Crítica

“Berlín” reactiva la pólvora de “La casa de papel” en Netflix, pero la moja con las obsesiones amorosas de su protagonista

Adrián Ruiz

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¿Te estoy hablando de amor y tú me sales con la policía? ¿En qué clase de infamia estamos convirtiendo el mundo?”. Esta frase de Pedro Alonso en una escena de Berlín, esperada precuela de La casa de papel que Netflix estrena este viernes 29 de diciembre, resume a la perfección el espíritu de esta nueva serie. La ficción cambia de tono en su viaje al pasado para descubrir una de las facetas vitales más desconocidas del personaje, uno de los más queridos por los fans de la producción matriz en todos los lugares del planeta.

La plataforma de pago recupera así la que ha sido su gran gallina de los huevos de oro en España, la serie patria más laureada de todos los tiempos que, tras su nacimiento en 2017 en Antena 3, vivió su expansión global gracias al gigante americano. Un hito que ha invitado a Netflix a explorar más historias dentro de su universo y, de paso, seguir estirando su éxito a través de un spin-off obligado a luchar desde antes de su lanzamiento contra las expectativas y comparaciones que se hagan con su predecesora.

Para ello, la compañía y los responsables de Vancouver Media, su productora, apostaron todo a Berlín, uno de los personajes más carismáticos de La casa de papel que, pese a su carácter de villano, logró meterse al público en el bolsillo durante el asalto de la banda de El Profesor a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre en el que acabó perdiendo la vida. El personaje siguió teniendo recorrido en las tres siguientes temporadas de la ficción por medio de diferentes flashbacks que indagaron en sus orígenes y que dieron la idea a Álex Pina y Esther Martínez Lobato, sus creadores, de que Berlín podía tener su propia serie.

Esta llega como colofón del 2023 para trasladarnos a los “años dorados” de Andrés de Fonollosa -su nombre real-, cuando aún no tenía noción alguna de la enfermedad con la que acabó encerrado “como una rata” en las entrañas de la Real Casa de la Moneda. La ficción arranca años antes de aquel gran golpe junto a su hermano Sergio Marquina, cuando Berlín se encargó de preparar en París uno de sus robos más extraordinarios junto a una de las tres bandas con las que robó a lo largo de su vida. Con ellos, intenta hacer desaparecer 44 millones en joyas de una importante casa de subastas como si de un espectáculo de ilusionismo se tratase.

'Berlín' se pierde en el amor...

Sin embargo, en un intento de diferenciarse de La casa de papel, el plan de Berlín se acaba tambaleando por los delirios amorosos de su protagonista. Y la serie, lamentablemente, también se tambalea con él. Ese conflicto que señalábamos al comienzo del artículo (el del dilema entre el dinero y el amor) acaba tomando demasiado peso, con el personaje principal perdiendo el foco del atraco tras enamorarse –obsesionarse– de una de sus víctimas –Camille (Samantha Siqueiros)–, una joven mexicana que le acaba robando el corazón.

Todo ello, provoca un cambio de tono que Álex Pina y Esther Martínez Lobato han tratado de justificar en palabras a verTele, alegando un propósito de crear un “universo y ADN nuevo” y “romper con todos los parámetros” de la serie primigenia: “La casa de papel tiene una intensidad enorme, muy angustiosa, claustrofóbica y con niveles altos de violencia. Entonces, queríamos pasarnos al otro lado”, empiezan explicando los guionistas. “En un momento dado, cuando estábamos escribiéndola, arrancaba también la guerra de Ucrania y queríamos hacer algo mucho más confortable, fresco, feel good, luminoso... Creíamos que era el momento de hacer algo con mayor capacidad de evasión por parte del espectador”, añaden, en una idea que también quisieron dejar clara meses atrás, durante la presentación del proyecto.

La decisión que les forzó a impregnar la ficción de un ambiente de comedia romántica que, en las mencionadas secuencias amorosas, no termina de funcionar. Por varios motivos. Por un lado, porque contamina las tramas –como destacan mis compañeros Pedro Zárate y Laura Pérez en su elaborado ranking anual de las mejores series españolas– de decisiones absurdas e incoherentes y de algún agujero de guion. Por otro, porque se mete en terrenos pantanosos al romantizar la historia de un claro caso de acoso por las artimañas de Berlín para efectuar su conquista. Esto propicia una suerte de paradoja, y es que la oscuridad del ahora 'héroe' empaña la luz que algún día encontramos dentro del villano.

... a pesar de que también tiene su “jarana”

Es una lástima, porque Berlín vuelve a poner toda la carne en el asador con su nuevo atraco. El éxito de La casa de papel parece haber dado un “cheque en blanco” a Vancouver, que logra (una vez más) unos estándares de producción que, como comentaba Tristán Ulloa en su entrevista con verTele, nada tiene que envidiar al que se ve en la puntera industria audiovisual de Estados Unidos. La ficción contó con 146 localizaciones, 287 sets, 65 actores y actrices, más de 1400 figurantes y nueve largos meses para su rodaje.

Un increíble despliegue técnico y artístico que regala a los espectadores una maravillosa 'postal' de un París que se acaba convirtiendo también en protagonista. La serie también viaja a Madrid, Almería, León, Ávila, Segovia y Toledo para ofrecer espectaculares y frenéticas escenas de acción que brindan al producto final sus momentos más memorables y divertidos. Aquello de que “si algo funciona, mejor no lo toques” se evidencia en aquellas secuencias en las que Berlín se parece a La casa de papel. Y no nos referimos a los guiños, referencias y apariciones –Najwa Nimri (Alicia Sierra) y Itziar Ituño (Raquel Murillo)– que se hacen a la ficción original, sino a los puntos en los que se recupera su mejor y brillante esencia.

Esta se consigue gracias a una atractiva banda de ladrones que, aunque no nos harán olvidar a Tokio, Nairobi y compañía, sí que acaba encontrando su propia personalidad. Tristán Ulloa (Damián) destaca y brilla en un género narrativo al que no nos tiene acostumbrados. También lo hace Michelle Jenner (Keila), cuya trama romántica con el novel Joel Sánchez (Bruce) -este es su primer trabajo como actor- sí que resulta interesante y encaja dentro del global de la historia. Algo más manida es la que materializan Begoña Vargas (Cameron) y Julio Peña (Roi), que acaban protagonizando, eso sí, una secuencia de acción y velocidad que dejaría en evidencia al mismísimo Dominic Toretto.

En definitiva, Berlín es la historia de un regreso con luces y sombras que sus responsables deben corregir si quieren reconducir la historia de cara a su más que probable segunda temporada en Netflix. La serie consigue reactivar la pólvora que dinamitó los momentos más épicos de La casa de papel, una pólvora que acaba siendo pólvora mojada en aquellos puntos en los que Berlín -el personaje y la propia ficción- se pierden en sus delirios.