La llaman Ruta del Desierto, en otros tiempos menos revisionistas la conocían como Conquista del Desierto, pero es la ruta provincial 20 de La Pampa, se la suele recorrer de camino de Buenos Aires a Bariloche y está plagada de carteles que advierten: “¿No descansó? Hágalo”, “No insista. Pare y descanse”, “No se duerma. Pare y descanse”. Pero por estos días, aquí hay quienes no paran de sol a sol. A los costados, arbustos y suelos arenosos y a la altura del pueblo La Reforma, el desvío hacia una obra revolucionaria. Puede que este caserío sólo albergue a 280 habitantes e integre el municipio menos poblado del país, Limay Mahuida, con 420 almas, pero la semana pasada era el epicentro de una obra que en su pico máximo empleó a 3.000 trabajadores. Un camino de tierra con carteles de “Prohibido cazar” conduce hacia donde están colocándose los últimos tramos bajo rutas provinciales y rurales y ríos del Gasoducto Néstor Kirchner, ese que ya está en periodo de pruebas con agua para que el 20 de junio, un día antes del invierno, esté operativo.
“Techint-Sacde”, rezan las tapas de las puntas de las tuberías que aún faltan por unir. Son las constructoras de Paolo Rocca y Marcelo Mindlin. Grandes grúas amarillas levantan polvo y entierran caños. Circulan por un sendero arenoso, por el que pasó la topadora, depositan allí los tubos que fabricó otra empresa de Techint, Tenaris, en Valentín Alsina, con acero importado de su propia planta en Brasil. Por allí circulará en un mes gas de Vaca Muerta, que elevará así 30% su producción. Las petrolera de Techint, Tecpetrol, y de Mindlin, Pampa Energía, son dos de las cinco principales productoras de gas de la formación neuquina, junto con YPF, la francesa Total y Pan American Energy (PAE, propiedad de la británica BP, la china CNOOC y los Bulgheroni).
El pasado viernes 12 se transmitió por TV la última soldadura automática, desde Buenos Aires con Alberto Fernández y Sergio Massa y aquí en La Pampa con el presidente de Energía Argentina SA (Enarsa, la empresa estatal que encargó la obra a Techint, Sacde y BTU), Agustín Gerez. Por eso ya regresaron a su país los soldadores turcos que fueron contratados para esta tarea clave para que el gasoducto se pueda terminar en un plazo inédito para la Argentina. “Este proyecto tiene la particularidad de los tiempos de construcción: es una obra que normalmente se podría ejecutar en 20 meses y actualmente se va a construir en un plazo de nueve meses”, destaca el inspector de higiene y seguridad laboral de Enarsa, Mateo de la Mata, que vino de Córdoba para la obra. “La obra tiene la particularidad de que involucra la soldadura automática, que es una tecnología que no se había utilizado anteriormente en otros gasoductos en la Argentina y agiliza mucho los tiempos de obra”, agrega De la Mata. Los operarios trabajan 25 días y después descansan cinco, con una jornada de viaje de ida a su tierra y otra de vuelta. Meses intensos para De la Mata y sus compañeros de trabajo. Además de personal de todo el país también lo hay de otros países, no sólo los especialistas de Turquía sino también de Venezuela, Chile o España.
En la obra primero pasó la etapa de topografía y apertura de pista, en la que se reconoció el terreno por donde pasarían los 573 kilómetros de gasoducto, compuesto de 52.000 caños de 12 metros cada uno. En esa etapa participaron hasta arqueólogos porque se hallaron piezas de pueblos originarios que vivían allí antes de que pasara la Conquista del Desierto que rememora la ruta, la de Julio Argentino Roca. Después se despejó vegetación y se la acumuló a un costado: de un lado se hizo la zanja para colocar el caño y del otro, una calle para que circulen las grúas. Ahora está depositando las últimas tuberías en el hueco. Se trabaja siempre que el sol ilumine, entre polvo, cascos y guantes de seguridad. Todavía hay soldaduras manuales de tramos que van por debajo de rutas provinciales o caminos rurales. Al mismo tiempo, comenzaron ya las pruebas de agua: consiste en enviar líquido por determinados trayectos del gasoducto para probar que se encuentran en perfectas condiciones. Algunos operarios recorren el tubo para controlar que la membrana que lo recubre se halle en buen estado. Cuando el trabajo esté listo, la tierra y la vegetación levantada se pondrá en su lugar, algo que inquieta sobre todo a los productores agropecuarios de tierras más fértiles que las pampeanas, las dedicadas al forraje en la provincia de Buenos Aires. Todo se pone a punto para que el 20 de junio, ante de la temporada alta en el consumo de gas, el Gasoducto Néstor Kirchner funcione. Ya nadie duda de que se cumplirá con la fecha comprometida. Si no se terminaba a tiempo, iba a ser un drama más para la escasez de divisas que sufre el país y que se agravó con el impacto de la sequía en la cosecha de soja y maíz porque iba a tener que importarse más el caro gas natural licuado (GNL), que se trae en barco de países como Estados Unidos, Trinidad y Tobago o la tierra donde se ganó el Mundial, Qatar.
