La cordobesa Fundación Mediterránea fue la que impulsó en los 90 a Domingo Cavallo como ministro de Economía para derrotar la hiperinflación, crear el uno a uno con el dólar, desregular y abrir la economía y privatizar. Ahora entre sus autoridades cuenta con empresarios como Marcos Brito (Banco Macro), Sergio Roggio (de la constructora Roggio), Sebastián Bagó (h) (de Laboratorios Bagó), Adriana y Adrián Urquía (de Aceitera General Deheza) y David Uriburu (de Techint) e impulsa un plan económico, no medidas aisladas, y un ministro para ejecutarlo, Carlos Melconian. Se supone que podría aplicarse si gana Juntos por el Cambio, ya sea Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta, pero tanto el principal economista de la ex ministra de Trabajo y de Seguridad, Luciano Laspina, como el del jefe de gobierno porteño, Hernán Lacunza, recelan de Melconian y confían en llevar a la práctica los programas que ellos mismo vienen elaborando con sus respectivos equipos. El economista de origen armenio y nacido en Valentín Alsina está dispuesto a ofrecer su programa a cualquier candidato que llegue a la Casa Rosada.
¿En qué consiste el plan de quien iba a ser ministro de Carlos Menem si ganaba las elecciones presidenciales de 2003 frente a Néstor Kirchner? Melconian busca llegar rápido al déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) cero para dejar de emitir dinero para financiarlo y ante la ausencia de financiamiento externo. No habla de bajar el gasto público en 13 puntos del PBI, como Javier Milei y su autodenominado Plan Motosierra, ni de los ocho puntos que calculan los asesores de Larreta. Apunta a 3,5 o 4 puntos, es decir, todo lo necesario para terminar con el rojo, no más. “No va a ser catastrófico. Las motosierras no existen, bajar impuestos tampoco”, comentan en la Mediterránea, donde también se desempeñan Enrique Szewach, Rodolfo Santangelo, Andrés Ibarra, Facundo Martínez Maino, Daniel Artana -el fugaz secretario de Hacienda del gobierno de Fernando de la Rúa que en 2001 quería despedir empleados públicos-, Jorge Vasconcelos, Marcelo Capello, Jorge Colina y Juan Manuel Garzón.
A diferencia de la tropa de Bullrich, en el equipo de Melconian aclaran que no son “halcones ni violentos”. Apuntan a recortes en muy diversos rubros del Estado. Consideran que las tarifas de energía y transporte están “recontraatrasadas”, con lo que se avecina una quita de subsidios para la clase media. Igualmente, aclaran que el encarecimiento de la luz y el gas será menor que el 270% que aplicó Sergio Massa para el 35% de los hogares más ricos, que se quedaron sin subvenciones. Aunque aumentará, mantendrán la tarifa social para los que menos tienen. Lo mismo sucederá con los colectivos y los ferrocarriles. “En trenes no vamos a repetir la frase de Menem, 'ramal que para, ramal que cierra', vamos a subir el boleto y a volver al chancho (inspector) que controle que nadie viaje gratis”, explican.
Si llega a ministro, Melconian también apuntará a los planes sociales, pero recuerda que ya la actual ministra de Desarrollo Social y candidata a diputada, Victoria Tolosa Paz, comenzó dando de baja 85.000. Claro que la cirugía del economista de la Mediterránea será mayor: su equipo ha contabilizado 38 programas sociales en varios ministerios y planea abocarse a la ardua tarea de advertir duplicaciones de beneficios.
Además están mirando el déficit de las empresas públicas, que representan un punto del PBI. “Vamos a apuntar a los truchos que nunca trabajaron. Por ejemplo, a los cuatro periodistas K que le hicieron un juicio millonario a la TV Pública”, señalan. También le iniciaron demandas colegas de la era de Cambiemos, periodo en el que Melconian presidió sólo un año el Banco Nación. En la Mediterránea ponen la lupa en AYSA, Yacimientos Carboníferos Fiscales, todo el sistema de medios públicos, el Correo Argentino y la metalúrgica IMPSA para analizar si cierran, se ajustan o se traspasan a provincias. En el caso de Aerolíneas, no quieren darla de baja, como Mauricio Macri, ni entregarla a los sindicatos, como pretende Milei, sino rever cada renglón de sus gastos para llevarla al equilibrio.
A diferencia del candidato presidencial libertario, Melconian no quiere privatizar YPF sino que quiere asignarle un rol “preponderante”. Si fuese así, se distinguiría de Macri, que la puso en un rol secundario, por ejemplo, en el negocio del gas, donde prevaleció Techint con su petrolera Tecpetrol. El economista de la Mediterránea apunta sobre todo a terminar con el rojo de Enarsa, que representa la mitad del total del déficit de las compañías estatales, y que se solucionaría aumentando tarifas de luz y gas. De todos modos, en su equipo no descartan privatizaciones: “Puede ser que privaticemos algunas empresas, pero ahora no sabemos lo que hacen”.
El aspirante a ministro quiere reducir en un 25% la estructura de la administración pública nacional, lo que no significa echar a un cuarto del personal sino revisar cada rincón del Estado. Apunta a reducir la cantidad de ministerios, secretarías, subsecretarías y direcciones y reordenar el organigrama. Eventualmente puede haber despidos, pero no masivos. Se supone.
