La polémica por el “festival de importaciones”

Exportar para poder importar: éxitos y fracasos de la política de “uno a uno” que reivindicó CFK

“Acá los dólares no se fabrican. Para que yo pueda sacar dólares de la Argentina tengo primero que ingresar los dólares; si no, es imposible”, dijo el lunes Cristina Fernández de Kirchner en un acto convocado por la CTA. El argumento le sirvió a la vicepresidenta para cuestionar un supuesto “festival de importaciones” y reivindicar la medida de “uno a uno” que impulsó en 2011 quien era entonces su secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno: las empresas que necesitaran importar insumos debían acreditar exportaciones por un valor equivalente. 

Esta política generó al menos un par de casos de éxito, destacados por la vicepresidenta en su último discurso público y también en Twitter, donde compartió una nota de elDiarioAR. Uno es el de Newsan, una empresa líder en importación de electrodomésticos que frente a la exigencia oficial compró un barco, se asoció con empresas pesqueras y creó Newsan Food, hoy el principal exportador de pesca del país. También aludió indirectamente a la firma Grúas San Blas, que forzada por la condición de Moreno sumó a su negocio de provisión de maquinaria industrial la venta de miel al extranjero.  

Para el economista Juan Carlos Hallak, investigador del Conicet y especialista en comercio exterior, este tipo de políticas “puede generar casos de éxito, porque funciona como un subsidio implícito a las exportaciones” y hay antecedentes que lo acreditan. “Es conocido el caso de Corea, en que la década de los 60 utilizó un esquema de este tipo. Le daba a las empresas acceso a las divisas en un mercado de cambio controlado a cambio de que genere mayor exportación”. 

Según Hallak también fue mecanismo que usó el exministro Domingo Cavallo en los 90, pero específicamente para el sector automotor, que podía ingresar importaciones sin arancel si balanceaban con exportaciones. “La automotriz Basso, de Rafaela, hizo su primera exportación de equipo original a Peugeot, de Francia, con este esquema de 1 a 1”, recordó. 

Pero para el especialista esta política no funciona en cualquier contexto y tiene, además, una serie de “contras”. “La gracia es que las empresas se hagan competitivas en lo que ya hacen; así fue como se usó en Corea. No que compres una empresa de otro sector, que es exportador natural pero que no tiene nada que ver con tu actividad”. El caso Newsan: electrodomésticos y langostinos. 

Por otro lado, señaló que la medida tiene sentido “en el marco de un conjunto de políticas, como parte de una estrategia de desarrollo exportador”.  “Acá fue una política de urgencia, improvisada por la falta de divisas. Aparece como una respuesta a los desequilibrios macroeconómicos”. Por último, mencionó que es una estrategia que “ya nadie usa” porque va en contra de los principios de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que prohíbe los subsidios a la exportación, y que por eso podría generar disputas internacionales. 

Muchas empresas encontraron la manera de sortear la disposición oficial asociándose con otras que ya existían y exportaban. Es decir, pagaron un precio por intermediar sus ventas y contarlas como propias, sin que eso tuviera algún impacto en las cuentas del país. De hecho, los registros oficiales muestran que entre 2011 y 2015 las exportaciones de bienes cayeron. 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 2011 se tocó el pico de US$83.120 millones de exportaciones de bienes y a partir de entonces se redujeron hasta llegar a los US$56.809 en 2015. El saldo comercial, por otra parte, pasó de un superávit de US$9.198 millones en 2011 a un déficit de US$6.600 en 2015. Si se mira el universo de empresas exportadoras en el país, también se advierte que se redujo de alrededor de 13.000 a 10.000 en el mismo período. 

“Un caso de éxito no compensa la cantidad de recursos que se deben haber malgastado en que cada empresa trate de equilibrar su balanza. Tenemos que tener un plan articulado para las exportaciones, no medidas paliativas”, sumó Gabriel Palazzo, economista de Equilibra y del Instituto Interdisciplinario de Economía Política de la UBA. Para el economista, las empresas no necesitan tener una balanza equilibrada; el ecosistema productivo se construye con firmas exportadoras y firmas importadoras. El balance, en todo caso, debe garantizarse a nivel país. 

DT