Tanto en esa Copa del Mundo como en esta obra, la Argentina ha demostrado que puede, en medio de tantas otras frustraciones. Eso sí, el gasoducto se terminará en tiempo récord para nuestro país, pero el proyecto en sí llevaba años de retraso. Expertos consideran que ya a fines de 2016 era necesario empezarlo porque la producción de Vaca Muerta venía creciendo en el final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y continuó haciéndolo en el inicio del de Mauricio Macri, en ambas etapas, gracias a subsidios. De hecho, en la actualidad estas subvenciones duplican los fondos destinados a las energías renovables, como solar y eólicas, que reciben desgravaciones impositivas. Pero volvamos a 2016. La capacidad de transporte iba a llegar pronto a un límite que impediría seguir elevando la extracción. Pero en 2018 por la nueva crisis económica y las exigencias de ajuste del Fondo Monetario Internacional (FMI), se podaron las ayudas al gas, con la queja de Techint, y la extracción comenzó a estancarse en 2019.
La administración Macri lanzó seis meses antes de finalizar una licitación para que el sector privado construya el caño, pero la terminó suspendiendo ante la inestabilidad financiera que ahuyentaba inversores. En 2020, la producción se contrajo con la pandemia. En 2021, con el nuevo Plan Gas de subsidios, comenzó a recuperarse y ya comenzó a hablarse en las petroleras de la necesidad urgente de retomar la iniciativa para instalar el tubo. Ese año se recaudó el aporte extraordinario a las grandes fortunas que en parte se destinaría a financiarlo. Ya no sería el sector privado sino el público el encargado del emprendimiento. Pero este gobierno, al igual que el de Macri, se demoró y entonces llegó 2022 con la guerra de Ucrania, que disparó el precio del GNL que debía importarse y que además abrió el apetito de países europeos como Alemania de suplir el gas ruso. Sólo entonces el Gobierno puso manos a la obra, licitó la compra de caños y su instalación y ahora sí está a punto de inaugurarlo.
En su despacho en Buenos Aires, la secretaria de Energía que asumió con Massa en agosto pasado, la salteña Flavia Royón, destaca la importancia del gasoducto Néstor Kirchner, que en su primera etapa va de Tratayén (Neuquén) a Salliqueló (Buenos Aires) pero que en junio se licitará para que con fondos privados se expanda en 2024 hasta San Jerónimo (Santa Fe), donde hay un nudo de tubos que unen a todo el país. “El Gasoducto Néstor Kirchner es una obra estratégica que va a cambiar la matriz energética de Argentina, además de lo que significó la obra en sí y el tiempo récord en que se llevó a cabo con última tecnología y los puestos de trabajo que ha generado. Su importancia es que esta primera etapa posibilita ya la sustitución de importaciones. Este año todavía Argentina va a necesitar GNL porque esta primera etapa va a estar terminada para la última semana de junio, ya con el invierno comenzado, pero el año que viene ya va a tener un impacto pleno y va a permitir ahorrar cerca de 4.200 millones de dólares en importaciones. Además el gasoducto está inscripto dentro de un programa que se llama Transportar, que prevé esta primera etapa del gasoducto va a permitir la evacuación de Vaca Muerta hacia el centro del país. Después, habrá la reversión de otro gasoducto que va a posibilitar que el gas de Vaca Muerta pueda llegar al norte argentino. Hoy este ramal tiene un sentido de norte a sur porque está pensado para evacuar el gas de la cuenca noroeste y las importaciones de Bolivia y abastecer el norte argentino. Pero con el declino de la cuenca noroeste más el declino también de Bolivia, la obra va a posibilitar no necesitar más de las importaciones de Bolivia. Para julio, el volumen transportado va a ser de 11 millones de metros día. Después hay dos plantas compresoras: una va a estar para agosto y la otra para noviembre, que van a posibilitar 10 millones de metros cúbicos adicionales. Se incrementa la evacuación de Vaca Muerta en un 30%”, cuenta Royón.
