Cansadas, energizadas, se ha visto esta semana a fuerzas democráticas occidentales escalando con agilidad nuevas alturas en la descalificación moral, cívica, jurídica y judicial de las efigies incólumes de la autocracia. Llegaron a un clímax de hostilidad forense, acompañado menos acompasadamente esta vez por los grandes medios occidentales democráticos, ante la persistencia de la memoria popular para líderes masivos en funciones o todavía funcionales: el presidente ruso Vladimir Putin, el ex presidente norteamericano Donald Trump, y otro ex, el brasileño Jair Messias Bolsonaro. Que los autócratas salieran ilesos o retrucadores tras la ofensiva diplomática y tribunalicia nacional e internacional no podía asombrar, aunque sin embargo el poco lucimiento retórico final supiera defraudar, a partidos y gobernantes oficialistas internos y externos, a la más alta opinión pública afín y la opinión fatalmente más mediocre de sus electorados, aunque esto último resulte poco calculable con suficiente exactitud. “Tanto nadar para morir en la orilla” era una de los dichos predilectos de la siempre sonriente periodista argentina Susana Viau, de quien el viernes 24 de marzo se cumplen diez años de su muerte.
Por detrás de estas y otras agresiones, nunca sólo en Ucrania, se dibuja un Club de la Paz, de Hombres de buena voluntad, autodesignados, y nacionalmente autocentrado. De estas guerras y paces se ocupa, en los diez puntos que siguen, El mundo es azul como una naranja, la Newsletter de Política Internacional que quienes se suscriben reciben por correo personal cada semana y que ahora publicamos aquí y así.
1. El Emperador de visita en los palacios de su amigo y vasallo el Zar, o de cómo la más lujosa hospitalidad moscovita fue para el huésped pekinés
El miércoles 22 de marzo, el presidente Xi Jinping concluyó satisfactoriamente, a ojos del gobierno de la República Popular, el más importante de los viajes de su tercer mandato, retornado en presencia a la escena internacional de la que se había sustraído por más de dos años durante el confinamiento anti covid-19. Según los medios chinos, en el corazón de su visita a Vladimir Putin estaban los 12 puntos de la propuesta de Pekín para la paz en Ucrania.
Xi y el presidente ruso cerraron su encuentro en Moscú con declaraciones generalizardoras pero coincidentes sobre el conflicto en Ucrania:
- Pidieron el fin de todas las “acciones que aumentan las tensiones y prolongan” la situación;
- Exhortaron a la OTAN para que las potencias occidentales aliadas “respeten la soberanía, seguridad e intereses” de otras naciones.
Ambos jefes de Estado prefirieron el mismo léxico -el ruso- para explicar las operaciones militares rusas como defensa ante la ofensiva expansionista de la OTAN, de modo que los movimientos de tropas rusos no pueden calificarse como ‘invasión’.
2. Petróleo y política de Rusia y de China
El viaje de Xi Jinping a Rusia contribuyó a consolidar la imagen de cooperación y amistad eterna entre Pekín y Moscú (y sus muy permanentes jefes de Estado y de Gobierno). Recibido con fastos y pompas en el Kremlin, Xi posó en todas las fotos al lado de su colega ruso y se refirió indefectiblemente a Vladimir Putin como su “querido amigo”.
En el diario oficialista moscovita Rossiiskaya Gazeta, Xi publicó un artículo firmado donde proclama y reconfirma que China y Rusia “adhieren al concepto de amistad eterna y de cooperación mutuamente benéfica”. Era inimaginable que Xi llegaría a la capital rusa con condiciones. Las que le importan, ya las impuso. A partir de las operaciones militares especiales rusas en Ucrania, iniciadas un año y un mes atrás, el 24 de febrero de 2022, China se ha ido beneficiando doblemente en el comercio bilateral: goza de las rebajas en el precio del petróleo que importa de Rusia (que está necesitada de mercados, reducido el occidental) y goza del aumento del volumen de las exportaciones chinas.
