Punto de Encuentro es un espacio de Amnistía Internacional para amplificar las voces y miradas de periodistas, comunicadoras y fotógrafas que trabajan en temas relacionados con mujeres y disidencias.
En un contexto de violencia creciente contra activistas de derechos humanos y ante la reducción de estas agendas en muchos medios masivos de comunicación, Amnistía Internacional y elDiarioAR se unen para dar un espacio destacado a contenido federal e inclusivo.
El rol de periodistas feministas ha sido clave en los avances de los últimos años y el ejercicio profesional riguroso y libre es clave para garantizar esas conquistas que son para toda la sociedad.
Punto de Encuentro pretende ser precisamente un espacio de coincidencia, pero también de debate constructivo. Porque no se puede ser feminista en soledad.
El tiempo que no tenemos y el derecho a decidir (cómo usarlo)
El reparto de las tareas de cuidado es uno de los principales factores de desigualdad de género, especialmente para mujeres madres.
La decisión sobre el acceso a la anticoncepción y la interrupción del embarazo, claves para poder decidir.
El “giratiempo” es un aparato fascinante del mundo mágico de Harry Potter que permite retroceder en el tiempo mediante la rotación de su delicada esfera. Este artefacto fue creado por poderosos magos con un control meticuloso sobre las fuerzas temporales, y es extremadamente raro debido a los riesgos que conlleva su mal uso. Hermione Granger, una de las estudiantes más brillantes y dedicadas de Hogwarts, lo utiliza para poder asistir a varias clases a la vez y así cumplir con las exigencias que ella misma se impone. Estas exigencias de un personaje de ficción reflejan una tendencia común entre las mujeres a asumir más responsabilidades, muchas veces debido a las expectativas externas y a la presión de demostrar sus capacidades en múltiples áreas al mismo tiempo.
El tiempo es el recurso más valioso y esencial que poseemos. Es un tejido invisible que entrelaza cada aspecto de nuestra existencia, marcando el ritmo de nuestras vidas desde el momento en el que nacemos. Cada segundo que pasa es irrecuperable, lo que convierte cada elección que hacemos en una inversión irremplazable. Desde el trabajo que realizamos hasta las relaciones que cultivamos, el tiempo define nuestras prioridades y revela lo que realmente valoramos. En un mundo donde la velocidad y la productividad son a menudo glorificadas, es crucial recordar que cómo elegimos gastar nuestro tiempo es, en última instancia, cómo elegimos vivir nuestra vida.
En un mundo donde muchos recursos pueden ser reciclados, reutilizados o restaurados, el tiempo se erige como la excepción absoluta. No hay tecnología, ciencia o magia que pueda devolvernos un solo segundo invertido.
Es como un tesoro que, a medida que lo gastamos, disminuye de manera irreversible. Cada decisión, cada acción que tomamos, es un acto de consumo de este recurso finito. Mientras que algunos recursos pueden tener ciclos de vida o alternativas que compensen su uso, el tiempo sigue un camino lineal, implacable y unidireccional.
El tiempo, en este contexto, se convierte en un recurso no renovable que las mujeres tienen menos acceso a administrar. Cada minuto dedicado a tareas no reconocidas es un minuto que no puede ser invertido en su desarrollo profesional, en el ocio, en la educación o en la participación política.
No es ficción
El uso del tiempo y la forma de distribuirlo difiere entre hombres y mujeres. Según datos del INDEC, los varones ocupados tienen 1 hora más de tiempo libre que las mujeres y no solo las mujeres realizan tareas de trabajo no remunerado en mayor proporción que los varones, sino que, además, dedican el doble de tiempo promedio diario a este tipo de actividad.
Esta situación subraya la necesidad de un monitoreo riguroso y de políticas que garanticen no solo el acceso equitativo a servicios de salud, sino también el reconocimiento y la distribución justa de las responsabilidades relacionadas con el control de la fertilidad. En un contexto donde el tiempo es un recurso finito y valioso, la carga adicional de estas responsabilidades impacta directamente en la capacidad de las mujeres para dedicar su tiempo a otras áreas esenciales de su vida, como el desarrollo profesional, el ocio y la participación política.
Los derechos sexuales y reproductivos garantizan a las mujeres la libertad de decidir cuándo y cuántos hijos tener, o incluso de no tenerlos nunca. Esta capacidad de elección está ligada, justamente, al control del tiempo. En una sociedad donde las responsabilidades de crianza recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres, estas decisiones implican una significativa inversión de ese recurso limitado. Para muchas, postergar o evitar la maternidad es una forma de gestionar su disponibilidad, dedicándose a áreas como la educación, la carrera profesional o el desarrollo personal.
No es resultado de la IVE
En mayo de este año la organización feminista La Hoguera realizó la presentación del Informe Luz Verde; un monitoreo social sobre el cumplimiento de la Ley Nacional 27.610 (ley de interrupción voluntaria del embarazo). Durante la actividad participaron varias personas profesionales de la salud, entre ellas, Jorge Farina, médico Jefe del programa provincial de Salud Sexial y Reproductiva de Tierra del Fuego AIAS.
