Chimamanda Nogozie Adichie es una de las voces de los feminismos que en los últimos años se transformó en una portavoz didáctica sobre qué es pensar en la igualdad de los géneros. “Todos deberíamos ser feministas” (2015), se titula uno de sus libros ensayo, en el que busca la profundidad de algo simple pero no tan obvio: ser feminista no es solo cosa de mujeres y el cambio empieza en la crianza de los hijos. Pero el pensamiento de la escritora nigeriana va mucho más allá y entiende que la circulación de la información es asimétrica, que en la historia oficial hay poder, y que hay “muchas historias” por contar invisibilizadas.
En dos charlas TED y un corto libro pueden, quizás, ser los tres hilos que conduzcan a entender el mensaje de Chimamanda.
El peligro de una sola historia
En esta charla TEDx, la novelista y ensayista parte de la anécdota de cómo sus primeros dibujos y lecturas, trataban de personas blancas de ojos celestes que comían manzanas y vivían entre la nieve. Ella, en Nigeria, vivía un contexto totalmente distinto. “Creo que esto demuestra, creo, cuán vulnerables e influenciables somos ante una historia, especialmente en nuestra infancia. Porque yo sólo leía libros donde los personajes eran extranjeros, estaba convencida de que los libros, por naturaleza, debían tener extranjeros, y narrar cosas con las que yo no podía identificarme. Todo cambió cuando descubrí los libros africanos. No había muchos disponibles y no eran fáciles de encontrar como los libros extranjeros”, dice Adichie.
Luego, cuenta cómo años después, cuando se muda a Estados Unidos para estudiar en la universidad, su compañera de cuarto estaba impresionada por “lo bien” que hablaba inglés. “Me preguntó si podría escuchar mi ”música tribal“ y se mostró por tanto muy decepcionada cuando le mostré mi cinta de Mariah Carey. (Risas) Ella pensaba que yo no sabía usar una estufa”, relató.
Y señala: “Me impresionó que ella sintiera lástima por mí incluso antes de conocerme. Su posición por omisión ante mí, como africana, se reducía a una lástima condescendiente. Mi compañera conocía una sola historia de África, una única historia de catástrofe; en esta única historia, no era posible que los africanos se parecieran a ella de ninguna forma, no había posibilidad de sentimientos más complejos que lástima, no había posibilidad de una conexión como iguales”.
“Es imposible hablar sobre la historia única sin hablar del poder”, define Chimamanda y desarrolla su exposición en base a ese concepto, para terminar asegurando que “cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una suerte de paraíso”.
Todos deberíamos ser feministas
“Conozco a una mujer que decidió vender su casa porque no quería intimidar a un hombre que quisiera casarse con ella. Conozco una mujer soltera en Nigeria que cuando va a conferencias lleva un anillo de bodas, porque, según ella, quiere que los otros participantes en la conferencia la respeten. Conozco a mujeres jóvenes que están bajo tanta presión de la familia, de los amigos, incluso de trabajo para casarse, que son obligadas a tomar terribles decisiones. Una mujer de cierta edad que no esté casada en nuestra sociedad se enseña a verlo como un fracaso personal profundo. Y un hombre a una cierta edad que no está casado, se ve que no ha llegado su momento para tomar su decisión”, enumera Chimamanda en la charla que lleva el nombre de su libro más famoso.
A través de anécdotas propias y de conocidos, la escritora intenta derribar la noción de que “sólo las mujeres pueden ser feministas”. “Imaginen cuánto más felices seríamos, cuánto más libres para nuestro verdadero ser individual, si no tuviéramos el peso de las expectativas de género”, invita a pensar. Y subraya: “Soy feminista. Y cuando busqué la palabra en el diccionario aquel día, rezaba lo siguiente: ”Feminista: una persona que cree en la vida social, política y la igualdad económica de los sexos“. Mi bisabuela, a partir de las historias que he oído, era feminista. Ella se escapó de la casa del hombre con el que no quería casarse y terminó por casarse con el hombre de su elección. Ella se negó, ella protestó, ella tomó la palabra cuando sintió que la privaban de acceso, de tierra, ese tipo de cosas. Mi bisabuela no sabía qué era la palabra ”feminista“ pero eso no quiere decir que no lo fuera. Muchos de nosotros debemos recuperar esa palabra. Mi propia definición de feminista es: ”Feminista es un hombre o una mujer que dice... “Sí, hay un problema con el género tal como existe hoy, y hay que solucionarlo. Tenemos que hacerlo mejor”
Cómo educar en el feminismo
Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo (Random House, 2017) es una carta de Adichie para una amiga. El libro nace de una genuina pregunta: ¿Cómo hago para educar a mi hija en el feminismo?, dice la autora que le preguntó. Y ella armó un decálogo, con consejos y mensajes de calma para madres y padres que buscan una crianza en igualdad.
Algunas de las sugerencias:
- Sé una persona plena
- Educar juntos
- Los “roles de género” no son ninguna tontería
- Rechaza de pleno el feminismo “light”
- Enséñale a cuestionar el lenguaje
- Rechaza la obligación de gustar
- Feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente
- Habla de sexo y amor
- Haz normal la diferencia
- Crea referentes