3. El amigo chino, el enemigo americano, el criminal de guerra ruso
La diplomacia de EEUU reaccionó contra el opulento encuentro de los dos gobernantes de los dos países vecinos, los dos más extensos del globo, y acusó al alarde de amistad de China por proporcionarles una “guarida diplomática” a los crímenes perpetrados por las FFAA de Rusia en Ucrania.
El viernes 17, el Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya, Holanda, había emitido una orden de arresto para el presidente ruso, acusado de ser el responsable de los crímenes de guerra cometidos por fuerzas de combate rusas en suelo ucraniano. En el comunicado, el TPI argumenta que Putin es el presunto responsable de la deportación ilegal de menores cometida en áreas del este de Ucrania ocupadas por Rusia. Según esta alta Corte, Vladimir Putin habría incumplido sus funciones al no ejercer un control adecuado en el frente de guerra sobre sus subordinados civiles y militares.
4. El amiguito ucraniano
La protesta de Washington ante las rejuvenecidas nupcias entre los viejos mandatarios de China y de Rusia fue rápida y audible, pero el tono ni sonó estridente ni resonó irritado. Porque la conclusión que infiere Occidente de la visita a Moscú de Xi Jinping, que ya cuenta ocho a lo largo de sus tres mandatos presidenciales, ha sido la de que la República Popular, de momento, no pondrá el cuerpo en el avispero de Ucrania.
Amante de la paz, el presidente chino no incurrió en contradicción con su proclamado status, y prometió hablar personalmente con Volodimir Zelenski. Tampoco contradijo el presidente ucraniano el acrecimiento de sus dotes actorales que progresa desde hace un año y mes atrás, y supo mostrar a la vez su incomodidad y su puntual evitación de toda crítica a China. Kiev tiene dos reproches íntimos para Pekín. Le reprocha la vaguedad del plan de paz de 12 puntos, y le reprocha la única precisión mayor que incluye ese plan: la de que en el acuerdo de paz inmediato Ucrania debería aceptar como fronteras las del territorio que controlaba en 2022. Es decir, no debería aspirar a una posición de poder territorial y mejor y superior a aquella de la que gozaba un año y un mes atrás: no debería incluir como precondición para firmar un armisticio la exigencia de recuperar Crimea, la península del Mar Negro donde no ejerce control desde 2014, cuando pasó a integrar el territorio de la Federación Rusa.
5. Llega Lula, el amigo brasileño, o el Sur Global en el Club de la Paz de Pekín
Aunque no tres veces consecutivas como su par de China, también Luiz Inácio Lula da Silva fue reelegido tres veces presidente de Brasil. Los dos son septuagenarios, los dos respetuosos de las limitaciones que impone la enfermedad. Xi Jinping cerró casi por tres años a China e impuso las cuarentenas más rigurosas del planeta para combatir la pandemia de coronavirus. Lula había ganado la carrera internacional por ser el primer jefe de Estado que visitara en Pekín al presidente chino en su tercer mandato, pero debió posponer su viaje al caer en cama abatido por una bronconeumonía bacteriana y viral, y ser debidamente confinado a una institución médica.
La misión programada para los días 26 a 31 de marzo, y postergada por la pulmonia del presidente brasileño, tiene en su corazón la propuesta de engrosar con China el Club Mundial de la Paz. Así lo expresó el canciller brasileño Mauro Vieira en una entrevista publicada en el Financial Times. A lo largo de las últimas semanas, Lula ya había dicho que “llegó el momento de que China se ensucie un poco las manos para conseguir más pronto la paz en Ucrania”.
6. Itamaraty, sucursal en Asia
El apoyo de Brasilia es bienvenido por Pekín, que busca ampliar el consenso internacional para su línea política ambigua en el conflicto ucraniano: quiere mostrarse como mediador y pacificador neutral entre Moscú y Kiev. A la neutralidad de Xi, aplaudida por Putin y silbada por Joe Biden, le hace Zelensky un mutis por el foro. Xi busca lanzarse como actor protagónico del Sur Global, para escapar “al asedio, la contención o la supresión” que son la política de EEUU (en palabras pronunciadas por el presidente de la República Popular).Lula es el aliado perfecto. Representante literalmente geográfico del Sur, posicionado en una izquierda menos nominal que la del Partido Comunista chino.
