La suba del precio de los alimentos es, por estas horas, uno de los problemas que mayor desvelo genera en los funcionarios del Gobierno nacional. El alza de 4,6% que exhibieron en marzo superó los peores pronósticos oficiales y llevó a tomar una serie de medidas que, más allá del éxito que puedan tener, es improbable que lleven la inflación a los niveles que se necesitan para alcanzar el objetivo anual de rondar el 29%. Sin embargo, la escalada de los bienes básicos no es un problema reciente para las familias: en los últimos cuatro años los alimentos y las bebidas sin alcohol aumentaron 335,2%, 25 puntos por encima del nivel general de inflación.
De acuerdo con un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) en base a los datos de Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), entre marzo 2017 y marzo 2021 los alimentos y bebidas sin alcohol subieron un 335,2%. La mayor suba se registró entre 2018 y 2019, cuando se produjo un brusco salto en el precio del dólar. En el mismo período la inflación general punta a punta fue de 310,6%, lo que quiere decir que los alimentos subieron más que el promedio de todos los bienes y servicios.
La categoría que más subió en los últimos cuatro años fue la de frutas, con el 437,7%. Se trata de un rubro difícil de regular para el Gobierno por la atomización de sus productores, que dificulta la posibilidad de centralizar las discusiones. La carne, que vivió una disparada especialmente fuerte el año pasado, fue el alimento que lo siguió, con un aumento de 389,6%. Desde febrero de este año rige un acuerdo con frigoríficos para vender diez cortes de carne a precios económicos, lo que sin embargo no logró contener la suba y llevó al Gobierno a amenazar con un cierre de exportaciones. En este sentido, y si bien no se llegó a tanto, la semana pasada se anunció la implementación de mayores requisitos para la exportación de este producto, entre los que se incluyó un nuevo registro.
En el tercer lugar de los productos alimenticios que más subieron se ubicó el grupo de café, té, yerba y cacao con un 348,6%. En el extremo contrario, la categoría que menos subió fue la de aguas minerales y bebidas gaseosas, con el 262%.
¿Cuánto aportó a la inflación del segmento cada alimento y bebida? Para responder esta pregunta, el informe combina la ponderación de cada alimento dentro de la canasta con la suba de precios que tuvo respecto a otros. Si los precios de todos los alimentos y bebidas hubiesen crecido de la misma manera, el aporte a la inflación punta a punta de los últimos cuatro años habría sido igual a la ponderación de cada bien. Por ejemplo: si las frutas hubiesen tenido igual inflación que el resto de alimentos, su aporte a la inflación habría sido de 5,3%, igual a su ponderación en la canasta. Sin embargo, subieron más que el resto y explicaron el 6,5% de la inflación de los últimos cuatro años.
Las carnes y derivados fueron los alimentos que más aportaron a la inflación de alimentos, concretamente un 37,4%. Es decir que hicieron un aporte mayor que su ponderación, del 33,1% dentro de la canasta. Esto obedece a que la suba de los precios de la carne fue superior a la de otros alimentos. Si se mira solo 2020, la carne explicó un 45,7% de la inflación del período, el porcentaje más alto de los últimos cuatro años.
La inflación es distinta entre regiones del país no solo por una dinámica diferencial de los precios (el hecho de que no tienen la misma llegada los programas de control de precios o la mayor distancia respecto de los centros de producción, por ejemplo) sino también porque su canasta se estructura de manera diferente. Así, aquellas canastas regionales en las que tienen mayor peso los productos que más se dispararon en el último tiempo, reflejan una inflación total más alta que otras.
La región Noreste, donde la canasta refleja una importancia de la carne superior al resto de las regiones (37,7%), fue la que registró el nivel de inflación en alimentos y bebidas de todo el país. En los últimos cuatro años fue del 369,7%, 34,5 puntos porcentuales más que a nivel nacional. La más baja fue para la región patagónica (con la ponderación de las frutas en su canasta más baja del país), de 314%; 21,1 puntos porcentuales menos que el promedio nacional. La brecha entre ambas regiones fue del orden de 56 puntos.
“No se trata de diferenciales de precios entre una región y otra, sino de diferenciales de suba de precios. Esta disparidad de evolución de precios, en la medida que no sea compensada con una evolución diferencial de salarios de igual magnitud, genera cambios de poder adquisitivo que en algunos casos pueden ser significativos”, aclaró el instituto, con sede en Córdoba.
El precio de los alimentos tiene relación directa con la pobreza, dado que para estimar la cantidad de personas que se encuentran por debajo de esa línea el Indec toma como referencia el costo de la canasta básica y la compara con los ingresos de los hogares. Desde este punto de vista, tiene sentido que Resistencia, la ciudad más pobre del país según los últimos datos oficiales (53,6%), se encuentre dentro de la región que tuvo más inflación en sus alimentos en los últimos cuatro años.
DT