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Tercer fracaso de LLA en el Congreso

Nueva derrota para el Gobierno: el Senado suspende la sesión por Ficha Limpia

Bartolomé Abdala firmó el decreto de suspensión de la sesión

María Cafferata

8 de abril de 2025 21:55 h

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El Congreso se convirtió, en la última semana, en el infierno personal de Javier Milei. El jueves, el Senado le rechazó, por primera vez en la historia, las dos vacantes de la Corte Suprema. Luego, la Cámara de Diputados le aprobó la creación de una comisión investigadora. Y, finalmente, cuando el oficialismo todavía estaba lamiéndose las heridas, los alfiles del Gobierno tuvieron que levantar la sesión para Ficha Limpia que habían convocado para el miércoles porque no tenían los votos y se estaban encaminando a una nueva derrota. Tres fracasos al hilo que dejaban expuestos a los estrategas de Casa Rosada y mostraban a un Milei más debilitado que nunca. 

La sesión por Ficha Limpia había sido un manotazo de ahogado de Ezequiel Atauche, jefe de la bancada libertaria en el Senado, luego de la derrota en el Senado. Mientras una parte del Gobierno intentaba responsabilizar a Victoria Villarruel y Bartolomé Abdala por el rechazo de los pliegos en el Senado, otra buscaba una salida rápida para escaparle a los títulos que declaraban el fracaso aplastante de la estrategia de Santiago Caputo en el Congreso. Fue la contraofensiva para correr el eje del debate y, como todas las estrategias legislativas del Gobierno de la última semana, terminó chocando de frente contra un muro

El radicalismo y el PRO se agarraban la cabeza. “¿Cómo convocas sin saber si tenés el número?”, mascullaba una senadora radical, fiel aliada del Ejecutivo, durante la tarde del martes. El rumor de que Abdala, que es el presidente provisional del Senado, terminaría aplazando la sesión se venía esparciendo hace horas por los pasillos del Palacio Legislativo. Atauche les había confesado a sus aliados que no estaba seguro el número, pero se resistía a poner la firma en el decreto de aplazamiento de la sesión en soledad: quería que fueran los aliados, además de los propios, quienes solicitaran el pedido de suspensión de la sesión, de modo de no quedar tan expuestos en el fracaso.

El radicalismo se resistía. Por un lado, los senadores no tenían interés en compartir la responsabilidad con el oficialismo, a quienes acusaban de haber jugado “en caliente” para tapar la derrota con los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. Pero por el otro, había varios que sospechaban de las verdaderas intenciones de LLA, a quien nunca le habían creído su voluntad de aprobar la Ficha Limpia en el Congreso. La ley que prohíbe la candidatura de personas condenadas en doble instancia por delitos vinculados a la corrupción había podido ser aprobada en Diputados luego de dos intentos fallidos, en los que el oficialismo había cumplido un rol clave para boicotear la sesión. Por lo que predominaba la sospecha.

Victoria Villarruel seguía las conversaciones desde su despacho en el primer piso. En privado, la vice reconocía que el Gobierno se había anticipado a convocar la sesión. Se necesitaban 37 votos para aprobar la ley, y no solo para el quórum, sino para su sanción efectiva, ya que al ser una ley electoral se necesita una mayoría especial. Y esos votos no estaban.

El problema era que, con el peronismo abroquelado en sus 34 votos en contra, Villarruel necesitaba conseguir el apoyo de todos los senadores restantes. Es decir que no podían haber ausentes ni fisuras. Y, si bien la UCR, el PRO, LLA y la mayoría de los bloques provinciales habían anticipado que acompañaban la Ficha Limpia, había una duda respecto a los santacruceños José Carambia y Natalia Gadano. Los senadores, que suelen jugar al suspenso para negociar con el Ejecutivo, eran una incógnita: el Gobierno no se había sentado nunca a negociar con ellos para asegurarse que sus votos estaban, y, ante la inminencia de la sesión, se propagaba el temor de que el proyecto pudiera ser rechazado en el Senado.

Los santacruceños, sin embargo, se retobaron ante el fardo de responsabilidad que el oficialismo les echaba encima. “Es el oficialismo el que no quiere sesionar y nos usa como chivo expiatorio”, se quejaban en el despacho. La culpa, insistían, era del Gobierno, que no había querido, podido, sabido negociar para sancionar Ficha Limpia. Una impugnación que, por lo bajo, correspondía con la impresión del radicalismo, el PRO y hasta de la propia Villarruel: el número estaba flojo, el Gobierno se había tirado a la pileta sin ver y ahora buscaba culpables.

La suspensión

Atauche buscó, durante toda la tarde, conseguir las firmas de los aliados para bajar la sesión. Las consiguió, finalmente, a las 9 de la noche, cuando el Palacio ya estaba semi vacío. El pedido lo firmaron casi todos y se excusaba en que el paro de la CGT había complicado los vuelos. “Teniendo en cuenta los posibles inconvenientes que puedan generar las acciones que llevan adelante las acciones gremiales y siendo que se requiere una mayoría calificada para la aprobación, podría ponerse en riesgo que la misma se concrete”, argumentaron.

El pedido para bajar la sesión lo firmaron desde el jefe de bloque radical, Eduardo Vischi, hasta el jefe del bloque PRO, Alfredo de Angeli. También Camau Espínola y el resto de los aliados, así como los propios libertarios. Villarruel, sin embargo, no firmó el decreto de suspensión: dejó la tarea en manos de Abdala, atenta a que en Casa Rosada se preparaban para responsabilizarla de la más nueva derrota parlamentaria del gobierno.

MC/JJD

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