Brasil ya integra el Brics. El grupo de potencias emergentes que forman Brasil, Rusia, China y Sudáfrica, se prepara ahora a la adhesión de la República Islámica de Irán y del Reino de Arabia Saudita. Dos potencias petroleras, una shiita y otra sunita, las dos islámicas, pero enemigas entre sí. O ex enemigas. Ha sido la diplomacia china la que ha demosrado que sólo estaban enemistadas. La diplomacia de la República Popular ha acercado las posiciones de Presidente y Príncipe heredero, o les ha indicado la conveniencia de considerar que sólo los separa el Golfo (sea Pérsico, sea Arábico) y puesto a Teherán y Riad en el camino de un diálogo seguro para restablecer relaciones diplomáticas.
Para un amigo del Brics nada mejor que los amigos de los amigos del Brics. Con el conflicto en Ucrania, China afianzó su amistad con Irán, y firmaron un acuerdo de petróleo por desarrollo, con un horizonte de 30 generosos años. Con el conflicto en Ucrania, Rusia se acercó a Arabia, y los dos líderes de la OPEP+ acordaron, en lo que EEUU denunció como traición y afrenta, que no aumentarían la producción y así mantendrían altos los precios.
Dos meses atrás, el presidente Lula visitó Washington, se reunió y fotografió con el presidente demócrata Biden. La política exterior ha de ser “pragmática y flexible”, subraya el canciller de Lula, Mauro Vieira, responsable de Itamaraty, el Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño.
7. Orden, progreso y buen comercio
Las expectativas económicas de Brasilia en Pekín son menos desinteresadas, pero no menos grandiosas. Desde el miércoles está en China el ministro de Agricultura, Carlos Favaro. La exportación de agroalimentos brasileña es el rubro más importante de la balanza comercial bilateral. El 31% de las exportaciones agrícolas de Brasil son importaciones de China, que es su primer mercado para la soja, y la carne bovina y de aves de corral del país sudamericano.
En los años de la presidencia de Jair Messias Bolsonaro las relaciones con China se había vuelto tormentosas. Ahora Lula relanza el vínculo, y busca elevarlo a un nivel superior. Lo acompañan una decena de ministros, gobernadores, diputados y 240 empresarios, un tercio de los cuales pertenecen al sector agrícola. Además de las exportaciones agrícolas, el gobierno brasileño quiere cultivar con China la colaboración en el campo de la tecnología y del desarrollo sostenible.
8. El Rey de Inglaterra, guillotinado por la Revolución Francesa
También el monarca Carlos III del Reino Unido de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte tenía programada un primer viaje al exterior inaugural para su reinado que comenzó en 2022 a la muerte de Isabel II su madre. El plan había sido acordado con el premier conservador Rishi Sunak, que busca recomponer los lazos con la Unión Europea deteriorados en la era del Brexit guiado por Boris Johnson. El primer destino estaba cruzando el Canal de la Mancha. Pero la Revolución Francesa en curso guillotinó las pretensiones del dinasta británico. El gobierno de la República que preside el derechista Emmanuel Macron está bajo asedio por la protesta social de multitudes de millones de manifestantes que repudian el plan de reforma previsional, que subía a 64 años la edad jubilatoria entre otros cambios. La primera ministra Élisabeth Borne, encargada de presentar la nueva ley a la Asamblea Nacional, ya ha renunciado.