Durante su intervención expuso un gráfico que da cuenta de la cantidad de nacimientos anuales en el Hospital Regional Ushuaia, desde 2013 hasta 2023, y explicó que ese número funciona como un muestreo de una estimación provincial. El resultado es que en 10 años se redujo a la mitad la cantidad de nacimientos anuales; pasó de 673 en 2013 a 317 en 2023. Esto, además, resulta contraintuitivo pensando que en 2010 había 127 mil habitantes en Tierra del Fuego y según el censo de 2023 en la actualidad hay 185 mil.
Farina evidenció en su gráfico que, a partir de 2021 -que es cuando se comenzó a registrar la interrupción voluntaria del embarazo- no se observó una disminución significativa en la cantidad de nacimientos fuera de la tendencia ya existente registrada desde 2013. Esto demuestra que la práctica, legal o no, se llevaba a cabo de todas maneras y que la sanción de la ley no es el factor en la disminución de nacimientos.
Está situación no escapa a la realidad nacional. La disminución de los nacimientos en Argentina puede reflejar, en parte, una conciencia creciente entre las mujeres sobre el valor de su tiempo y una reivindicación de sus derechos sexuales y reproductivos. Decidir tener menos hijos, o incluso no tenerlos, es una forma de resistir las expectativas tradicionales que asignan a las mujeres la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado, que consume una porción considerable de su tiempo. Es también un reconocimiento de que el tiempo que se dedica a la crianza es irrecuperable y tiene un impacto directo en las oportunidades de vida de las mujeres.
Además, la menor tasa de nacimientos puede ser vista como una respuesta a la falta de políticas de apoyo que equilibren la distribución del tiempo entre géneros. En ausencia de sistemas robustos de cuidado infantil, permisos parentales equitativos y una verdadera corresponsabilidad en las tareas del hogar, muchas mujeres optan por priorizar su autonomía y bienestar sobre la maternidad. Esta tendencia subraya la necesidad de un enfoque integral que considere el tiempo como un factor clave en la formulación de políticas de igualdad de género.
El tiempo de cuidado
En Tierra del Fuego AIAS, en 2012 se sancionó una norma bastante novedosa que buscaba equiparar la distribución del tiempo del cuidado. Se trata de la Ley Provincial 911 que establece un régimen de licencias por maternidad o paternidad intercambiable entre los dos agentes estatales.
“El tiempo es lo que siempre falta, nunca alcanza. Se hace notoria la falta de tiempo en la culpa que genera no llegar a cumplir con todo lo que pienso que debería cumplir. Y es ahí cuando se hacen notorias las desigualdades de género, porque aunque las cargas puedan estar repartidas, culturalmente la presión sigue estando sobre nosotras, muchas veces también autoimpuesta. El tiempo es un recurso finito, sumado a los deberes que tenemos impuestos las mujeres, la doble (cuando no triple) jornada laboral, hacen que este recurso sea más escaso para nosotras. Y en el reparto de tiempo entre trabajo, crianza, tareas del hogar, ir y venir, el tiempo de ocio deja de existir.”
Este análisis de Natalia Caso, licenciada en Comunicación Social especializada en género, revela cómo el tiempo se convierte en un eje central de las disparidades que enfrentan las mujeres. A pesar de tener menos tiempo disponible debido a las múltiples responsabilidades que asumen, las mujeres dedican más tiempo que los hombres a su formación. Entre los 18 y 24 años, las mujeres presentan tasas de asistencia al sistema educativo formal más elevadas que los varones, y un porcentaje mayor de mujeres alcanza niveles educativos superiores o universitarios, según datos del INDEC.
A pesar de esta inversión adicional de un recurso tan limitado e intransferible, sus carreras laborales no alcanzan el mismo nivel de éxito que las de los hombres. Este fenómeno es el resultado de un entramado de reglas sociales y expectativas culturales que no sólo perpetúan la carga desproporcionada de responsabilidades sobre las mujeres, sino que también condicionan la manera en que administran su tiempo.
La participación laboral de las mujeres es diferente en comparación con la de los hombres: mientras que el 55,5% de mujeres de 14 años y más es económicamente activa, entre los varones este valor alcanza el 72,4%. De todas formas, la participación de las mujeres en el mercado laboral varía mucho según la región, con disparidades que van del 45,6% en Santiago del Estero al 65,7% en Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Cuando las mujeres logran acceder a roles de toma de decisiones, lo hacen bajo condiciones más estrictas: la mitad de las mujeres que se insertan como patronas o empleadoras tiene nivel educativo superior o universitario incompleto o completo, mientras que solo 3 de cada 10 varones en estas posiciones tienen la misma preparación. Esta disparidad ilustra cómo el tiempo que las mujeres dedican a su formación no siempre se traduce en carreras tan fructíferas como las de sus pares masculinos.
