappen ahora– y volverse una de las más grandes leyendas de la historia de la disciplina, Niki Lauda logró su primer triunfo en la Fórmula 1 gracias a un pit-stop fabuloso. Con su Ferrari 312B4 había marcado la pole para el Grand Prix de España de 1974, pero a la hora de la largada, la lluvia empapaba el circuito y perdió el pique contra el venerable Lotus 72 del sueco Ronnie Peterson. La lluvia amainó a partir del giro 17, y en la vuelta 31 el piso estaba completamente seco. Era el momento de cambiar los cuatro neumáticos.
Era el momento de las paradas en boxes, los pit-stops.
Mientras Lotus hacía un culto de la desorganización, Ferrari realizó un trabajo formidable y devolvió a Lauda a la pista con una celeridad pocas veces vista en F-1. El austríaco tomó la punta y no la soltó más. Fue la primera de sus 25 victorias en Fórmula 1, casi medio siglo atrás.
“Casi ningún equipo pudo escapar a aquel caos, excepto la Scuderia Ferrari, porque el equipo italiano sacó a sus autos en un ‘flash’, dejando a todo el mundo preguntándose cómo lo habían hecho”, escribió el legendario periodista Denis Jenkinson en la revista Motor Sport de junio de 1974
Ese flash al que se refería Jenkinson eran los 35 segundos que la escuadra italiana había demorado en la operación de cambiar las cuatro ruedas.
Casi 50 años después, una operación similar tarda menos de dos segundos. Exactamente 1s80, según demostró la escuadra McLaren en el reciente Gran Premio de Qatar.
¿Cómo fue posible reducir 20 (veinte) veces el tiempo que se demora para una operación tan corriente en las carreras de automóviles?
De la victoria a la derrota en un pit-stop
Cualquier aficionado al automovilismo sabe que las paradas en los boxes forman parte habitual de las competencias pero que, en disciplinas de velocidad, como la Fórmula 1, las detenciones –espectaculares y parte del show– conspiran por lógica contra el rendimiento. En los pit-stops se pierde tiempo. Las paradas nunca formaron parte de una buena estrategia ganadora.
Sobran los episodios que ejemplifican la materia. Algunos pit-stops consiguieron el dudoso mérito de arrancar una derrota de las fauces de la victoria. Cuando Eddie Irvine se jugaba el título mundial de 1999 en Nürburgring (Alemania), los mecánicos le cambiaron tres ruedas... y la cuarta tardó 17 segundos en aparecer. El título lo ganó Mika Hakkinen.
No hay escudería que pueda decir que no ha cometido jamás una boutade del estilo: Daniel Ricciardo tenía sellada la victoria en el GP de Mónaco de 2016 cuando paró a cambiar sus neumáticos. No estaban listos: ni las cubiertas de recambio, ni sus mecánicos...
La incógnita se duplica: ¿qué cambió en la Fórmula 1 para que las paradas tengan sentido? ¿Y cómo se logró semejante avance en casi 50 años?
Parte del show
Hasta mediados de los ’90, los neumáticos se cambiaban en carrera solo si estaban muy desgastados o, como en el caso de España 1974 y tantos otros, si cambiaban las condiciones climáticas. Eran situaciones inesperadas o poco frecuentes.
Durante 1994 y 2009, la Fórmula 1 permitió el reabastecimiento de combustible. Los equipos aprovechaban entonces esas detenciones –que se medían en decenas de segundos– para cambiar los neumáticos. Se ganaba en performance y seguridad sin perder tiempo: la demora dominante de la parada era la del reabastecimiento, nunca la del recambio.
Pero derogado el reabastecimiento a causa del peligro inherente –y los costos de traslado por el mundo de los aparatos de carga de combustible–, hubo que encontrar una alternativa para continuar generando el trabajo conjunto del equipo, un aditamento al show televisivo de la F-1.
