Patricia Bullrich no se corre: conducirá el operativo de este miércoles pese al fallo de la Justicia y las críticas sindicales

En la previa del paro general del jueves, el Gobierno nacional y el de la Ciudad se cruzaron durante días por una escena que todavía no ocurrió: la movilización de este miércoles al Congreso, convocada por la CGT en el marco de la huelga de 36 horas. La discusión no fue sobre los reclamos, los cortes o los manifestantes. La disputa, más simple y reveladora, giró en torno a una pregunta clave: ¿quién se hace cargo del operativo de seguridad?
La pulseada tuvo fallos judiciales, apelaciones políticas, amenazas cruzadas y un mensaje de fondo: el oficialismo está incómodo con una calle que no puede ni controlar ni evitar. La CGT —que durante meses esquivó el conflicto frontal— se suma por primera vez a la protesta semanal de los jubilados. Pero lo hace en un clima distinto: con el dólar en alza, la inflación en rebote, el Congreso atravesado por el escándalo de la criptoestafa $LIBRA y el Gobierno cada vez más expuesto.

Fue el juez porteño Roberto Gallardo quien encendió la mecha. A partir de un amparo presentado por la CGT, la UTEP y el gremio judicial UEJN, dispuso que el operativo del miércoles quede exclusivamente a cargo de la Policía de la Ciudad. En su fallo, subrayó que la seguridad no puede ser excusa para reprimir, y que el derecho a manifestarse no depende del humor del Ministerio de Seguridad ni del contexto político. Ordenó que sea el Gobierno porteño quien garantice derechos, coordine y contenga.
Pero el fallo no se cumplirá. Este martes, desde el Gobierno nacional confirmaron que el operativo lo encabezará Patricia Bullrich, tal como viene ocurriendo desde el 10 de diciembre de 2023. Lo harán, dijeron, “con el mismo esquema” que en las marchas anteriores: un fuerte vallado perimetral, custodia de las inmediaciones del Congreso y despliegue de fuerzas federales. La ministra lo ratificó con dureza: “De ninguna manera vamos a dejar de cuidar la sede del Gobierno federal en la Ciudad, como capital de todos los argentinos”, dijo en diálogo con Radio Mitre. Y fue por más: “Le decimos a Gallardo que no se entrometa. No tiene jurisdicción para darle órdenes a las fuerzas federales”.
No fue solo una respuesta política. El Ministerio de Seguridad, a través del director de Normativa, Fernando Soto, ya había denunciado a Gallardo ante el Consejo de la Magistratura porteño por presunto mal desempeño. Lo acusan de haber invadido competencias del Ejecutivo nacional, de haber actuado con una interpretación “subjetiva y forzada” de los hechos, y de haber dictado un fallo con “sesgo ideológico”. Según el escrito, el magistrado violó la Ley de Seguridad Interior y habilitó “indebidamente la jurisdicción judicial”.

En paralelo, la Ciudad también rechazó el fallo. Jorge Macri apeló la decisión, pidió que se declare nula y elevó el caso a la Cámara Contenciosa. Dijo que “no se puede escribir desde un escritorio cómo actuar ante una manifestación” y aseguró que “vamos a garantizar la seguridad con las fuerzas federales y con la Policía de la Ciudad, como siempre”. En pocas palabras, el jefe de Gobierno reclamó protagonismo para Bullrich, cuestionó al juez y sostuvo que la Ciudad no se bajará del operativo.
En los hechos, el Gobierno nacional mantendrá el control del operativo. Desde Casa Rosada aseguran que replicarán el esquema del 19 de marzo: fuerte despliegue, vallado y ninguna negociación. En Balcarce 50 justifican la decisión: creen que la movilización, por su tamaño y composición —jubilados, sindicatos, organizaciones sociales—, puede derivar en tensiones que la Ciudad no puede manejar. No lo dicen en público, pero lo deslizan: si algo sale mal, quieren tener margen de reacción y, sobre todo, de descarga.
La CGT salió también este martes a marcar posición. Octavio Argüello, cosecretario general de la CGT y dirigente de Camioneros, fue directo: “Vamos a marchar igual, aunque haya protocolo antipiquetes”. En declaraciones a Radio Splendid, calificó de “locura” cualquier intento de impedir la protesta y cargó contra Bullrich: “No está habilitada para poner todas las fuerzas represivas que acostumbra poner, porque en la Capital hay una fuerza para actuar”.

Argüello explicó que la CGT, junto a la UTEP y el gremio judicial liderado por Julio Piumato, fue quien impulsó el recurso de amparo que originó el fallo de Gallardo. El mismo que ahora fue desoído por el Gobierno nacional y que motivó la denuncia formal del Ministerio de Seguridad. Consultado sobre Bullrich, el dirigente sindical ironizó: “Ya sabemos quién es. Me pregunto cómo puede seguir estando en un cargo. Hace 40 años que vive del Estado”.
El trasfondo de todo este choque no es solo institucional. Es político. El reclamo que moviliza a los jubilados desde hace meses sigue intacto: aumento de emergencia, medicamentos gratuitos, recomposición real de haberes. Lo nuevo es que la CGT decidió ponerle cuerpo. Y eso cambia la escala del conflicto. Ya no es una protesta persistente pero marginal. Es una movilización con peso propio.
Por eso, la disputa por el operativo de seguridad no fue un detalle. Fue el preámbulo. No se trató de quién despliega los escudos, sino de quién responde por lo que pueda llegar a pasar. Y en ese terreno, el Gobierno eligió jugar fuerte. Confirmó que Bullrich no se corre. Que el protocolo se impone sobre el diálogo. Y que, incluso con fallo en contra, va a actuar.
Porque en el fondo, el problema de Milei con la protesta del miércoles no es Gallardo, ni Jorge Macri, ni la CGT. Es la imagen. Esa que va a circular por redes y noticieros: la de una plaza colmada, un Congreso vallado y un gobierno que, en lugar de escuchar, endurece. Un gobierno que habla de orden, pero expone su debilidad. Y ese, por ahora, es un dilema que ningún operativo puede resolver.
PL/JJD
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