“Cuando tengamos el segundo tramo, el volumen va a ser ya de 44 millones de metros cúbicos día”, continúa la secretaria. “Esto va a posibilitar que hacia 2024 o 2025 la Argentina pueda hablar de autoabastecimiento en materia de gas, con un porcentaje de cobertura de la demanda interna de un poco más del 95%. Se van a seguir requiriendo importaciones simplemente en los picos de invierno, además de claramente no necesitar importaciones ni de GNL ni de Bolivia. El gasoducto posibilita también un salto de producción en Vaca Muerta. Que Vaca Muerta pueda ya constituirse no tan solo en un abastecedor del mercado doméstico y regional. Porque después del mercado doméstico, claramente hoy ya estamos trabajando en exportaciones a los mercados regionales, como Chile, Brasil y Uruguay, pero también esto va a permitir un salto cuantitativo de instalación de plantas de GNL en la Argentina.”
Con la mira en ese desarrollo, el Ministerio de Economía que encabeza Massa y en el que está Royón envió la semana pasada a la Presidencia un proyecto de ley de impulso al GNL, que difícilmente vaya a aprobar el Congreso en este año de disputa electoral. Igual, la secretaria de Energía se ilusiona con la exportación del GNL al mundo: “No es una realidad de largo plazo. Entendemos que puede ser una posibilidad a mediano plazo. De hecho, ya está el proyecto de ley de GNL y entiendo que esta semana el ministro la estaría enviando al Congreso porque nosotros, con el potencial energético de Argentina y en particular de Vaca Muerta, lo que aspiramos es pensar en grande y pensar mucho más que el mercado interno de Argentina o los mercados regionales, sino transformarnos en proveedores energéticos a nivel mundial. ¿Por qué? Porque Argentina tiene una geopolítica estable, tiene condiciones como para poder transformarse en un proveedor de energía seguro para el resto del mundo”. Ya hay varios proyectos de GNL en análisis: “Tenemos diversos proyectos dando vueltas, todos esperando, por supuesto, a la ley. El más importante de ellos es el proyecto de Petronas (de Malasia) e YPF. Es un proyecto ambicioso que podría estar siendo realidad hacia 2026 o 2027. Hay proyectos de menor escala que podrían estar exportando en 2025, pero todo depende. Lo que queremos es consolidar el GNL y el marco jurídico como una política de Estado para que estos proyectos puedan avanzar”.
Pero el gasoducto no sólo posibilita la exportación sino el añadido de valor en la producción interna. Por ejemplo, hay planes de la fabricante de urea Profertil de usar el gas adicional para invertir en elevar la producción de este fertilizante clave para el trigo. “Este gasoducto también cambia la matriz energética argentina en dos sentidos”, cuenta Royón. “Primero, encamina a una matriz energética más competitiva, porque el gas de Vaca Muerta es muy competitivo en valor, tiene un precio promedio 3,80 dólares hasta 2028, lo cual hoy es por lo menos seis veces más barato que el gas importado. Esta competitividad tiene un impacto, un gran impacto fiscal, porque va a permitir que el Estado Nacional se ahorre un monto importante en subsidios energéticos. La Argentina viene subsidiando tanto a la mayoría de su población residencial como a otro tipo de usuarios en materia energética y, al tener una matriz más barata, claramente esto va a disminuir y va a repercutir en el orden fiscal de nuestro país. Pero también esta nueva red de gasoductos reconfigura el desarrollo industrial a futuro de nuestro país porque va a permitir que industrias que son intensivas en el uso de energía puedan tener acceso a una energía más competitiva. También tiene un impacto en la matriz de generación eléctrica argentina porque posibilita dar futuro, previsibilidad y accesibilidad al gas a otros lugares de nuestro país y va a permitir también generación de energía eléctrica de base en base a gas, más competitiva”. Hasta ahora, muchas centrales eléctricas, ante la ausencia de gas en invierno, utilizan gasoil o fueloil, más caros y más contaminantes.
