“Aunque muchas economías hoy bien desarrolladas han estudiado y aprendido cómo no repetir su historia anterior de default o deuda soberana o inflación seriales, hasta ahora nunca se han inscrito en el curso donde enseñan cómo abstenerse de crisis bancarias a repetición. En consecuencia, no han aprendido nada y el paisaje de las economías más avanzadas del mundo en los años 1800-2008 ha sido el de una serie ininterrumpida de crisis bancarias desde el siglo XIX cuando en Dinamarca los ahorristas corrían asustados por las guerras napoleónicas hasta el siglo XXI con la crisis de subprimes en EEUU”. Esto escribían, Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff en Esta vez es diferente: Ocho siglos de despropósitos financieros, un tratado y un manual que en 2009 publicaron en conjunto las Universidades de Princeton y de Oxford.
De algunos despropósitos ni tan nuevos ni tan diferentes esta vez, de algunos propósitos tampoco novedosos, pero un poco distintos, se ocupan las diez estaciones siguientes de El mundo es azul como una naranja, Newsletter Semanal de Política Internacional que elDiarioAR envía por correo todos los jueves a quienes están suscritos y que hoy publicamos aquí y así.
1. El Santo, la Santa, las florecillas de Asís y los calores de California
El lunes 13 dos nombres santos, poéticos, medievales y contemporáneos figuraron como las noticias más importantes de una década que concluía sellada por alentadoras certezas y de una semana que comenzaba bajo el signo de la incertidumbre.
Eran los de Francisco y Clara de Asís, que renovaron el cristianismo europeo occidental en el primer cuarto del siglo XIII. Fundaron, uno y otra, respectivas órdenes mendicantes. Franciscanos y clarisas extremaron el voto religioso de pobreza para quienes se integraran a esas comunidades y aceptaran sus reglas. Clara fue la primera mujer en crear una orden religiosa y en redactar las reglas.
Hermano Sol, hermana Luna (1972) se llamó un film musical del director católico Franco Zeffirelli, nominado al Oscar, que ofreció una versión a la vez hippy, contracultural y estetizante, sin resultar sustancialmente falseadas de estas dos figuras resistidas en vida pero santificadas después de sus muertes por la Iglesia Católica.
2. Jorge se llama Francisco y Joe la bautiza Clara
En las noticias de la semana, los nombres santos no se veían ni leían hermanados, ni siquiera vinculados. El nexo no es evidente, y la relevancia de la conexión es ante todo de orden histórico, si es que no se agota en este andarivel.
El nombre de san Francisco es el que eligió para sí el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio en 2013 después de ser votado en el Vaticano como sucesor de Benedicto XVI. El lunes 13 de marzo, Francisco I celebraba sus diez primeros años al frente de la Iglesia Católica con un balance inevitablemente desigual, pero indudablemente positivo en todos sus rubros.
El nombre de Santa Clara fue aquel con el cual en 1777 fundaron en California los españoles, en homenaje a la santa italiana, la localidad donde se ubica el Silicon Valley Bank. Este banco dedicado con preferencia exclusiva a empresas tecnológicas de innovación y a capitalistas que las financian había colapsado al fin de la semana pasada. El lunes 13, el presidente demócrata de EEUU, el católico Joe Biden, anunció un plan de salvación total de la totalidad de la clientela del Banco. La aseguradora de transición creada ad-hoc fue bautizada Santa Clara.
3. Roma emprendedora y California conservadora
En California, la localidad bautizada Santa Clara queda a sólo 8km de distancia de otra, de fundación anterior, llamada San Francisco. Las dos instituciones de la semana, la Iglesia Católica llamada Romana, por su sede vaticana, en la otra orilla del río Tíber, contrapuesta a la capital de Italia, y la Banca, institución fundada en la ciudad portuaria italiana de Génova, estaban mucho más lejos.