Por casa cómo andamos
Con el perdón de la autorreferencialidad, en el ámbito de la Información y Comunicación, solo el 31,3% de las profesionales son mujeres, una cifra que expone la realidad de un mundo en el que predominan las “mesas de chabones” en la que explican cosas. Esta escasa representación femenina limita la diversidad de perspectivas en la construcción de narrativas y contenidos. En la actualidad los hombres forman, trabajan y narran el mundo.
Incluso en el ámbito del streaming se puede observar esta desigualdad. Mientras las plataformas digitales se expanden y ganan influencia, la presencia femenina en roles de liderazgo y en la creación de contenido sigue siendo menor.
Esta situación subraya la necesidad de un monitoreo riguroso y de políticas que garanticen no solo el acceso equitativo a servicios de salud, sino también el reconocimiento y la distribución justa de las responsabilidades relacionadas con el control de la fertilidad. En un contexto donde el tiempo es un recurso finito y valioso, la carga adicional de estas responsabilidades impacta directamente en la capacidad de las mujeres para dedicar su tiempo a otras áreas esenciales de su vida, como el desarrollo profesional, el ocio y la participación política.
El tiempo para cuidar(se)
Hay que agregar un componente más: decidir cuándo maternar o no, arrastra una carga que las mujeres asumen en solitario. Porque la alarma para tomar la pastilla se configura sólo en los teléfonos de las personas con capacidad de gestar, así como hacer el trámite en la obra social, ir a ginecología para buscar las recetas y conocer la normativa vigente que garantiza la gratuidad de todas las prácticas, acompañar a mujeres que fueron dejadas de lado por el sistema de salud.
Jessica Olmos, secretaria del Colegio de Farmaceúticos de Tierra del Fuego AIAS, zona sur, descartó la existencia de problemas de abastecimiento de misoprostol y mifepristona en la actualidad en farmacias; se pueden adquirir al contar con la receta y además contar con la cobertura de la obra social o prepaga.
Al consultar sobre la cobertura que brindan las obras sociales y prepagas, reconoció: “La cobertura es por planes ambulatorios al 40%, no vi ninguna que cubriera al 100%”. Vale la pena mencionar que la ley establece que todas las personas tienen derecho a recibir atención totalmente gratuita tanto en el sistema público como en obras sociales y prepagas (incluyendo todos los estudios, medicamentos y prácticas que fueran necesarios).
Entonces, hay que sumar el tiempo en hacer el reclamo para que la cobertura sea 100%. Pero para poder hacer eso, hay que dedicar minutos y minutos a conocer las leyes, las normas y los mecanismos. En el marco de la presentación del informe de La Hoguera, la organización realizó un relevamiento para saber cuánto sabe la población fueguina sobre los derechos sexuales y reproductivos. Del informe se desprende que un 93% de las personas que contestaron el relevamiento conocía la existencia de la ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), pero el 33% no sabía que la normativa prevé la práctica sin causales hasta la semana 14.
En Ushuaia, los consultorios amigables funcionan desde la implementación del fallo F.A.L. y la articulación entre profesionales y organizaciones feministas, funciona como un bálsamo a la hora de garantizar derechos, aliviar cargas mentales y economizar tiempo. Conocer los circuitos administrativos hace las cosas más fáciles.
A pesar de esto, según ese mismo informe, sólo el 48,3% de las personas que respondieron el relevamiento conocían la existencia del consultorio. Hay que tener en cuenta que el relevamiento se hizo principalmente a través de las redes sociales de la organización, con lo que se presume una audiencia relativamente movilizada por la temática. Aún así, solo la mitad conocía los consultorios.
Esto motivó acciones articuladas entre el Ministerio de Salud provincial y La Hoguera, como la colocación de cartelería con la información a disposición en los centros médicos de salud. Mujeres invirtiendo horas, para economizar minutos de otras mujeres que no conocen.
LS
El “giratiempo” es un aparato fascinante del mundo mágico de Harry Potter que permite retroceder en el tiempo mediante la rotación de su delicada esfera. Este artefacto fue creado por poderosos magos con un control meticuloso sobre las fuerzas temporales, y es extremadamente raro debido a los riesgos que conlleva su mal uso. Hermione Granger, una de las estudiantes más brillantes y dedicadas de Hogwarts, lo utiliza para poder asistir a varias clases a la vez y así cumplir con las exigencias que ella misma se impone. Estas exigencias de un personaje de ficción reflejan una tendencia común entre las mujeres a asumir más responsabilidades, muchas veces debido a las expectativas externas y a la presión de demostrar sus capacidades en múltiples áreas al mismo tiempo.
El tiempo es el recurso más valioso y esencial que poseemos. Es un tejido invisible que entrelaza cada aspecto de nuestra existencia, marcando el ritmo de nuestras vidas desde el momento en el que nacemos. Cada segundo que pasa es irrecuperable, lo que convierte cada elección que hacemos en una inversión irremplazable. Desde el trabajo que realizamos hasta las relaciones que cultivamos, el tiempo define nuestras prioridades y revela lo que realmente valoramos. En un mundo donde la velocidad y la productividad son a menudo glorificadas, es crucial recordar que cómo elegimos gastar nuestro tiempo es, en última instancia, cómo elegimos vivir nuestra vida.