Opinión Panorama económico

Guzmán quiere hacer dos pases seguidos después de 11 años

26 de diciembre de 2021 00:04 h

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En los tres primeros meses del gobierno de Alberto Fernández se jugaban los clásicos picaditos en Olivos. La pandemia los interrumpió. En esos partidos se lucía Martín Guzmán, un virtuoso del balón frente a otros compañeros que no podían hacer dos pases seguidos. Pero atrás quedó aquella luna de miel del Frente de Todos y ahora el ministro de Economía lo que busca es encadenar dos años de crecimiento seguidos, una modesta aspiración que no ocurre en la Argentina desde el bienio 2010-2011. Después sobrevino la llamada maldición de los años pares: en los impares, electorales, se crecía y en los pares, se contraía el PBI, aunque también hubo una excepción, 2019, cuando el programa económico ahora autocriticado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) provocó una caída que le costó la reelección a su mentor, Mauricio Macri. 

Guzmán prevé que, después de un 2021 en el que la economía se recupera en forma más vigorosa que lo esperado (acumuló un 10,4% en los primeros diez meses), el año próximo se eleve otro 4%. El consenso de bancos y consultoras nacionales e internacionales relevados por la firma FocusEconomics indica que se crecerá, sí, pero el 2,3%. Se rompería así una racha de 11 años sin expansión bienal y de 12 años sin mejora en años pares, y pese a que comenzaría a regir, si todo sale como está planeado, un nuevo acuerdo con el FMI, con su indisimulable, tradicional aunque aminorada dosis de ajuste. Entre las entidades que pronostican cerca de un 2,3% figuran los bancos suizos Credit Suisse y UBS, el español Santander o su compatriota Mapfre, la aseguradora. Los peores pronósticos son de estancamiento y corresponden a las consultoras locales Seido, de Matías Carugati, que prevé 0%, y Eco Go, de Marina Dal Poggetto, que predice 0,5%. Pero también las hay más optimistas que el ministro: por ejemplo, la consultora LCG, que fundó el senador Martín Lousteau y dirige Guido Lorenzo, habla de un 4,7%.

Claro que del pronóstico al hecho hay un largo trecho. En diciembre de 2020, bancos y consultoras preveían que la Argentina se expandiría sólo 4,7% en 2021. Guzmán también se quedó corto: creía en un 5,5%. La pifiada mayor fue la de Invecq Consulting, que preside Esteban Domecq, cuenta con Santiago Bulat como economista asociado y preveía crecimiento cero. Más se acercó a la realidad el banco francés BNP Paribas, con una predicción del 8,5%. 

La inflación de 2022 sería del 49,8%, según el consenso que releva FocusEconomics. En ese nivel la prevé el Santander o Abeceb, la consultora del ex ministro de Producción y Trabajo macrista Dante Sica. Pocos son más optimistas que Guzmán, que anticipa un 33%. Sólo el banco de inversión Torino Capital (30,7%), basado en Nueva York pero especializado en Latinoamérica y Europa del Este; y la agencia de riesgo crediticio Fitch (32,7%). En cambio, la consultora de Dal Poggetto también en este caso es la más pesimista: proyecta un 65,4%.

En 2021, los bancos y consultoras preveían mucho más que el 29% con el que soñaba el jefe del Palacio de Hacienda: hablaban también de un 49,8%, cerca del 51,2% interanual que marcó en noviembre pasado. Dieron justo en el blanco el Santander y la consultora Gabriel Rubinstein & Asociados (GRA). Erraron por mucho, por pesimista, Empiria Consultores, del ex ministro de Hacienda macrista Hernán Lacunza, que pronosticaba 68,8%, y por optimista, Fitch, con un 38,5%.

Más allá del 2,5% de inflación de noviembre, que el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, festejó como un triunfo de sus controles de precios, al Gobierno no le ha ido bien en este rubro durante 2021. Por el contrario, ha sobresalido no sólo por la reactivación de la economía sino también por la del empleo, aunque sea de peor calidad que antes. La desocupación cayó al 8,2%, con lo que supera tanto el nivel prepandémico como el precrisis de Macri (2018-2019). Desde 2017 que no era tan baja. Hace un año, bancos y consultoras preveían un 12,8% (incluso la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas, FIEL, donde se desempeñan Daniel Artana y Juan Luis Bour, hablaban de 16%) y a principios de este diciembre calcularon para 2022 un 10,2%. Tal vez tengan que rehacer sus números, para abajo.