Royón no se detiene, igual que los operarios que ultiman el gasoducto en La Pampa: “También este gasoducto tiene una importancia vital en la balanza del sector energético. El sector energético en la Argentina el año pasado tuvo una balanza negativa de aproximadamente 4.500 millones de dólares. Este año, estimamos, va a estar en equilibrio, pero hacia 2030 va a haber una balanza positiva de aproximadamente 12.000 millones de dólares y esto va a constituir al sector energético como el segundo sector generador de divisas de la economía argentina. Claramente la Argentina tiene una necesidad primero desarrollo y segundo de diversificación de su matriz exportadora en otros sectores que no dependen y no estén concentrados fundamentalmente en el agro. Hoy estamos atravesando la peor seca de los últimos 100 años y esto está golpeando a la macroeconomía argentina. Ya con un sector energético encaminado y desarrollado, esto va a permitir otra robustez de la matriz exportadora y de la macroeconomía.”
Todas las petroleras están ilusionadas con el gasoducto, incluida la alemana Wintershall Dea, que es socia de Total, YPF y PAE en un par de áreas de Vaca Muerta que opera la firma francesa. En Buenos Aires, su director general, Manfred Boeckmann, analiza el impacto del ducto en línea con la secretaria de Energía: “El nuevo gasoducto es un proyecto de transformación para la Argentina porque a través de la ampliación de la capacidad del sistema de transporte de gas reducirá las importaciones de gas de Bolivia, de GNL y de combustibles líquidos, particularmente, en el alto consumo durante los inviernos, lo que llevará a un autoabastecimiento en el futuro. De esta manera, el país puede aprovechar sus abundantes recursos locales, pero no sólo va a suministrar todas las zonas de demanda doméstica, sino también va a significar un ahorro importante evitando las importaciones caras que resultan del contexto mundial. Al mismo tiempo, la nueva infraestructura atraerá nuevas inversiones que van a aumentar la producción local de gas. Con lo cual, si el cuelo de botella desaparece, también habrá volúmenes de gas adicionales disponibles para la exportación”.
En principio, habrá más fluido para Brasil y Chile, “pero a largo plazo hay algunas oportunidades para exportar fuera de la región”; comenta Boeckmann. “Creemos que la exportación de GNL es una gran oportunidad a largo plazo de la Argentina, que le posibilitará potenciar sus recursos naturales mientras sea posible”, se entusiasma el ejecutivo oriundo de Hamburgo, Alemania. Wintershall Dea está analizando la idea de instalar una planta de GNL, pero depende de varias condiciones. “En principio creo que el sector energético de este país está capacitado para realizar este proyecto. Pero el desafío de la Argentina, una vez más es con la propia Argentina, porque en este tipo de proyectos con gran envergadura son más importantes las condiciones del contexto, como las macroeconómicas y regulatorias, para así conseguir la cantidad significativa de financiamiento que se requiere. Estamos monitoreando estas condiciones de manera de tener claridad sobre las alternativas y estar listos para avanzar con aquellas que sean factibles en este momento. Ya hay algunos proyectos o iniciativas en los cuales se está avanzando y Wintershall Dea está interesada en participar en esta etapa de análisis. Porque para nosotros es evidente que en las próximas décadas el mundo necesita más fuentes de energía relativamente bajas en carbono, un futuro con una matriz energética más limpia”, sostiene Boeckmann, en contraposición con aquellos ecologistas y científicos que no sólo reclaman eliminar el uso del carbón y el petróleo sino que rechazan la idea del gas como combustible de transición. Mientras, las tuberías del Néstor Kirchner se ultiman para que en un mes comience a fluir por allí el gas adicional que extraigan Wintershall Dea y las demás petroleras que invierten en Vaca Muerta.
AR