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Una nueva distinción

Leila Guerriero ganó el Premio de la Crítica de la Feria del Libro por ‘La llamada’

Leila Guerriero ganó el Premio de la Crítica en la Feria del Libro de Buenos Aires.

Agustina Larrea

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La escritora y periodista argentina Leila Guerriero ganó el Premio de la Crítica que otorga todos los años la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Fue por La llamada (Anagrama, 2024), un impactante libro de no ficción en el que propone un retrato de Silvia Labayru, una sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma), quien parió a su hija en ese centro clandestino y fue torturada, violada y obligada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz cuando el represor se infiltró en Madres de Plaza de Mayo en plena dictadura.

El libro ganador, como todos los años, resultó elegido en una votación de la que participó elDiarioAR y que realiza un grupo de periodistas y escritores designados por la Fundación El Libro. Se trata, según los organizadores del evento, de una distinción que busca “el reconocimiento de un autor y su creación literaria”.

Convertida en una exitosa publicación tanto en la Argentina como en España, La llamada también fue galardonada con el prestigioso Premio Zenda de Narrativa 2023-2024.

“Con cualquier historia yo creo que uno se complica la vida, no solo con la de Silvia. Me parece que siempre es una complicación sobre todo cuando hacés un libro, ¿no? Cuando hacés un perfil largo para una revista, también pero es una complicación que por lo menos en el tiempo dura menos. Me parece que una de las cosas que me ayudaron a la hora de narrar tiene que ver con haber enfrentado esto como cualquier otro de los trabajos que he hecho. No lo sentí como ‘ah bueno, ahora ante esto tengo que tener una especie de cuidado o de solemnidad’. En todo caso, tuve el mismo cuidado que tengo con todos los otros perfiles, con todas las otras crónicas. También cierta soltura en la mirada, en la escritura, en el reporteo. En este caso es un tema que nos toca a todos, o por lo menos a los de cierta generación, muy de cerca. De algún modo estamos todos atravesados por la dictadura y los desaparecidos. Si ante ello tenés una actitud narrativa reverencial, yo creo que un proyecto así puede aplastarte. Así que las dificultades que presentó este trabajo fueron las dificultades que presentan todas las cosas en la etapa del reporteo, que es tratar de agotar todas las fuentes posibles y lidiar con alguna fuente que no te quiere hablar”, señaló Guerriero ante elDiarioAR cuando el libro se publicó en la Argentina.

Una víctima particular

“Cada 14 de marzo, durante años, Silvia Labayru festejó con su padre, Jorge Labayru, mayor de la Fuerza Aérea y piloto civil de Aerolíneas Argentinas, el día en que se produjo la llamada que le salvó la vida. El 14 de marzo de 1977 él levantó el auricular del teléfono de su casa, un piso 12 sobre la Avenida del Libertador desde el que se ven el hipódromo de Buenos Aires y la costa uruguaya, escuchó la voz de un hombre que dijo: ‘Llamo para hablarle de su hija’, y respondió con un grito: ‘¡Montoneros hijos de puta! ¡Ustedes son los responsables morales de la muerte de mi hija! ¡Los voy a cagar a tiros!’. O algo así. Para entonces, Jorge Labayru llevaba tres meses creyendo que su hija estaba muerta”, se lee en uno de los fragmentos que integran La llamada.

Esa escena crucial le sirve a la cronista como una suerte de cordel del que tira para armar con idas y vueltas temporales y una estructura envolvente repleta de observaciones, el retrato de una mujer. Inteligentemente armado a partir de fragmentos –¿cómo sintetizar una vida? ¿cómo condensar esta vida?– en La llamada se superponen capas de la historia de Silvia Labayru

Las escenas, montadas con maestría por la autora y reconstruidas a partir de decenas de encuentros con la protagonista y con su entorno, además de un centenar de entrevistas que realizó a otros personajes clave, conforman una sucesión. En una secuencia, a todas luces irreductible y para nada lineal, Guerriero narra y describe con todo detalle los días de una mujer que provenía de un linaje militar y llegó a integrar el sector de Inteligencia de la organización Montoneros; que fue secuestrada y torturada por la dictadura cuando tenía 20 años; que debió parir a su primera hija en la ESMA y entregarla a su familia a los pocos días; que fue sometida a una suerte de “reeducación” en ese centro clandestino; que fue violada por militares y por la esposa de uno de ellos; que fue obligada a participar, junto a Alfredo Astiz, de una operación en la que el represor se infiltró en plena dictadura en Madres de Plaza de Mayo y por la que terminaron desaparecidas algunas integrantes de esa organización, familiares de desaparecidos y las monjas francesas Alice Domond y Leonie Duquet; que sobrevivió a la ESMA y vivió controlada por las autoridades militares; que se exilió y fue rechazada por otros exiliados en Europa porque la veían con sospechas por haber sobrevivido; que brindó su testimonio en juicios en los que se investigó, entre otros asuntos, delitos sexuales cometidos durante la dictadura; que cuestiona algunos relatos cristalizados por parte de algunos organismos de derechos humanos; que vive entre España y Buenos Aires luego de reencontrarse con uno de sus grandes amores de la juventud; que no quiere ni puede de ninguna manera pensarse exclusivamente como una víctima eterna.

La autora

Leila Guerriero nació en Argentina, en 1967. Su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y España: La Nación y Rolling Stone, de Argentina; El País, de España; Gatopardo, de México, y El Mercurio, de Chile, entre otros. Es editora para América Latina de la revista mexicana Gatopardo. Publicó los libros Los suicidas del fin del mundoFrutos extraños, Una historia sencillaZona de obrasPlano americanoOpus GelberRetrato de un pianistaLa otra guerra y La llamada. En 2010, su texto El rastro en los huesos, publicado en El País y en Gatopardo, recibió el premio CEMEX+FNPI. Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés, el francés, el italiano, el alemán, el portugués, el sueco y el polaco.

AL

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