Cuando la Fórmula 1 dejó atrás la guerra entre fabricantes de neumáticos –que condujo, por ejemplo, al desastre del Indianápolis 2005, con solo seis autos tomando parte de la carrera– y decidió tener un solo proveedor, la mesa quedó servida.
Era la época en que la dependencia aerodinámica de los autos impedía que estos se pasaran en la pista. Bernie Ecclestone, por entonces el Zar de la Fórmula 1, quiso remediarlo y requirió del fabricante italiano Pirelli unas gomas que no resistieran todo el recorrido de un Grand Prix.
De esa manera, cada piloto tenía que efectuar al menos una parada en boxes por carrera y, si sus mecánicos trabajaban a la perfección, esa podía ser una buena ocasión para adelantar rivales.
Entonces, poco más de una década atrás, los pit-stops se volvieron parte del espectáculo. Y su duración oscilaba entre los 3 y los 5 segundos. ¿Cómo se habían vuelto tan veloces? Varias razones explicaban esa celeridad:
- El uso de pistolas neumáticas para quitar las tuercas, en lugar de la llave cruz.
- La multiplicación de mecánicos en la tarea: son casi dos decenas involucrados en la operación contra cuatro o cinco en la década de 1970.
- El despeje total de la calle de boxes (pit-lane); aunque parezca mentira, hasta los años 1990 los curiosos podían deambular (y molestar) por ese sector durante la carrera.
La sofisticación y la práctica fueron reduciendo el tiempo empleado. Ferrari reconoce que, en la actualidad, sus mecánicos practican la operación de recambio unas 1.400 ocasiones a lo largo del año. Y la tecnología permite que las tuercas “floten” en las llantas: las pistolas solo las desenroscan o enroscan, no las sacan y eso permite ganar décimas de segundo.
Esa carrera frenética provocó que los tiempos de detención cayeran, que una parada que durara más de tres segundos fuera considerada “lenta”, y encontró un hito en el GP de Brasil de 2019, cuando los mecánicos de RedBull completaron el recambio de los cuatro neumáticos del RB15 de Verstappen en un segundo y ochenta y dos centésimas.
1s82.
Insuperable, creímos.
Límites y F1, asuntos separados
Insuperable, porque el registro atemorizó tanto, que se decidió limitar la manera en que se trabajaba, para evitar que un apuro desmedido desembocara en tragedia. Hasta allí, cada mecánico que acababa de colocar su rueda levantaba un brazo; cuando el coordinador del pit-stop contabilizaba cuatro, daba salida al piloto.
Pero en la urgencia, la operación no siempre salía bien. Los coches salían de la parada con alguna rueda floja, que no tardaba en salirse, con suerte en el pit-lane…
Se decidió entonces que habría un seguimiento electrónico de la parada, para ralentizar el ritmo. Ya no sería el coordinador quien diera la vía libre, sino una luz verde accionada por un mando electrónico conectado a las cuatro pistolas neumáticas. Así, la duración de los pit-stops volvió a situarse cerca de los 3 segundos.
Pero la práctica intensa continuó, y si al RedBull no podían darle alcance en la pista, al menos lo intentaban en las paradas en boxes.
Y en el reciente Gran Premio de Qatar, Lando Norris permaneció detenido un segundo y ochenta centésimas durante su segundo pit-stop, para que los mecánicos de McLaren le calcen 4 gomas nuevas. Se había batido el record de 2019, aún con el control electrónico.
Para conmemorar el éxito, la escuadra McLaren publicó un dibujo que transparenta la operación. Fueron 19 mecánicos los que completaron una coreografía perfecta. No necesitaron un encargado del gato delantero suplente, como otros equipos, que hubiera sido el vigésimo mecánico utilizado.
¿Qué tanto se podrá seguir reduciendo ese tiempo? Los límites están cada vez más cerca y la lógica se tienta a asegurar que bajar una décima puede llevar años.
Pero, vamos, esto es Fórmula 1…
PV