La política en la piel
La historia de Clarín, como diario primero y como conglomerado empresarial después, es inescindible de los avatares que vivió la política argentina desde 1945. Los últimos 75 años de la política en el país fueron tan intensos como variopintos, con gobiernos de diferente signo político y muy variadas orientaciones ideológicas (aún si los presidentes pertenecieron al mismo partido), lapso que incluye 18 años a cargo de gobiernos dictatoriales que asumieron el poder a través de Golpes de Estado y el último de los cuales fue especialmente sanguinario. Clarín tuvo acuerdos y logró beneficios con todos ellos, con la excepción de los dos mandatos de Cristina Fernández de Kirchner (diciembre 2007-diciembre 2011 y diciembre 2011-diciembre 2015) y con casi todos también tuvo conflictos de importancia e impacto variable en su proyección como líder de un sistema de medios en el que la negociación política de las empresas periodísticas con los gobiernos es una rutina, pues tanto en la Argentina como en el resto de América Latina esa es una condición de acceso y mantenimiento de licencias, publicidad oficial, desgravación o condonación de impuestos, contenidos exclusivos y otras condiciones vitales para la economía del sector. La política es un tatuaje que está adherido a la piel del principal grupo de comunicaciones de la Argentina.
La impronta de su fundador y director hasta su muerte en 1969, Roberto Noble, así como de sus continuadores, refuerza la función de Clarín “actor político”, lo que a juicio del investigador Héctor Borrat corresponde a todo periódico. En este caso, coincidente con la tradición de diarios de la Argentina desde el siglo XIX, la motivación y actuación política de Clarín resultan funciones evidentes desde su creación misma.
Zoonpolitikón
El concepto aristotélico de “animal político” para distinguir la especie humana de otros animales es muy apropiado como caracterización de la evolución de Clarín en su historia. Una de sus grandes cualidades a lo largo de décadas de enormes cambios socioculturales, políticos y económicos fue su gran capacidad adaptativa, tanto en los años fundacionales y de consolidación del diario a cargo de Noble, como en la transición no menos traumática conducida tras su muerte por los dirigentes desarrollistas liderados por Rogelio Frigerio y en la posterior -y actual- fase expansiva, multimedios primero y convergente después, acaudillada por Héctor Magnetto.
Para Borrat, el ámbito de actuación de un periódico es el de la influencia, toda vez que “el periódico pone en acción su capacidad para afectar el comportamiento de ciertos actores en un sentido favorable a sus propios intereses: influye sobre el gobierno, pero también sobre los partidos políticos, los grupos de interés, los movimientos sociales, los componentes de su audiencia”. Clarín bien puede ser un caso testigo para corroborar la tesis del investigador y la frase atribuida a Noble tras la caída de Frondizi “yo ya no puedo ser presidente, puedo hacer presidentes” abona su planteo.
En efecto, las relaciones entre el Grupo Clarín y los diversos gobiernos argentinos son una clave para la comprensión de su desarrollo a lo largo de las décadas. Si bien el diario estuvo en sus inicios vinculado políticamente al llamado desarrollismo, tuvo la suficiente amplitud editorial como para ser un grupo “oficialista” con muchos otros gobiernos, especialmente al inicio de los diversos mandatos presidenciales. Sólo fue abiertamente confrontativo durante dos períodos: al final del gobierno de Carlos Menem y durante los dos mandatos de Cristina Fernández. Si bien en el primer caso el enfrentamiento fue con un modelo de política económica que afectaba las ventas del grupo, en el segundo tuvo que ver con una guerra política de carácter más general, que llevó al conglomerado regenteado por Magnetto a enfrentar con todas sus fuerzas al gobierno del que se tomaría revancha en la siguiente presidencia, la de Mauricio Macri, que facilitó la expansión del Grupo a niveles inéditos.
La historia política de Clarín presenta, a través de etapas nítidamente discernibles, conectores lógicos comunes. La vinculación con el estamento político, la orgánica dependencia económica de las diferentes gestiones para impulsar el crecimiento empresarial en esas etapas, junto con la generación de un mercado masivo de lectores luego complementado con la construcción de audiencias igualmente masivas, amplias, policlasistas e identificadas con el imaginario nacional del desarrollo, caracterizaron la evolución de Clarín hasta los años finales del siglo XX.
Desde el cambio de siglo, la progresiva financierización del ecosistema de comunicaciones y el inicio de la convergencia tecnológica entre medios, telecomunicaciones e Internet (proceso de carácter global), fueron aprovechados por la conducción del grupo potenciando la concentración multimedia y la reorganización de sus ingresos y, consecuentemente, de sus intereses corporativos, dotando así a sus relaciones con el estamento político un revulsivo que tiñó de modo más definido la línea editorial de sus ya numerosos medios.
Los últimos 20 años muestran, en efecto, posiciones mucho más agresivas contra eventuales obstáculos gubernamentales o contra competidores percibidos como amenazas a la dinámica expansiva del Grupo, a costa de la subordinación del quehacer periodístico a lo que el ex jefe de redacción del diario, Julio Blanck, sinceró como “periodismo de guerra” y que acompañó la pérdida de influencia relativa de los productos periodísticos del grupo en el conjunto de sus ingresos, lo que fue acompañado por el deterioro de su prestigio social y cultural.
Ambivalente con el primer Perón, amistoso con el primer Menem y con Kirchner, militante a favor de Frondizi y de Macri, buen compañero de las dictaduras de Aramburu y Onganía, socio de la dictadura de Videla, distante de Alfonsín e Illia, enemigo de Cristina Fernández y adversario del segundo Menem, Clarín lleva la política adherida a su piel.
La política de Clarín ha sido tan eficaz como atenta a los intensos vaivenes de la política nacional, cuya lógica desentrañó y acompañó con mejores resultados no sólo que otras empresas argentinas, la mayoría de las cuales son competidores pequeños al lado de Clarín al menos desde hace 45 años, sino también que grandes conglomerados internacionales como Telefónica o Claro. En el campeonato de los zoonpolitikón argentinos, Clarín no tiene competencia.