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“Lunes verde” en el país de la carne: el Gobierno, desorientado frente a la demanda vegana

“Sumate a esta iniciativa. Empiezan los 'lunes verdes'”, dice el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, y su camisa blanca se recorta contra el fondo de un jardín de árboles frondosos. “Todos los lunes te invitamos a reemplazar las proteínas animales por proteínas vegetales, por el bien de la Tierra y de todos los que vivimos en ella”, sigue la actriz y activista Liz Solari, antes de dar paso a la palabra de una serie de figuras que explican los motivos y alientan a asumir el compromiso de suspender el consumo de carne por un día. El video, que termina con una placa oficial del gobierno nacional fue publicado el lunes de la semana pasada y eliminado pocas horas después, luego de generar una reacción entre propios y ajenos. 

El Gobierno experimenta una tensión incipiente, que amenaza con volverse más fuerte en tanto la dinámica del cambio de hábitos siga su marcha actual. Según una encuesta de Kantar realizada en julio de 2020 a pedido de la Unión Vegana Argentina (UVA), en el país hay un 12% de personas veganas y vegetarianas, tres puntos porcentuales más que el dato arrojado por la misma medición un año atrás. El número se dispara si se consideran también los “flexitarianos”: aquellos que redujeron la carne a un consumo muy ocasional. “El futuro es vegano”, prometen quienes adscriben a esta filosofía que rechaza el uso y la explotación de animales para cualquier fin.

Más allá del desafío que plantea a nivel cultural —“el asado es no únicamente el alimento de base de los argentinos, sino el núcleo de su mitología, e incluso de su mística”, dice Juan José Saer en El río sin orillas—, la iniciativa de Cabandié admite una pregunta económica lateral. En un contexto de precios internos presionados por la demanda externa y de políticas cada vez más restrictivas a la exportación —ayer entró en vigencia el nuevo sistema de declaración de envíos al exterior—, ¿puede ser favorable reducir el consumo interno?

Diego Guelar, que fue embajador en China durante el gobierno de Mauricio Macri, planteó esta cuestión abiertamente en su cuenta de Twitter. “Argentina es el país más eficiente del mundo en producción de carnes. Si [la iniciativa] es para aumentar la exportación MUY BIEN”, escribió. Sin embargo, no se refería a la campaña de Cabandié, sino a otro evento similar que tuvo lugar pocas días antes: la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires declaró de interés ambiental la campaña internacional “Lunes sin carne”, creada por el exBeatle Paul McCartney e impulsada en la Argentina por la Unión Vegana Argentina. En diálogo con elDiarioAR Manuel Martí, referente de esa organización, calificó la intervención de Guelar de “bizarra” y, por las dudas, aclaró: “Si la campaña nacional fuera con ese motivo no serviría para ayudar al ambiente; sería todo lo mismo”. 

“Puede ser azaroso el comentario del ministro Cabandié, o no. Si vos generás conciencia, un hábito, y no se termina consumiendo carne un día tenés un efecto donde todos ganan porque tenés más cupo para vender afuera”, opinó una fuente del Ministerio de Agricultura en off the record. Ni el ministerio que conduce Luis Basterra (vegetariano él) ni el que está a cargo de Cabandié ofrecieron su mirada para esta nota, pese a la insistencia de este medio.  

Daniel Pelegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina, sí expresó su visión sobre ambas iniciativas: las consideró “descabelladas” y “basadas en falacias e inexactitudes” por apuntar contra la ganadería como fuente de deterioro ambiental. Además, descartó de plano la posibilidad de que puedan generar, indirectamente, un impacto positivo en el sector. “Si hay un mercado al que suelen cuidar todos los países es el mercado interno, no solo en el caso de la carne sino de todos los productos en general. Los mercados de exportación, por atractivos que sean, son siempre arduos, especialmente para productos con alto valor agregado, como la carne”, dijo Pelegrina. Según consideró, la fortaleza y la estabilidad de la Argentina como exportador de carnes se sustenta en buena medida en la importancia que tiene el mercado interno para este negocio, que en 2020 demandó el 72% de la carne bovina.

“El negocio de la carne funciona mayormente a partir de la integración de la res, con lo cual los cortes que el carnicero dejaría de vender los lunes serán sustituidos por otro alimento y, por lo tanto, serán kilos de carne que ya no se consumirán”, aseguró. Además, dijo que el negocio de exportación “no es necesariamente un mejor negocio que el del mercado local, sino que ambos compiten por la hacienda en pie en igualdad de condiciones”. “Impulsar una campaña que impacte negativamente en la demanda de hacienda para consumo local generaría una clara desventaja competitiva para ese sector”. 

En el mismo sentido, Jorge Chemes, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) consideró que la iniciativa tampoco sería útil para bajar el precio de la carne, que según la un relevamiento del Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina (Ipcva) aumentó 65,3% entre abril de 2020 y el mismo mes de 2021. “Se piensa equivocadamente que restringiendo el consumo interno se va a bajar el precio de la carne; en realidad no hay competencia entre la exportación y el consumo interno porque son cortes diferentes, mercados diferentes y no tienen por qué competir”, apuntó. 