El dólar mayorista oficial está a $ 102, acelerando levemente su ritmo de ascenso, más que en los meses anteriores pero aún menos de lo previsto una vez que se acuerde con el FMI. En este número no le erró el presupuesto 2021 de Guzmán. Hace un año, el mercado preveía que a fines de 2021 estuviera en $ 130 (el estudio de Orlando Ferreres llegó a anotar 160), según FocusEconomics. Los que más se acercaron a la realidad fueron el canadiense Scotiabank ($ 106) y Seido ($ 107). Para diciembre de 2022 lo vaticinan en $ 160, muy por encima de los 133 que proyecta el ministro. ¿Se equivocarán otra vez?

Claro que peor que fallar en los presagios es marrar en la acción de gobierno. Y eso fue lo que hizo el programa económico que pactaron en 2018 la administración Macri, con el liderazgo de Nicolás Dujovne, Federico Sturzenegger, Luis “Toto” Caputo y Guido Sandleris, y el FMI, según reconoció este miércoles el organismo en su evaluación del crédito récord que le otorgó ese año a la Argentina. Lo que no ocurrió fue la autocrítica de Cambiemos. El Fondo admitió que su plan aumentó la deuda, la inflación y la pobreza. Reconoció que debió usar “medidas no convencionales”, es decir, aquellas que no encajaban con la ortodoxia de sus economistas ni la de Macri y sus funcionarios. Lamentó no haber reestructurado los bonos con los acreedores privados. Esa es la única forma de que la crisis sea pagada por los más poderosos, los que apostaron de 2016 a 2018 por una política económica fallida al tomar excesiva deuda de la Argentina. Ahora al menos el oficialismo optó por que parte del ajuste 2022 sea abonado por los que más tienen al votar en la Cámara de Diputados el mantenimiento de la alícuota del 2,25% en Bienes Personales para activos del extranjero y al elevar del 1,25% al 1,5% la de los patrimonios más altos en el país. Habrá que ver qué otros apretones de cinturón se pactan con el FMI cuando se reanude la negociación el 10 de enero, cuando terminen las vacaciones de la burocracia en Washington. Por lo pronto, el organismo se arrepintió también de no haber aplicado un cepo cambiario en 2018, lo que permitió la fuga de los capitales que entraron con el crédito extraordinario.

En el Frente de Todos (FdT) crece el consenso de que se necesita el acuerdo con el Fondo. La reunión a solas del Presidente y Cristina Fernández de Kirchner este martes en Olivos sirvió para armonizar de arriba abajo las internas de la coalición oficialista. “En el Frente tomamos conciencia de que no ganará ninguno de los nuestros en 2023 si no hay unidad en la acción y mejor articulación entre el Ejecutivo y nuestros bloques legislativos”, comenta un secretario de Estado y cita como malos ejemplos la falta de aprobación del proyecto de presupuesto 2022 antes del recambio legislativo y de otras iniciativas que envía el Gobierno, como las que reducen impuestos a sectores como hidrocarburos, agroindustria o electromovilidad. En el albertismo están cansados de negociar cada ítem con el cristinismo y después con Juntos por el Cambio y el resto de bloques. “También hay acuerdo de que hay que sostener a Alberto porque si le va mal a él, no habrá ninguna otra candidatura posible”, agrega el secretario en la misma semana en que Fernández habló de búsqueda de la reelección en unas primarias, mientras Macri descartó su postulación y el ministro del Interior, Eduardo 'Wado' De Pedro, desestimó la de él y la del jefe de diputados del FdT, Máximo Kirchner. Mientras, Axel Kicillof lanzó un plan a seis años en la gobernación bonaerense, en la que espera continuar tras los comicios de 2023. “Pero la unidad es necesaria, pero no suficiente. Se necesita mejorar la gestión en 2022. La recuperación económica y del empleo nos dio un poco de oxígeno. Hay funcionarios que ya no son más cuestionados como (el ministro de Desarrollo Productivo, Matías) Kulfas, que recoge los frutos de su política industrial, o (el de Trabajo, Claudio) Moroni”, finaliza el secretario citado. De todos modos, siempre la vicepresidenta va por más. Prueba pequeña de ello, es que otra vez quiso distinguirse dando un bono de fin de año mayor a los empleados legislativos, de $ 22.000, que el otorgó el Ejecutivo, de $ 20.000. También en junio pasado en las paritarias ella había concedido más (40%) que el Gobierno (35%). Después ambos números debieron actualizarse ante una inflación superior. 

