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Mecenas de la ultraderecha

Altamar, la mansión en la costa atlántica que le ofrendó una importante familia empresaria al Opus Dei

Altamar se usa como “casa de retiro” y pertenece una de las por lo menos 20 asociaciones civiles que la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei posee en la Argentina
19 de abril de 2025 00:03 h

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13 de noviembre de 2024. Yatch Club de Puerto Madero. Con una cena a US$25.000 el cubierto, el politólogo e influencer de la ultraderecha internacional Agustín Laje presentó la Fundación Faro junto al presidente Javier Milei y su hermana, Karina. Sin rodeos, los tres anunciaron que se trataba de un think tank creado para extender y estructurar la filosofía libertaria, una usina de cuadros y de ideas. Sin simular distancias, los empresarios más importantes del país –en persona o a través de representantes– compraron su silla para mostrar su apoyo; algunos compraron directamente una mesa a US$200.000. En los laterales del primer plano de esa gala con 400 invitados estuvieron dos empresarios jóvenes, los hermanos Patricio y Germán Neuss.

Herederos de un imperio económico con más de un siglo de historia en la Argentina, los hermanos Patricio y Germán Neuss –a los que se suman Juan y Lucila– tuvieron en esa cena su aparición más mediática desde que en octubre de 2020 su padre, Jorge, pasó de las páginas de las revistas empresariales y de lifestyle a las policiales, sin escalas, tras asesinar a su esposa –y madre de los cuatro hijos–, Silvia Saravia, y luego suicidarse. 

Unos días después, en la puerta de un cementerio de la Recoleta cerrado por la pandemia, rodeados de amigos y familiares, los herederos Neuss encabezaron la despedida inesperada de sus padres, a los que decidieron sepultar juntos. Hasta entonces, si bien los hermanos ya eran altos cargos del conglomerado familiar, sólo aparecían como “los hijos de…”.

Cuatro años más tarde, los hermanos estuvieron entre los concurrentes a la cena de la Fundación Faro, evento que exhibió con una foto pública su protagonismo en el más alto empresariado vernáculo, además de la continuidad de un vínculo beneficioso y de mucho tiempo de los Neuss con la política y los negocios con el Estado: en los 90, misma época en la que se quedó con la administración del espacio radioeléctrico público, el padre jugaba al golf con Carlos Menem. Ahora, después de su compromiso con la Fundación Faro, los hijos ya están haciendo su propio camino en la misma línea. 

Consecuencia o no de la posición económica, por detrás de los negocios públicos y privados del grupo Neuss, hay también una tradición ideológica de alianza con la ultraderecha. Además de la circulación habitual por colegios de élite y círculos católicos y conservadores, el matrimonio Neuss-Saravia formó parte del ejército silencioso del Opus Dei. La mujer fue supernumeraria de “la Obra”, una categoría de pertenencia para quienes forman familia y que exige someterse a dirección espiritual y a la obligación de hacer aportes económicos mensuales. Su marido no “pitó” como miembro, pero tuvo mucho vínculo con la organización y colaboró con aportes extraordinarios, que no están en la letra de las reglas formales de pertenencia pero que son parte de la dinámica de buen cristiano, en especial de esta rama.

Jorge Neuss hizo uno de los aportes más generosos que tuvo el Opus Dei en la Argentina –aunque muy lejos de los que hizo Goyo Perez Companc– y que ha pasado casi desapercibido: a principios de los 2000, cuando el país se hundía en su peor crisis económica, Jorge Neuss le regaló a “la Obra” un pedazo de su estancia de casi 5.000 hectáreas en Miramar y le construyó allí, en Rocas Negras, una mansión de 2.000 metros cuadrados sobre la línea de playa de Mar del Sur.  

Esa tierra, donde hoy tienen la Estancia y el Haras La Lucila –con cría de caballos de polo y producción agropecuaria–, Neuss la compró en 1997. Hasta entonces se llamaba El Porvenir y, según documentó el investigador y escritor argentino Laureano Clavero, antes había sido propiedad del agente nazi Karl Gustav Einckenberg, quien la compró en 1943 para hacer realidad el plan de ingreso clandestino de oficiales de las SS, que en los años siguientes se refugiaron allí.

La casa se llama Altamar, se usa como “casa de retiro” de miembros varones de la organización y pertenece a la Asociación Cultural Bonaerense, una de las por lo menos 20 asociaciones civiles que la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei posee en la Argentina y a través de las que organiza jurídicamente sus bienes. Esa especie de tercerización sirve como fachada para no asumir la propiedad de un imperio de más de 150 inmuebles –ninguno es un monoambiente, algunos son edificios, mansiones o campos– y una veintena de instituciones como clubes, residencias universitarias, colegios y la Universidad Austral. 

Al menos en sus currículums, los herederos de Jorge Neuss no son parte de los círculos formativos del Opus Dei. Tampoco hicieron su educación en la Austral sino en la UCA. No es ahí donde se forjó el vínculo que los une al Gobierno de Javier Milei, sino en Martindale, el barrio privado en el que vivieron toda su vida con sus padres y el que también eligieron ellos para vivir. Es uno de los countries más exclusivos y tradicionales de la oligarquía criolla de la provincia de Buenos Aires. En esas calles los Neuss conocieron a Santiago y Francisco Caputo desde chicos. El asesor presidencial de Milei y su hermano mayor, que es coach y coordinador de la Fundación Faro –en especial del nexo con empresarios– tenían allí casa de fin de semana. 

Después de la UCA, los Neuss se formaron en el exterior y regresaron al país para ingresar al grupo familiar. Sólo uno de los hijos, Juan, tuvo una carrera previa en el Grupo Macro. La amistad con los Caputo sorteó décadas y trayectorias. Se reencontraron ya de adultos, ahora en el poder y en una misma cruzada.

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