El papa anticapitalista había arriesgado mucho, y ganado poco, pero perdido nada, en una gestión administrativa asertiva y acertada de una ‘empresa’ que había recibido casi en quiebra.
Por el contrario, en California, el Banco privado de las empresas más movilizadoras en la innovación capitalista en la primera economía global había ejercido el menos imaginativo de los poderes y las más conservadora o perezosa política de inversión tras las cosechas récord de ganancias que había resultado las cuarentenas para estas empresas. Habían comprado bonos del Tesoro y otros papeles del Estado, sin prever hasta qué punto esa confianza sin diversificación los dejaba expuestos a nuevas intervenciones estatales a contrapelo de las anteriores, tan pronto como el gobierno de EEUU persiguiera otros objetivos.
4. Nuevo artículo de fe bancarizada: sólo hay salvación si hay redención (total)
Que esperen Rusia y China, la inmigración y la inflación: lo primero es rescatar a la banca y las empresas tecnológicas arrastradas en su colapso.
Absolutamente imprevista, aunque categóricamente previsible para el gobierno de EEUU, la insolvencia del Silicon Valley Bank impulsa un efecto dominó económico y político. Será acaso causa mayor o concausa de crisis que sobrevendrán, imparables en dar la vuelta al mundo en menos de un día, o que se verán detenidas y aminorarán su velocidad de ficha que hace caer a otra que hace caer a otras. Pero no es el origen del efecto dominó, sino una pieza caída en una cadena de caídas anterior.
El mayor colapso bancario desde 2008 y el cuarto más grave en la historia de EEUU ha sido una de las consecuencias que dejan las dinámicas de un juego más amplio de crisis sanitarias y económicas globales y respuestas políticas locales ordenadas y organizadas por Washington.
5. Bergoglio, de la vocación por asumir riesgos a la profesión de capitalizarlos
Cuando Jorge Mario Bergoglio abandonó la carrera de Medicina que cursaba en la Universidad de Buenos Aires para ingresar como seminarista al bonaerense Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, quería ser misionero jesuita y predicar el Evangelio en Japón. En su obediencia a sus superiores en el clero regular de la orden jesuítica, ni después en sus posiciones jerárquicas en el clero secular en diócesis y arquidiócesis de la Capital argentina nunca halló apoyo o lugar para misionar en el Extremo Oriente. Aun si no pusiera en peligro ni vida ni integridad, sí arriesgaba sumergir en la miniatura o en la irrelevancia los réditos de su labor sacerdotal.
Consagrado sacerdote, en vez de audacia y riesgo, sus superiores le pidieron entrega a la ciencia y paciencia, a la prudencia y lenta sapiencia del arte de la reducción de daños y riesgos. Así al ponerlo al frente de la Universidad del Salvador en tiempos de la dictadura cívico-militar del Proceso, así después como obispo en la basílica de Flores y más tarde como arzobispo en la catedral de Buenos Aires. La última misión es la actual, en el Vaticano. La más difícil: no fue la menos exitosa según la institución.
6. El cisma tan temido, o tan mentido, el catolicismo derechista de EEUU
Según las últimas cifras publicadas, la Iglesia Católica suma 1.378 millones de fieles en todo el mundo. Las estadísticas registran crecimientos sin contramarchas en África y en Asia, pero estancamiento y retroceso en Europa. La misma diferencia se percibe si se compara la escasez europea con la relativa abundancia europea y asiática de vocaciones sacerdotales y religiosas.
Al momento en que Bergoglio elegía llamarse Francisco, los escándalos de los abusos sexuales ya habían sacudido a la Iglesia católica en diferentes regiones. Ahora, es un problema en todo el mundo. Francisco ha abordado esta dramática situación con más claridad que sus predecesores y ordenó una reflexión en profundidad abriéndose a las críticas.
Con el fin de la crisis interna y el alejamiento del temor de un cisma impulsado por la Conferencia Episcopal de EEUU, la más derechista del mundo, las posibilidades de que la Iglesia pese más en el escenario político internacional aumentaron, y aumentaron, y Francisco no las dejó pasar.