En estas condiciones, las condiciones de mínima seguridad no están aseguradas. Mucho menos las ceremoniosas cenas preparadas en el palacio de Versalles para el rey Carlos y la reina consorte Camila. El anuncio de la suspensión llegó desde el parisino Palacio del Eliseo, sede de la presidencia, y fue confirmado por el Palacio de Buckingham, residencia londinense de la monarquía. Mientras el gobierno de París enfrenta, además del fracaso legislativo mayúsculo de la reforma neoliberal del sistema de jubilaciones y pensiones, esta impotencia diplomática, desde Berlín el gobierno de coalición ya anunció que Alemania, en paz, está lista para recibir a Su Majestad. El conflicto en Ucrania ha postergado, en el Bundestag, el tratamiento de la reforma previsional. Entretanto, el Deutsche Bank se desploma, siguiendo el dominó de instituciones bancarias tumbadas tras la quiebra del Silicon Valley Bank de Califonia.
9. Trump proscrito, pero no arrestado
La orden de arresto no llega, pero Donald Trump está en llamas contra el lawfare, versión demócrata norteamericana. Es una persecución judicial con fines políticos, la que él sufre, insiste el ex presidente republicano de EEUU. Aparentemente, un Grand Jury habría desistido de procesarlo en el caso del dinero pagado a una actriz porno a cambio de silencio, un asunto muy anterior a su presidencia. Olvidado de la crisis bancaria, que sí hunde sus raíces en las políticas de la administración republicana durante la pandemia, Trump se muestra decidido a valerse en la campaña electoral del argumento de la persecución judicial como del capital más valioso y con intereses más altos que los que sigue subiendo la Reserva Federal. Al menos, para enervar la competencia de otros precandidatos a la presidencia 2024 en las primarias del partido Republicano.
Trump exige la destitución en masa de todos los magistrados que investigan sobre él, en esta causa donde su culpabilidad, o toda culpabilidad, es dudosa, y en las restantes, como la de los documentos clasificados que encontraron en su residencia de Florida. ¿Qué razones alega? La evidente mala fe de estos miembros del Poder Judicial, porque todos saben “que yo soy 100x100 inocente”.
Tal vez tengan razón quienes sostienen, en el gobierno y en la oposición, que nada quiere más Trump, ese payaso siniestro salido de la televisión chatarra, que el circo judicial de Nueva York. El arresto, los policías, las esposas, todo el ‘cotillón Mandela’, como dice, no en público, uno de sus colaboradores. Y es por eso que insulta a los jueces con injurias cada vez mejor elegidas, cada vez más injuriosas.
10. Un año de Gabriel Boric en la presidencia chilena
Este año 2023, el 11 de septiembre se cumplirán en Chile los 50 años del Golpe de Estado del general Augusto Pinochet que derrocó al gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende. Este año se cumplieron en marzo los 20 años de la invasión militar de EEUU y sus aliados a Irak, dos décadas del gobierno de Bagdad presidido por Saddam Hussein, dos decenios buscando las inhallables armas de destrucción masiva que habían justificado la guerra. Y el 11 de marzo, se cumplió un año de gobierno de Gabriel Boric, que preside el gobierno chileno más a la izquierda desde el socialista Allende.
“A pesar del mal año que ha tenido, el presidente Boric sigue contando con el goodwill de la opinión pública. Es simpático, es empático, cae bien, tiene esta relación cercana con los niños, las mujeres y es feminista. Tuvo buenos resultados económicos, inflación negativa y un tercer factor relevante fue la dinámica de utilizar el humor para referirse al Presidente. Cómo es aplaudido en el Festival de Viña del Mar y cómo reacciona a la rutina: genera cercanía y simpatía. Termina con el despliegue de los militares en la zona norte de chile y la constante renovación del estado de excepción en la Araucanía”, dice en radio Bío Bío el gerente de la encuestadora Cadem, Roberto Izikson.
Gabriel Boric fue el primer presidente de Chile en ganar el balotaje después de perder en primera vuelta. Fue el candidato presidencial en ganar el menor número de votos en la historia chilena. Su gobierno de izquierda, que no anteponía a su definición el prefijo moderador de centro, se ha vuelto ya de centroizquierda. Pero el presidente no ha envejecido en el proceso.
AGB