Veinte años y tres días de mentiras sobre Afganistán

• Tampoco Terrorista (2006) ha tenido suerte entre las decenas de extensas novelas que publicó en vida el prolífico y perfecto prosista blanco norteamericano John Updike, hoy menos famoso que a su muerte en 2009, pero más famoso que mañana. El libro empieza más o menos así: “Demonios, piensa Ahmad. Estos demonios quieren acaba con mi Dios. Para ellos, este mundo visible es lo único que hay, no saben que las cosas invisibles son muchas más que las visibles”. Ahmad, el personaje, el protagonista, el creyente, el terrorista de siempre -ese al que nadie molesta hasta que es demasiado tarde-, el estudiante de high school en EEUU, mira cómo adolescentes de todos los géneros bailan o miran bailar con piercings en el ombligo y tatuajes en el bajo vientre depilado que prometen prolongarse hasta el pubis extremo, o acaso más allá. En las imágenes de televisión que nos muestran a los barbados talibanes patrullando con armas automáticas las calles de la capital afgana, los vemos mirando todo aquello otro que sería invisible a los ojos aun si retiráramos todas las ropas. Cristiano episcopal devoto, republicano partidario de las guerras de Vietnam y de Afganistán, Updike deploró en 1975 la huida aérea de Saigón como habría llorado la desordenada fuga de Kabul que el 31 de agosto puso fin a dos puntuales décadas de guerra ultramarina de EEEU: avatar de la decadencia y caída del Imperio Americano en Afganistán anticipado con insistencia y sin mayor imprecisión por esta Newsletter El 🌍es azul como una 🍊. Que una vez más con el mismo alarde y el mismo desdén característicos de quien se hubiera provisto de una fija de buena fuente, provee esta séptima entrega a domicilio fijo.