“Cuando uno hace compras en el exterior y son dólares que tendrían que haber ido al sector productivo, lo que estamos haciendo es dañando el futuro de todos los argentinos; el derecho a viajar colisiona con el derecho a la generación de puestos de trabajo”, dijo ayer la ministra de Economía, Silvina Batakis, que lleva apenas tres días en su cargo. Si bien la funcionaria aseguró que no tiene en mente ninguna nueva medida para restringir la salida de dólares por esta vía, es un frente que al Gobierno le preocupa especialmente.
Los viajes y las compras en el exterior estresan las cuentas nacionales desde hace años, pero habían encontrado un freno en la pandemia de coronavirus. Con el retorno progresivo a la normalidad, los gastos en moneda extranjera asociados a viajes al exterior volvieron a dispararse y el 25,9% del aumento del déficit en el Mercado Libre de Cambios (MULC) respecto del año pasado.
Tal como se desprende de la información oficial que publica el Banco Central de la República Argentina (BCRA), el balance del MULC depende de la operatoria de bienes, de servicios, de rentas (giro de utilidades y pago de intereses) y de la cuenta de capital (pagos de deuda). En los primeros cinco meses del año el déficit total fue de US$5.579 millones respecto del mismo período de 2021. Ese resultado deriva de que el año pasado, todavía afectado por las restricciones a la movilidad y el cierre de fronteras, hubo un superávit de casi US$4.703 millones para ese período y este año, un déficit de US$876 millones.
Si dentro del rubro servicios se observa específicamente la cuenta de viajes se advierte un saldo negativo de US$1.444 millones en el período enero-mayo, en comparación con el mismo período de 2021. Este rojo toma especial relevancia en un contexto en el que la acumulación de reservas es una de las metas fijadas en el acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). De su cumplimiento depende que el país continúe recibiendo los desembolsos necesarios para saldar la deuda contraída en 2018.
El déficit del turismo se explica por varios factores. Por un lado, y según los últimos datos oficiales, la cantidad de argentinos y argentinas que viajan a otros países es efectivamente superior a la de extranjeros que ingresan. En los primeros cuatro meses del año (enero-abril) 668.900 residentes locales salieron al mundo (una suba de 237% respecto del mismo período de 2021) y entraron 454.700 extranjeros no residentes a la Argentina (suba de 722% interanual), lo que arroja un saldo negativo de 214.200 personas.
Pero el factor fundamental es la brecha cambiaria. Mientras que todas las personas que salen de Argentina gastan con la tarjeta de crédito a la cotización del “dólar turista” (el valor oficial se recarga con un 30% del impuesto PAIS y un 35% de una retención a cuenta del impuesto a las ganancias; este jueves se vende a $219,2), quienes llegan al país rara vez cambian su dinero en el mercado oficial. A valores de hoy, por cada dólar pueden obtener un 60% más de pesos en una cueva que en un banco.
El Banco Central intentó alterar esta situación con una medida lanzada en octubre pasado. Habilitó a turistas extranjeros a abrir una caja de ahorro bimonetaria en un banco local en la que podrían cambiar hasta US$5.000 a la cotización del MEP (un dólar bursátil, derivado de la compra y venta de acciones, que tiene una cotización similar a la del blue). Según pudo chequear este diario, en el Banco Nación –entidad que se puso al frente de la instrumentación– no se abrió una sola cuenta de este tipo desde que se habilitó la posibilidad.
Para cualquier turista extranjero es mucho más fácil cambiar directamente sus divisas en cash cuando pisa suelo argentino. El mes pasado se conoció incluso un documento de las Naciones Unidas (ONU) enviado a funcionarios de esa organización en visita oficial a la Argentina en el que se les daba recomendaciones para vender dólares en el mercado informal, sugiriendo un cambista de confianza que podrían contactar por WhatsApp y citar en sus respectivos hoteles.
El economista Francisco Eggers, señala que si bien la situación empeoró mucho respecto de los dos años previos de pandemia, el déficit de la cuenta de turismo es bastante menor al registrado en el periodo 2015-2018. En ese momento, los viajes y las compras en el exterior estaban impulsadas sobre todo por dos factores: un salario en dólares más elevado que el actual y –a diferencia de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner– menores restricciones para acceder a las divisas en el mercado oficial.
Actualmente rige un tope de US$200 mensuales para acceder al dólar en el mercado oficial y las compras hechas con tarjeta en moneda foránea se descuentan de ese cupo (tanto del mes en curso como de los siguientes, en caso de que se exceda el monto). Además, hay impuestos asociados al turismo y desde noviembre pasado no es posible comprar en cuotas pasajes internacionales
Según un estudio del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), que depende del Ministerio de Desarrollo Productivo, la cuenta turística genera “una salida de divisas de volumen no trivial en términos macroeconómicos”. El déficit turístico acumulado entre 2011 y 2020 fue de US$23.500 millones, una cifra equivalente a poco más del 5% del PIB de 2019 medido en dólares corrientes.
El informe señala a la apreciación real del peso frente al dólar como fuerte determinante del crecimiento en el turismo emisivo y del amesetamiento del turismo receptivo que se observa a partir de 2011, que se traduce en un cuantioso flujo de salida de divisas. En ese sentido, concluye que “un tipo de cambio real sostenido en un nivel mayor al de 2011-2020 durante un período considerable podría eliminar el déficit turístico o, incluso, transformar el sector en superavitario en términos de divisas”. Sin embargo, Batakis también dijo que está “cómoda” con el nivel actual del tipo de cambio y que devaluar la moneda no es una opción en este momento.
DT