Entrar al teatro como quien entra a una cancha… Eso es lo que ocurre con este unipersonal. El espacio es mucho más reducido que El Globo, aunque en la platea ya hay hinchas cantando versitos quemeros. “Vamos, vamos, quemero/ yo te sigo de pendejo/ siempre voy a todos lados/ siempre voy descontrolado”, Cuando yo me muera quiero que mi cajón/ sea de rojo y blanco como mi corazón“ y ”Si perdemos tampoco me hago problemas/ soy cada día más hincha del globo y de la quema“.
La obra ¿Quién dijo que la H es muda? de Antonio Célico y Fernando Álvarez sucede en el teatro Azul, muy cerquita de la cancha de Atlanta, en Chacarita al límite de Villa Crespo, donde el protagonista va a veces, caminando, luego de las funciones, a comer en su cantina. Pero los colores de sus amores son el blanco y el rojo, de Parque Patricios. “Si juega Huracán, no hay función”, advierte el programa de mano que también consigna la colaboración de Baldío Teatro en la producción independiente del espectáculo.
Las que más garra le ponen al canto son las chicas, que entonan los versos populares y bailan despegadas de las butacas, en los momentos en que el personaje sobre las tablas alienta la participación de sus pares futboleros.
“Soy actor y sentí la necesidad de unir dos amores, el teatro y Huracán ¿qué mejor que armar un espectáculo alrededor del globo?”, nos dice el loco Álvarez, quien en la escena recorre las calles de Buenos Aires llevando la alegría de ser de Huracán. Lo que ofrece son ceremonias con narrativas sobre la historia del globo, que se sostienen en la acción con una actuación que lo entrega todo, cuerpo y alma, una “enfermedad quemera” que se cura en salud junto al público que no sólo es fan de Huracán. Porque también hay personas de otros cuadros o de ninguno.
El espectáculo convoca y ya han gozado de él los actores Puma Goity, Jorge Suárez, Coco Sily, los ex jugadores Marcos Diaz y Patricio Toranzo, la hija de René Houseman, el periodista deportivo y productor de T y C Brian Pecora, políticos como Néstor Vicente y Jorge Altamira, todos y cada uno abrazados por la misma pasión.
El personaje discute la insonoridad de la letra H y opina sobre los cambios diacrónicos en el fútbol argentino, así como sobre el sentido de la globalización y las diferencias entre la etapa previa a la hipermercantilización del deporte y la actual. La emoción está sobrevolando la escena, aunque en distintas tonalidades y se intensifica con la proyección de fotos y videos documentales provenientes de los archivos de revista El Gráfico, Torneos y Competencias, DeporTV y las subcomisiones de Prensa y Marketing del Club Atlético Huracán. Poesía en su versión teatral para los quemeros y las quemeras. Allí se ven, sobre todo en blanco y negro, imágenes de partidos legendarios, abrazos de jugadores tras un gol, se siente la vibración de los asistentes atravesando la pantalla.
Para el actor y coautor Álvarez, ser parte del cuadro “es un sentimiento de pertenencia, un lugar donde uno deposita pasión, fidelidad e infinidad de emociones y creo que, de la mano de Antonio Célico, pudimos llevar al teatro las infinitas sensaciones que vive un hincha”. El protagonista se convierte en un profeta que lleva la palabra y el testimonio de una memoria de grandeza y baña su cuerpo en esas aguas.
Constructor de una tradición familiar heredada la continúa en sus hijas y en Miguelito, su sobrino. Se escuchan además los sonidos del bandoneón tanguero, el andar sobre las veredas adoquinadas de Parque Patricios, las lágrimas que arranca en algunos asistentes. Fútbol y teatro “son trabajos con pasión y en equipo”, reflexiona Alvarez sobre las similitudes entre el deporte y el arte, guiado por la mano diestra de Célico, responsable de la puesta, director e investigador en el área de Antropología Teatral, quien fue docente de la Escuela Municipal de Arte Dramático y la UNA y se perfeccionó junto a Eugenio Barba y el Odin Teatret, en Holstebro, Dinamarca. En la actualidad, al frente de la red teatral El séptimo, Célico construye un centro de investigación en artes escénicas, música y literatura en Humahuaca.
Álvarez es psicólogo social, especializado en violencia de género. Se formó como actor en Suecia, en la Escuela del Teatro Popular Latinoamericano (TPL), de Estocolmo, y en la Argentina estudió con Victor Bruno y Raúl Serrano, entre otros maestros. Participó en numerosas obras, en cine y televisión y está al frente de la sala Azul y hoy se siente agradecido a La Garganta Poderosa “que nos autorizó a usar la imagen que ellos usan en sus revistas y también a José Gottardi, quien nos prestó la camiseta original que usó Houseman para sacar fotos y para tenerla un ratito en nuestras manos y en nuestra piel”.
¿Qué hecho de la historia de Huracán te resulta más relevante?
El campeonato del año 73, de la mano del director técnico Cesar Luis Menotti, el Flaco,donde jugaron algunas glorias del futbol de Huracán y de la Argentina, como Houseman, Brindisi y Babington, entre otros. Luego de este campeonato, a Menotti lo convocan para conducir a la selección y se logra el triunfo de la Copa Argentina.
¿En qué medida influyó que el director fuera de Huracán para que lo convocaras?
Para mí era importante que fuese un proyecto 100% de Huracán y se dio, para suerte del proyecto, que encontrara a Antonio, que es de ir a la cancha, que vivió toda su infancia, adolescencia y parte de su juventud en Parque Patricios. Su padre fue médico del primer equipo del club, hace ya muchos años, su hermano fue director técnico de Huracán, gran parte de su familia es quemera y a esto se le sumo la trayectoria que tiene Tony, como director del grupo teatral El Baldío. Él logró algo muy importante, que fue armar un espectáculo teatral sobre todo, donde los espectadores que vienen de otros equipos o que no les gusta el fútbol, se encuentran con una obra que habla de historia, de la pasión de un hincha, con matices, con rupturas en escena, etcétera. La idea es tratar de llegar adonde haya hinchas de Huracán. Ya hicimos funciones en una peña huracanense de Berazategui y otra para los chicos de la pensión de Huracán, que vinieron al teatro y estamos abiertos a que surjan nuevos lugares. Somos un teatro independiente, sin empresarios que nos apoyen y es una emoción haber escuchado por los altoparlantes de la cancha, la promoción desinteresada de nuestra obra.
LH