La misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que comenzó el pasado miércoles y finalizó este lunes, avanza hacia un acuerdo aunque no tan rápido como se especulaba a partir de su rápida llegada.
Se decidió tras la reunión en Washington de Javier Milei y la directora gerenta del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, el domingo 19 de enero y eso llevó a que el ministro de Economía, Luis Caputo, que estaba con ellos, no acompañara al presidente al Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, y se viniera a recibir a la misión. Georgieva, que antes cuestionaba el impacto social del ajuste y la política de tipo de cambio casi fijo, dejó atrás sus objeciones técnicas a partir de la victoria electoral de Donald Trump de noviembre pasado y se alineó con el nuevo presidente de Estados Unidos, socio principal del FMI.
Así como en 2018 Trump impulsó que el Fondo diera a la Argentina un préstamo récord de US$44.000 millones basado más en cuestiones políticas que económicas con tal de ayudar al gobierno de Mauricio Macri, ahora sucede lo mismo con el magnate a cargo de la Casa Blanca otra vez y su mayor aliado en una Latinoamérica corrida a la izquierda.
Georgieva presiona al staff de su organismo por un acuerdo pero los técnicos tampoco están dispuestos a firmar tan rápido sin antes cuajar las pretensiones argentinas con las de los demás socios del FMI. China, Japón, Alemania, Francia y Reino Unido también pesan y existen preceptos que seguir cumpliendo como el de no entregar dinero para sostener un peso atado al dólar, como hasta ahora con una depreciación del 1% mensual en el caso del tipo de cambio oficial.
Milei y Caputo están de acuerdo con liberar el cepo, lo desean, pero temen hacerlo antes de las elecciones legislativas de octubre por su eventual impacto en la inflación descendente y en los votantes.
Caputo y su equipo junto con la misión encabezada por el subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, el venezolano Luis Cubbedu, discuten por un lado el monto del nuevo préstamo por un piso de US$11.000 millones y la secuencia de cuotas en que se desembolsará. La idea es que la Argentina reciba más recursos del Fondo de los que deberá pagarle en 2025 y 2026. Claro, porque a partir de septiembre del año próximo el país debe comenzar a devolver el crédito que tomó el gobierno de Alberto Fernández en 2022 para saldar a su vez el que había conseguido Macri.
Por otro lado, el organismo exige que a cambio se flexibilice el tipo de cambio porque sólo con un peso menos apreciado y un dólar no tan barato la Argentina podrá acumular reservas y al final del día pagar así su deuda. Si no deprecia un poco la moneda, es difícil que pueda conseguir divisas en 2025 sin recurrir a un mayor endeudamiento público y privado.
No alcanzan los dólares que trae Vaca Muerta, con un superávit energético calculado en US$8.000 millones, ni con los que aportará el campo a partir de la baja de retenciones, si continúan creciendo de forma acelerada las importaciones y el turismo en el extranjero. Pero Milei y Caputo no están dispuestos a dar el brazo a torcer y ahora cuentan con un aliado clave, Trump, y con una Georgieva, con su oportunismo político caracteristico y su repentina alineación con el presidentde de Estados Unidos, que pondrán presión al staff para que firmen un acuerdo pronto.
Cuanto más dinero libere el Fondo en los primeros trimestres del convenio, mejor clima traerá al mercado financiero, especulan en el Palacio de Hacienda. En 2024, la Argentina fue una fiesta financiera, pero en el inicio de 2025 ya no, entre el clima global y las dudas por el plan económico de los libertarios.
AR/JJD