Tras “Unas vacaciones raras”, otra prueba de fuego superada con éxito por El Mató en GEBA

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La banda platense El Mató a un Policía Motorizado superó otra prueba de fuego este sábado con un show a cielo abierto en el estadio de GEBA donde luego de dos años de inactividad sonó potente, concisa, ajustada e hipnótica.

El show del grupo, referencia ineludible del indie de las nuevas generaciones, comenzó con cierto retraso y se prolongó por cerca de dos horas, en una noche agradable y fresca en la que el grupo subió otro escalón en la ascendente carrera de masividad y crecimiento que viene experimentando.

“Gracias por estar acá, gracias por esperarnos, disculpen las demoras, fueron dos años y dos horas”, dijo Santiago Motorizado desde un imponente escenario comenzado el show, en el que el grupo se mostró sólido y compacto, sin temores escénicos, ante el mayor desafío de su historia de una fecha en solitario.

El último vivo en Argentina del quinteto había sido en diciembre de 2019 en el estadio Malvinas Argentinas en la presentación de “La otra dimensión”, lado b y complemento de “La síntesis O'Konor”, que cambió definitivamente el sonido del grupo, acercándolo a cierta psicodelia y con un marcado trabajo de capas y texturas con el que ganó en frescura, identidad y respuesta de la gente.

El show de GEBA arrancó con “La otra ciudad” y siguió con “Cobra” y “La noche eterna”, tres canciones que esbozaron las líneas de la geografía sonora por donde correría el grupo toda la noche, intercalando temas más levemente hipnóticos con otros de mayor flujo sanguíneo con la voz y el bajo de Santiago invitando a una fiesta sin estridencias.

Dos guitarras a cadencia de riffs y distorsión (Manuel Sánchez Viamonte y Gustavo Monsalvo), una batería de beat preciso y presente (Guillermo Ruiz Díaz) y los teclados (Agustín Spasoff) cada vez con mayor claridad para dibujar las atmósferas emocionales de las canciones constituyeron la arquitectura sonora del grupo, en una noche que manejó con solvencia de principio a fin.

El show de GEBA exhibió también un buen pulso escénico, con luces acompañando los distintos climas, dos pantallas a los lados del escenario, sin estridencias sino trabajando segundo a segundo en el mar de sensaciones que puede ser un vivo de El Mató, donde público y banda sintonizan la misma frecuencia y no se escuchan gritos ni exabruptos sino algo parecido a una respiración expandida.

“El héroe de la Navidad”, “Nuevos discos”, “La síntesis O'Konor” y “Las luces” se proyectaron en la continuidad del vivo, que no tuvo derrapes ni baches sino que se mantuvo en perfecta concordancia con las sensaciones del diálogo que logró entablar el escenario con los músicos y el campo con la gente.

Así llegaron “Chica rutera”, “El tesoro”, “Yoni B”, algunas de las joyas del repertorio de la banda platense que se hicieron presentes en GEBA para continuar alimentando la respiración sonora de una noche, por momentos, perfecta.

Al final, en los bises y ante la insistencia de la gente que no quería partir pasada la medianoche, se escucharon “Más o menos bien” y “Mi próximo movimiento” temas antiguos interpretados bajo las nuevas coordenadas sonoras de la banda.

Pedro Fernández Mouján/Télam