Sin acusar recibo de la demanda de las generaciones más jóvenes, para Chemes “lo que hay que hacer es incrementar la producción”. “Hoy tenemos la misma producción de carne de hace 30 años atrás, con un crecimiento de la población de 20 millones a 40 millones. El día que sobre la carne va a estar bien abastecido el mercado interno, vamos a poder exportar sin problema y vamos a poder funcionar como realmente tiene que funcionar un país productor de carne”, razonó. 

Por las mismas horas en que se publicó el video, luego eliminado, la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, ultimaba detalles con los proveedores de carne para prorrogar un acuerdo de cortes baratos en supermercados.

Sin embargo, las reacciones a la idea de Cabandié no provinieron solo de aquellos sectores habituados a tensar la cuerda con el Gobierno. Al interior de su coalición también hizo cortocircuito. Por las mismas horas que se publicó el video la secretaria de Comercio Interior, Paula Español, ultimaba detalles con los proveedores de carne para prorrogar el acuerdo mediante el que se ofrecen cortes baratos en supermercados, algo que finalmente se confirmó hasta 31 de diciembre. 

Pocos días después se confirmó también la ampliación de la Tarjeta Alimentar, que tiene como objetivo que las familias de menores ingresos puedan acceder a más productos frescos. El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, lo dice y siempre y pide personalmente a los periodistas que lo refuercen en los medios: el gasto debe ir primero a leche, carne, frutas y verduras.

Granjas porcinas y confusión 

Según Martí, la iniciativa de Cabandié no tiene “nada que ver” con el el “lunes sin carne”. “Lo del Ministerio de Ambiente se llama 'Lunes Verde' y no se entiende qué es. Nosotros no participamos ni fuimos consultados, aunque nos hubiera encantado”, dijo. De hecho, Martí le ofreció personalmente al presidente Alberto Fernández su colaboración en las iniciativas que apunten a integrar la demanda de los sectores veganos y ambientalistas en las iniciativas de Gobierno. 

Lo hizo el 25 de noviembre pasado, día en que llegó a la Casa Rosada acompañado de Liz Solari y una urna con más de 500.000 firmas en contra de la instalación de las granjas porcinas, el proyecto oficial que busca duplicar la producción de carne de cerdo en seis años con plantas financiadas por empresas chinas. Ese encuentro también causó revuelo al interior del Gobierno. Mientras sus funcionarios negociaban con Beijing, el presidente se fotografiaba acodado una caja con la leyenda “no al acuerdo porcino con China”. 

Martí señaló que cada vez que tiene oportunidad de hablar con gente del campo les sugiere que “en vez de enojarse, empiecen a reconvertirse”. “Esta tendencia es mundial y es irreversible. Es algo que ya detectaron las multinacionales: en Europa Unilever tiene una marca con 700 productos para veganos y acá nos pidieron la certificación a nosotros de su ketchup”, dice el activista, cuya organización tiene la licencia de V-Label para otorgar el famoso sello vegano del brotecito.  “Yo me pregunto ¿no tienen asesores? Si no se adaptan van a tener que sufrir las consecuencias cuando nadie les compre nada de lo que producen”. 

Aunque todavía le resulte difícil encontrar el modo de incorporar las demanda verde sin bajar las banderas rojas, en el Gobierno hay algunas iniciativas que intentan encontrar un camino. Según pudo confirmar este medio, el Ministerio de Agricultura tiene terminado un proyecto para crear el sello de certificación de “producto vegano argentino”, con el logo listo. Resta que los papeles completen la ruta administrativa, que implica tener el ok de la cartera de Salud. Esto aportaría a poner un coto a la proliferación de los que en la UVA señalan como “sellos truchos”. “Ven que lo vegano vende y hasta el carnicero pone un sello”, dice Martí. 

El Ministerio de Agricultura tiene terminado un proyecto para crear el sello de certificación de "producto vegano argentino", con el logo listo.

El sello, basado en estándares internacionales, certifica no sólo que los ingredientes utilizados no son de origen animal, sino que garantiza que no exista contaminación cruzada o crueldad animal en el proceso de elaboración. Según anticipan en el Gobierno, además de contribuir a la sustentabilidad, la certificación podría servirle a muchas empresas argentinas para exportar y llegar a un universo de consumidores en aumento. 

“Las personas que ya son veganas listo, no vuelven atrás”, asegura una fuente de la órbita de Basterra y menciona la cantidad de proyectos que le llegan en la que se define a los animales como “personas no humanas sintientes”. Ese camino comenzó a esbozarse en la Argentina cuando la jueza Elena Liberatori identificó a una orangutana que estaba alojada hacía 20 años en el zoológico de Buenos Aires, Sandra, como “persona no humana” y le otorgó derechos básicos. “Una vez que reconocés a los animales como sujetos de derecho, después tenés un montón de limitaciones —dicen una fuente de  Agricultura—. Porque el bienestar animal ya nadie lo discute, es un hecho, pero si le asignás el carácter de persona es otra historia”.

DT