Sumó gestos y palabras. Como las de la encíclica ambiental Laudato si en 2015. O las exhortaciones que pronunció durante la pandemia, cuando pidió siempre ayuda con las vacunas para los países más pobres. Muchos de sus cuarenta viajes al extranjero fueron a estos países. O a zonas marginales. El Papa no es europeo. Pero es blanco, es descendiente de una familia italiana migrantes a Argentina. Bergoglio vivió toda su vida en Buenos Aires, pero en 2013 ya hablaba el italiano mejor que Joseph Ratzinger. El cardenal alemán vivía en Roma, donde dirigía la Congregación para la Doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio), desde que fuera convocado para asumir esta responsabilidad de docencia de la más correcta doctrina teológica por el papa polaco Juan Pablo II, a quien habría de suceder como Benedicto XVI.
7. Cuando todo va tan rápido que ya ni al terror se lo ve haciendo cola
Tal vez el más terrorífico instante decisivo de una corrida bancaria o cambiaria sea el captado por la fotografía “La corrida por el oro” del francés Henri Cartier-Bresson: en Shanghai, en 1948, en los últimos días del Kuomintang, cuando la victoria de los comunistas de Mao está tan cerca que en 1949 proclamará la República Popular desde la plaza de Tienanmen en Pekín, ciudadanos y ciudadanas nacionalistas se apretujan en una fila para convertir sus billetes en oro. ¿Quiénes lo conseguirán?
La corrida bancaria californiana del Silicon Valley Bank, que empezó el viernes, ha sido la primera de la Historia de las crisis bancarias sin una sola foto de clientes corriendo o haciendo fila. Corren por las pantallas o teclados (y corren más rápido). Y toda la clientela es rica, muy rica. La alfabetización digital no sólo es de excelencia en este grupo: este grupo del Silicon Valley, que se cuenta entre los inventores y desarrolladores de ese lenguaje y ese alfabeto.
La llamada 'Ley de Fisher' enuncia que 'la velocidad de circulación de los medios de pago introduce un coeficiente multiplicador de su volumen'. En el caso del Silicon Valley Bank, la velocidad de circulación de las noticias aceleró el volumen percibido de la importancia de la quiebra, y el primer contagio para el sistema bancario de EEUU y las bolsas mundiales. Irving Fisher fue economista pero también inversionista no siempre favorecido en sus apuestas de riesgo; se suicidó con la 'semana negra' de la bolsa de Nueva York de 1929.
8. Más guerra con Rusia, ¿menos crisis en los Bancos?
Para evitar situaciones como la ocurrida el martes 14, la Casa Blanca se ha opuesto a proveer al gobierno ucraniano de drones Reaper, así como de otra tecnología sofisticada. El Pentágono difundió el jueves 16 imágenes de un jet ruso vertiendo sobre el dron combustible como el usado por la propia aeronave. Ida y vuelta del jet: dos veces, dos derrames. El dron cayó en las aguas del Mar Negro.
Fragmentos del dron Reaper hundido, que desde aguas internacionales espiaba el desarrollo de la guerra en Ucrania, habrían sido recuperados por los rusos. Un peligro temido por Occidente, hecho realidad: que el enemigo se apodere de tecnología bélica sofisticada.
Joe Biden decidió que ha llegado el momento de la contraofensiva final, mayor, victoriosa contra Rusia. En nombre de la Administración demócrtaa, el miércoles 15 habló Lloyd Austin. Inmediatamente después de la cumbre online con sus colegas de más de 50 países proveedores de armamento al gobierno de Kiev, el ministro de Defensa de EEUU fue claro: “Con las armas y los recursos militares que les daremos a Ucrania, reconquistarán las fronteras de su país”. La fecha fijada para la gran contraofensiva es mayo. Dentro de dos meses.
