En el Gobierno se escuchan cada vez más voces resignadas a que la inflación del 6% de enero se extenderá a febrero y marzo y seguirá alta todo el resto del año. Lamentan que así deberán enfrentar las elecciones presidenciales, primarias en agosto y generales en octubre. La principal fuerza opositora, Juntos por el Cambio, podrá achacarle que el índice de precios al consumidor (IPC) duplica al que dejó Mauricio Macri, pero en el Frente de Todos responderán que ahora el país encadena tres años seguidos de crecimiento de la economía y del empleo, a contramano de los tres de los cuatro años del anterior gobierno. Por eso, este miércoles Alberto Fernández ofreció su último discurso ante la Asamblea Legislativa -siempre que no sea reelecto- con 33 menciones al crecimiento, 40 al trabajo y 18 al empleo, 91 en total, y sólo siete a la inflación y cuatro a los precios, es decir, una suma de 11.
En el medio de la discusión electoral Javier Milei buscará abrirse paso prometiendo antipolítica y recetas neoliberales como las que aplicó su admirado Carlos Menem en los 90, años en los que ni siquiera habían nacido muchos de los jóvenes que lo vivan.
En las encuestas, la inflación aparece como la principal preocupación de los ciudadanos. Claro, es lo que carcome el poder de compra. No va aparecer como problema la desocupación, cuando en 21 de las 23 provincias se ha alcanzado el pleno empleo, según destacó hoy Fernández. Pero en el propio oficialismo reconocen que con precios duplicándose cada año van camino a la derrota.
“Asumimos en un contexto interno signado por la inflación y el endeudamiento”, fue la primera vez que Fernández habló del IPC, como para recordar la herencia de Macri, que había dejado la mayor inflación desde 1991. Pero en 2022 fue la más alta desde la hiperinflación de 1990. “No oculto las necesidades ni dibujo un mundo irreal. Los miro a los ojos, recorro el país, puedo ver lo bueno y lo malo que está sucediendo. Puedo hablar con ustedes francamente de la pobreza, de la inflación, de la inseguridad y de los bajos ingresos. Entiendo el malestar y la queja de los más débiles. Pero también veo lo que está bien, y cómo se oculta, y cómo se intenta generar desánimo y malestar”, declaró el Presidente.
“La alta inflación que todos sufrimos es un factor central de desorganización de nuestra economía”, continuó más adelante, pero volvió a aclarar: “Todos sabemos bien que la inflación constituye un problema estructural de la Argentina que se remonta a décadas”. Después habló de su receta para intentar bajarla, tarea en la que por ahora ha fallado: “Estamos abocados a reducirla sin generar incrementos en los niveles de pobreza o frenos en el proceso de crecimiento que venimos experimentando. No resulta una tarea sencilla. Quienes minimizaron el problema acabaron por profundizarlo”, recordó a Macri en campaña en 2015. Está más que claro que este año no habrá plan de shock antiinflacionario, que implica un impacto inicial negativo en la economía y en la pobreza para revertirlo en el mediano plazo, reformas profundas y dolorosas y quitarle ceros al peso, atarlo al dólar o cambiarlo por esa divisa. Queda por verse si el próximo gobierno tendrá suficiente respaldo político y social para aplicar esas medidas tan trasnformadoras o si también recurrirá a la receta de la reducción gradual y lenta del IPC.
Pese a que el ministro de Economía, Sergio Massa, no logró su objetivo de bajar la inflación rápido al 3% mensual, Fernández agradeció el “compromiso” del abogado tigrense por dejar la presidencia de la Cámara de Diputados para sumarse a la “compleja tarea” de liderar Economía. Entonces el ministro fue aplaudido por los oficialistas en la asamblea. Él podrá decir que evitó la hiperinflación, pero las críticas por el alza de precios erosionan sus escondidas ambiciones presidenciales.
“Protegimos los ingresos de jubilaciones y pensiones, aplicando las actualizaciones trimestrales de la movilidad junto a distintos refuerzos, que posibilitaron un incremento interanual del haber mínimo del 107%, superando la evolución del índice inflacionario en 12 puntos porcentuales”, quiso reivindicar Fernández. Sin esos bonos puntuales, los haberes mensuales cayeron. Nada dijo el jefe de Estados sobre los salarios, que bajaron en cuatro de los últimos cinco años.
El Presidente prometió expansión en 2023. “Serán tres años consecutivos de crecimiento de nuestra producción, algo que no sucedía desde el 2008”, pronosticó. Destacó avances en la industria -del campo mencionó ayudas por la sequía, insuficientes para los dirigentes ruralistas-, la economía del conocimiento, el gasoducto Néstor Kirchner construido con la ley de aporte de las grandes fortunas, el litio, la reactivación del tren, las 100.000 viviendas entregadas o la conclusión de obras públicas cada dos dias y medio. Abogó por leyes de humedales y de envases, temas de preocupación ambiental que resisten sectores económicos. Celebró que se crearan medio millón de empleos formales en tres años, aunque también admitió que surgieron un millón de trabajos informales. Esos cuyos ingresos van muy por debajo de la inflación, que condenan a la pobreza a los que laburan, allí donde se engendra votantes de Milei.
El Presidente también adelantó otro asunto del futuro debate electoral: “Estamos viendo cómo anticipan un nuevo embate privatizador sobre las empresas públicas precedido de una campaña de desprestigio. Otra vez aparecen los negocios sobre el patrimonio de todos los argentinos y para eso se monta una campaña en contra de nuestras empresas. Que no vengan a hacer negocios con nuestro patrimonio los que invocan números con los que disfrazan su falta de interés por las condiciones de vida de tantos argentinos y argentinas, a los que estas empresas ayudan y mucho. Defendamos nuestro patrimonio. En algunos casos proponen privatizaciones, en otros, deslindar responsabilidades y restar el apoyo que requieren para su funcionamiento. Detrás de esos discursos a veces hay visiones neoliberales de la economía, pero la mayoría de las veces hay búsqueda de negocios para ellos, sus familias o sus amigos. No nos confundamos”.
Fue una mención en Macri, que propone privatizar Aerolíneas, cuando en su gobierno su familia vendió MacAir a una de las empresas que buscó instalarse en la Argentina, Avianca, en la malograda “revolución de los aviones”. Horacio Rodríguez Larreta se desmarcó de la idea de vender Aerolíneas y prometió eliminar su déficit y recrear aquella revolución. Fernández también se acordó de su antecesor al señañar: “Tampoco tergiversamos leyes mediante decretos reglamentarios para que nuestros parientes puedan blanquear dinero”. En la Justicia se investiga si el hermano del ex presidente, Gianfranco Macri, incluyó en su amnistía fiscal un fideicomiso de su madre, Alicia Blanco Villegas.
Por más que en los últimos días Larreta, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal, Gerardo Morales, Daniel Scioli o Juan Grabois se anotaron para la carrera presidencial, quizás el discurso de hoy de Fernández, el que abrió el año legislativo, fue el que lanzó los ejes de la campaña. Aunque sin trabajo ni salario dignos, no hay bolsillo ni urna que aguante.
AR/MG