200 millones de personas con privaciones, trabajo precario e infancias en riesgo: una radiografía de la pobreza en Latinoamérica

145 millones de latinoamericanos viven con menos de US$5,5 al día y son considerados pobres desde una perspectiva de ingresos, sobre un total de alrededor de 620 millones de habitantes de la región. Si se aplica un método de medición multidimensional y se consideran otro tipo de indicadores —por ejemplo, las condiciones de salud, vivienda y educación con las que cuenta— la cantidad de pobres escala a 200 millones.

Los datos surgen de un documento publicado en las últimas horas por los economistas Leonardo Gasparini, Leopoldo Tornarolli y María Emma Santos, que integra un libro sobre los avances sobre medición de la pobreza en todo el mundo y sus tendencias. Los investigadores pertenecen al Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad de La Plata y al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales del Sur (IIESS) de la Universidad Nacional del Sur. 

Según detalla el estudio, la mayoría de las personas que lograron salir de la categoría de pobres en las últimas décadas siguen siendo “altamente vulnerables” y, si las condiciones empeoran, tienen altas chances de volver a caer. De hecho, si bien todavía no se cuenta con la información suficiente para asegurarlo, los investigadores anticipan que la pandemia de Covid-19 dejará su marca con una disparada de estos números, luego de una década en la que la región no pudo mejorar sus indicadores. 

El documento utiliza datos de 2019 comparables para todos los países de la región y advierte que la pobreza por ingresos —es decir, la que está trazada por los US$5,5 diarios— en Latinoamérica es para ese año de 23,6%, con un escenario muy heterogéneo entre países. Oscila entre alrededor de 3,5% en Uruguay y Chile y alrededor de 50% en Guatemala, Honduras y Venezuela.

En la Argentina, la tasa de pobreza registrada es de 14,4%. Los números son distintos a los oficiales del Indec (de 35,5% para 2019 y de 42% según el último dato, correspondiente al segundo semestre de 2020) porque derivan de un cálculo propio que toma como referencia la línea de los US$5,5 diarios (el Indec toma la canasta básica) y utiliza una base de datos elaborada por CEDLAS en Conjunto con el Banco Mundial.

El trabajo muestra que existen también diferencias sustanciales dentro de los países. Por ejemplo, la pobreza es particularmente alta en el noreste de Brasil, el altiplano boliviano, la selva en Ecuador y Perú y en los estados de Chiapas y Oaxaca en México. 

Según las estimaciones de PovcalNet, una herramienta de cálculos del Banco Mundial que en este caso combina los datos de América Latina con los del Caribe, la tasa de pobreza de la región ampliada es de 22,5%. Este promedio es mucho menor que el de África subsahariana (86,2%), Asia meridional (83,4%) y Medio Oriente y África del Norte (44,4%), similar a Asia del Este (22,7%) y significativamente más alto que en Europa del Este y Asia central (11,6%). 

En la mayoría de los países de la región la pobreza es significativamente más alta en las áreas rurales en comparación con las áreas urbanas. Por otro lado, y dada la extensión de los sistemas de pensión pública, la pobreza de ingresos está disminuyendo en edad. Es decir, se está infantilizando. En promedio para 2019, la tasa de pobreza entre los niños de 15 años o menos es de 30,9, cuando para las personas de entre 16 y 64 años fue de 18,4 y para los adultos mayores de 14,7. 

El 87% de los trabajadores pobres de América Latina son trabajadores informales, una proporción que no cambió mucho en las últimas décadas y que muestra el deterioro de las condiciones laborales. La mayoría de los trabajadores pobres (el 64%) son empleados en el campo, tareas domésticas, construcción y comercio. Como contracara, el documento muestra que las pensiones no contributivas y los programas sociales fueron sustancialmente expandidos en todos los países desde mediados de los 90 y hoy el 57% de los pobres de Latinoamérica reciben algún tipo de transferencia. 

En un repaso de la evolución de la pobreza por ingresos en las últimas décadas, el informe ubica a la década de los 2000 como un momento en que una situación económica internacional excepcional combinada con programas ambiciosos de transferencias a la población más vulnerable generó una fuerte caída de los indicadores. En su conjunto, la región bajó su tasa de 42,4 en 2003 a 29,7 en 2009. 

La pobreza continuó cayendo en los años siguientes, aunque a menor ritmo, pero en la década de 2010 la mayoría de los países experimentaron una desaceleración en el crecimiento económico y algunos incluso sufrieron recesiones que detuvieron la mejora. De hecho, a finales de la década la pobreza estaba casi al mismo nivel que en 2013. Si bien todavía no se cuenta con la información suficiente para asegurarlo, los investigadores anticipan que la pandemia de Covid-19 dejó atrás la tendencia de estancamiento para volver a impulsar el nivel la pobreza. 

En cuanto a la pobreza multidimensional, que no considera solo el ingreso sino otras variables como acceso a la educación y vivienda, se advierte que Latinoamérica es la tercera región con menor pobreza. Sin embargo, si se mira en detalle no deja de arrojar datos contundente: más de 38 millones de personas en la región vive en una “pobreza aguda”, 42% de ellos en Brasil y México. Aquí también se replica el fenómeno de la infantilización: la pobreza multidimensional aguda es en promedio 1,5 veces más prevalente entre los niños de entre 0 a 17 años que entre los adultos.

En la composición de esa pobreza multidimensional se advierten altos niveles de privación en “combustible limpio para cocinar” y saneamiento, seguidos de otros indicadores del estándar de vida como acceso a materiales de vivienda, electricidad o agua potable. La privación en nutrición, considerado “el aspecto más revelador de la pobreza ” también se destaca en varios países, del mismo modo que es alta la falta de escolaridad. 

DT