No quiere dolarización, como Milei, ni apuesta al peso, como Larreta, sino que coincide en abogar por consolidar el bimonetarismo, como anhela Bullrich. Por eso, propone reformar el Código Civil para legalizar la convivencia del peso y el dólar. “Es formalizar lo que ya ocurre”, explican en su entorno. No hablan de eliminar el cepo cambiario el primer día, como la precandidata del PRO, sino que apuntan a eliminar la brecha cambiaria y mantener “políticas macroprudenciales que eviten que venga el hot money (capitales especulativos) para hacer timba como en 2016”. Pretenden crear un nuevo régimen monetario, pero no aclaran si será fijo, como en el uno a uno, o flexible. “Decir que vamos a ir a libre tipo de cambio y sin retenciones, es estar totalmente en pedo”, soltó Melconian con su lenguaje callejero en abril ante el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. “Esta vez tenés que arrancar al revés”, criticó a Macri, que comenzó su gobierno liberando el cepo y bajando retenciones, antes de ajustar las cuentas fiscales.
“La prioridad absoluta será la drástica reducción del impuesto inflacionario y el equilibrio en general”, dijo entonces el economista. “No conozco persona más receptiva a la baja de inflación que el trabajador. Es el que empresario el que debe acostumbrarse a la estabilidad.”
En cuanto a impuestos, algunos sí bajarían al comienzo, pero no lo grueso. “Seis sectores exportadores explican el 90% de retenciones”, identificó Melconian en abril en una conferencia en el CAA, donde también pesan los Urquía. Esos derechos de exportación clave a la soja, el maíz o el trigo no se tocarán. “El resto se elimina”, dijo el economista ante el CAA. También quitaría las restricciones a las cantidades exportadas en carne vacuna y las sustituiría “con subsidios directos a la mesa de los argentinos”. A la vez quiere reducir el impuesto provincial a los ingresos brutos. ¿Y Bienes Personales, el tributo que llevó a que decenas de millonarios emigraran en estos cuatro años a Uruguay? “Será parte de un paquete global”, responden en la Mediterránea, igual que lo hacen en Juntos por el Cambio o La Libertad Avanza, pero está claro que diputados de ambas fuerzas ya han presentado formalmente un proyecto de ley para eliminarlo. Hay en juego muchos compromiso de políticos con empresarios patrocinantes.
En cuanto a la infraestructura, Melconian la imagina dentro del Ministerio de Economía y comentó a fines de junio en Jesús María, Córdoba, al presentar su plan: “Hay pocos recursos fiscales y muchas necesidades”. Pondrá “orden” a las pretensiones de los empresarios “porque se van al carajo”, comentan en la fundación. Los proyectos prioritarios serán los de energía, como los gasoductos, las obras sanitarias de AySA en la provincia de Buenos Aires, el dragado de la Hidrovía y los trenes de carga, anunció el economista en la ciudad donde se celebra cada enero el festival de doma y folklore. “Los PPP (proyectos público-privados) no tuvieron un buen final”, recordó Melconian el plan de Macri y su ministro de Transporte, Guillermo Dietrich.
Al igual que Milei, Larreta o Bullrich, Melconian apunta a una reforma laboral. Pero su entorno aclara que pretende atacar sobre todo “el kiosco de los juicios”. Sin embargo, en su exposición en Jesús María, el ex consultor ahora abocado a la Mediterránea habló de eliminar las penalidades que multiplican las indemnizaciones, el cambio de convenios colectivos con ultraactividad -gremios que discuten condiciones de trabajo que se aplican a todas las empresas y que se prolongan de manera indefinida- y promover la figura del “despido optativo” que evite el costo de la desvinculación cuando no es el empleador el que lo decide.
En cuanto a política comercial, esperan a ver cómo termina de negociarse el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, que se firmó en 2019 pero nunca se ratificó en los parlamentos nacionales y ahora está en revisión. Consideran que más que tratados de este tipo lo que hoy cierra la economía es el cepo, que se liberará en la medida en que baje la brecha entre el oficial y el paralelo.
Melconian también tiene en agenda una reforma previsional que suba la edad jubilatoria, que hoy está en 65 años para varones y 60 para mujeres. “La pauta de movilidad tiene que ser la tasa de inflación esperada más eventual ajuste ex post por inflación observada”, planteó el economista en Jesús María. Es decir, que dejen de actualizarse los haberes por la evolución pasada de salarios y recaudación tributaria. Quiere terminar con las moratorias, que los que carecen de aportes suficientes reciban la prestación de adulto mayor (PUAM, que por ahora es el 80% de la jubilación mínima), eliminar el requisito de los 30 años de contribuciones, establecer las prestaciones por los sueldos cobras durante toda la vida laboral, y no sólo los últimos diez años, y acabar con los regímenes especiales para los nuevos ingresantes al mercado laboral “para que todas las personas puedan jubilarse, dentro de 30 años, con un único régimen general”.
En la CAA en abril, cuando Milei subía en las encuestas, ya Melconian advertía que su plan tenía “cero coherencia, es la nada”. “Y no tenemos nada personal contra nadie”, aclaraba. Ahora ya lo da por perdido. “Eso de ramal que para es ramal que cierra ya pasó”, decía entonces, pero reivindicaba al menemismo: “Hay que buscar la irreversibilidad de las reformas. Si en 2003 no se revertían las reformas noventistas, este era otro país”.
Abogó entonces por una “nueva Cancillería”. “Mas del 50% de las preguntas que me hacen en viajes a Estados Unidos es dónde se va a posicionar la Argentina. Necesitamos un programa occidental y capitalista”, afirmó Melconian, que comenzó su carrera en los 80 en el Banco Central y firmó en 1986 un informe que pedía dejar de investigar la estatización de la deuda privada en la última dictadura en favor de empresas como Perez Companc, Bridas, Aluar, Socma (de Franco Macri, padre de Mauricio), IBM, Esso, Kodak, Renault y Cargill. Después en los 90 se convirtió en consultor con Santangelo, uno de los preferidos del establishment, hasta que en 2021 se sumó a la Mediterránea.
AR