El Gobierno confía en que antes de marzo, cuando caen los vencimientos impagables de la deuda con el FMI, o poco después se arribará a un acuerdo con el organismo porque considera que a ambas partes les conviene. Y destacan que hasta el propio Fondo debió reconocer que el préstamo y el programa económico que vino con él fallaron. Pero no sólo busca acercarse al establishment internacional sino también al local. A esa tarea se entregaron en las últimas semanas el jefe de Gabinete, Juan Manzur, que también busca reconstruir el peronismo en el interior; De Pedro, Guzmán, Kulfas y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz. Lejos de querer combatir al capital, apuestan por la versión peronista de la “comunidad organizada” con empresarios y sindicalistas. Prueba de ello fue la asistencia de Manzur al evento anual del grupo Techint con sus clientes pymes hace dos semanas.

Sin embargo, el dueño de Techint, Paolo Rocca, y los demás miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) se encontraron el mismo día que los Fernández en Olivos pero para comentar sus preocupaciones y reelegir en la presidencia de la entidad a Jaime Campos. En la foto que la AEA difundió del almuerzo estaban Héctor Magnetto (Clarín), Carlos Miguens (de la eléctrica Central Puerto y otras inversiones), Luis Pagani (Arcor), Campos, Alberto Grimoldi (el de los zapatos), Federico Braun (del Grupo Financiero Galicia y los supermercados La Anónima) y Rocca. En su comunicado final pidieron al Gobierno que pacte con el FMI, ordene la macroeconomía, fomente la inversión e evite “injerencias” en las tomas de decisiones empresariales. Pero en la comida hablaron de mucho más. Se quejaron de que el oficialismo siempre busca elevar la carga tributaria y pusieron como ejemplo el consenso fiscal que se tratará este lunes y por el que la Nación permitirá a las provincias elevar Ingresos Brutos o gravar las herencias. También manifestaron su espanto por la quema de la casa de gobierno de Chubut ante la aprobación de la ley minera, un sector que atemoriza a los ambientalistas y que está moviendo cientos de millones de dólares con el litio en Jujuy y Salta o el cobre en San Juan. A pesar de que la mano de obra está regalada en dólares, despotricaron contra las cargas laborales. En la primera reunión presencial desde la pandemia, admitieron que el problema argentino no es de este gobierno sino que lleva décadas, ni siquiera dos décadas. Quizás el recuerdo de la crisis del 19 y 20 de diciembre de 2001, con 39 víctimas fatales e impunidad, los haya hecho reflexionar de que tampoco los 90 fueron tan dorados como muchos de ellos creían. Y hablando de hacer memoria, los grandes empresarios argentinos reunidos en la AEA avanzaron en la preparación de dos jornadas para festejar 20 años de la existencia de esta entidad creada en plena crisis de 2002, cuando muchos de ellos temían que sus grupos terminaran en bancarrota o en manos de inversores extranjeros. La pesificación de deudas en dólares y otros artilugios legales en las convocatorias de acreedores les disiparon esos miedos. En los últimos años, la AEA se fue ampliando con algunos empresarios que nada tienen que ver con aquellos tiempos, los unicornios, aunque los dos más poderosos de ellos, Marcos Galperin (Mercado Libre) y Martín Migoya (Globant), participan de los encuentros en forma virtual porque ahora viven en Uruguay, donde pagan menos impuestos y dejaron de contribuir con sus patrimonios al fisco argentino. Este martes, mientras los poderosos empresarios de AEA se reunían, mientras el Presidente y la vice hacían lo propio, los cada vez más defensores del medio ambiente -sobre todo los jóvenes- celebraban que sus movilizaciones comenzaban a dar fruto al ver que la Legislatura chubutense derogaba la norma que había votado seis días antes.

AR