Ahora EEUU apunta directamente a la derrota militar de Putin. La diplomacia quedaría para después. El Pentágono considera que las FFAA rusas y las milicias mercenarias de Wagner están desmoralizadas y cortas de armamento. Si eso fuera cierto, no lo es menos que a las industrias bélicas europea y norteamericana les cuesta mantener el ritmo de producción que exige una guerra cuyas batallas se combaten día a día en el terreno. Y a Ucrania, día a día, le faltan más y más municiones para la artillería y para la defensa antiaérea.
9. Historia de dos regulaciones estatales encontradas, o con el número 2 nace la pena
El aumento del consumo y el crecimiento de la base monetaria (los IFES se financiaban con emisión de dólares) ordenados por el gobierno de EEUU durante la pandémica generarían, más pronto que más tarde, inflación. Finalizadas las cuarentenas, ya en la actual administración demócrata, el presidente Biden nunca se apresuró para declarar el fin de la emergencia económica, así podía contar, todavía, con el caudal de dólares disponibles que fluía para los IFES. Janet Yellen, la ministra de Economía de Biden (y ex directora de la Reserva Federal) admitió que ella “no se la veía venir”. Fue encomiada en CNN y en la prensa por su rara sinceridad. Pero cuando llegó, la inflación era la más elevada y voraz de los últimos cuarenta años. Jerome Power, el actual presidente de la Fed, enfrentó el problema aplicando con énfasis el más clásico, o el más ortodoxo, de los instrumentos de política monetaria. A sabiendas, desde luego, del riesgo de recesión que conlleva.
Para enfrentar a esa inflación de magnitudes récord, Powell subió mucho, y siguió subiendo mucho en cada nueva reunión de la Reserva Federal, las tasas de interés. En menos de un año, treparon de 1,9% a 4,75 por ciento. Se ubicaron nuevos bonos en el mercado, adecuados a los nuevos porcentajes. Aquellos en los que había invertido el Silicon Valley Bank hallaron su valor reducido a la mitad. Sabedores de la incapacidad de su institución bancaria para atraer más inversores o nuevos clientes, la subsistente clientela tecnológica corrió en masa a retirar sus ahorros. Era tarde. El viernes 17 de marzo el banco quebró.
El Wall Street Journal narra no sin regusto esta historia de ruina y apunta su moraleja con regocijo: “El único peligro sistémico es Washington”. El intervencionismo del Estado en la economía favoreció primero a start-ups tecnológicas y los bancos a su servicio, y después los privó de esas ganancias con el remedio del alza de tasas de interés.
10. Cristina-sin-miedo
Después del colapso del Silicon Valley Bank en la Costa Oeste siguió el del Signature Bank en la Costa Oeste, en Nueva York; después, el del First Republic, también de Wall Street, salvado in extremis por otros bancos. Más grave, el del Crédit Suisse, en Suiza, que supo ser el 8° banco del Mundo: su principal dueño, Arabia Saudita, anunció que no cubriría la insolvencia. Con lo cual el miedo se agudizó, el pánico cundió.
Ningún temor en la Unión Europea (UE), o en la directora de la Banca Central Europea (BCE), la francesa Christine Lagarde, ex directora del FMI. El BCE ha elegido entonces la línea dura en la lucha contra la inflación: el jueves, el Instituto de Frankfurt aumentó las tasas 0,5 puntos porcentuales. Con lo cual la referencia para el costo del dinero en la Eurozona subió del 3% al 3,5 por ciento. Se trata del nivel más alto de las tasas europeas desde fines de 2008.
Esas crisis ocurren en EEUU o en la Confederación Helvética, nunca en la tan bien regulada UE. Tampoco ocurrirían en Rusia o en China, le responden a Lagarde desde el otro lado del Océano Atlántico, y del Canal de la Mancha. Sólo que en esta gran Unión, como en esa gran Federación (un ex Imperio) o en aquella gran República Popular (otro ex Imperio), no hay un solo Silicon Valley.
AGB