Chile celebrará la Navidad con la campaña de vacunación contra el Covid-19 en marcha y, junto con México y Argentina, será de los primeros países de América Latina en comenzar a inmunizar a su población. Así lo anunció el martes el presidente, Sebastián Piñera: “A las 5 de la madrugada despegó desde Bélgica el avión que trae las primeras 10 mil dosis de la vacuna del laboratorio Pfizer-BioNTech a nuestro país […] Esto significa que a partir del día de mañana (por hoy), Chile inicia su proceso de vacunación”.
Pfizer-BioNTech fue el primer laboratorio —de los cuatro con los que Chile selló convenios y preacuerdos— que recibió la aprobación estatal para el uso de emergencia de la vacuna contra el Covid-19. Además de Pfizer, el país cerró acuerdos con el laboratorio chino Sinovac, el belga Janssen (Johnson & Johnson), el británico AstraZeneca y el Fondo de Acceso Global para Vacunas covid-19 (Covax), un plan propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que pretende garantizar el acceso “justo y equitativo” a la vacuna.
La escala de la entrega de diciembre es pequeña. Si bien el primer envío de Pfizer es de más de 20.000 dosis, inuminzará a la mitad de personas –10.200– porque el tratamiento requiere dos aplicaciones inyectadas con tres semanas de diferencia. Según datos de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi), en Chile hay unas 40.000 personas que trabajan en cuidados intensivos, urgencias o cuidados intermedios.
En total, el gobierno de Piñera negoció 30 millones de dosis, 20 millones de las cuales se esperan para el primer semestre de 2021. Después de Pfizer, Sinovac será la segunda vacuna que llegará a Chile a partir de enero, con un total de 10 millones de dosis, aunque todavía esa opción no fue certificada por ninguna agencia regulatoria acreditada por la Organización Mundial de la Salud. Es este último elemento, sumado al hecho de que la vacuna no tuvo recorrido sanitario por fuera de China, el que genera alguna incertidumbre respecto al cumplimiento de los plazos y escala de entrega.
“El 139% de la población asegurado”
Chile es el país de Sudamérica con mayor stock preadquirido de vacunas, según medios como Bloomberg: “Tenemos asegurado aproximadamente al 139% de la población con los contratos que tenemos”, dijo hace unos días a los medios el ministro de Salud, Enrique Paris.
El gobierno empezó a evaluar en mayo las distintas opciones para asegurar la llegada de la vacuna, un recorrido que el presidente calificó de “largo y exigente”. “Ustedes saben que igual que como hubo una guerra de los ventiladores, se puede producir también una guerra de las vacunas”, afirmó Piñera. El subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, Rodrigo Yáñez, explicó a la prensa que, aunque el Banco Central considera a Chile como un país de altos ingresos, “eso no conversa con nuestra condición”. Por eso, un primer punto de la negociación fue “no caer en esa categoría porque eso significaba que íbamos a pagar un precio mayor por las vacunas”. Y añadió: “Chile no está pagando el precio de un país desarrollado, pero accederá a las vacunas junto a los países desarrollados”. Las autoridades fijaron un presupuesto de 200 millones de dólares para las vacunas, explicó el ministro Paris en una entrevista, pero hasta la fecha sólo se se pagó por la de Pfizer, que fueron 17 millones de dólares (cada dosis costó 12 dólares).
Además de la cuestión de la aprobación y de la efectividad de vacunas que no han difundido resultados, resta saber si se va a cumplir el calendario estipulado para la entrega de las inmunizaciones. Los déficits registrados en materia de producción de la vacuna han llevado a que las principales farmacéuticas recorten su oferta de dosis disponibles, una tendencia que podría profundizarse en 2021 y que generaría una demora en las entregas.
Para el Ejecutivo era fundamental asegurar prontamente la vacuna al conjunto de la población y tratar de mejorar, así, una aprobación hundida en las encuestas. Los sondeos le otorgan un 7% de aprobación, la cifra más baja de su gobierno. La primera ola de la pandemia nunca llegó a ser controlada y en las últimas semanas los contagios se han disparado. En siete días los contagios confirmados aumentaron un 22%. Este viernes se diagnosticaron 2.217 nuevos contagios y el jueves se registró la cifra más alta en casi cinco meses. Con 16.217 fallecidos por coronavirus, Chile ocupa el puesto 21 en el mundo entre los países con más muertos por 100.000 habitantes (86,5), según el último registro de Johns Hopkins University.
Logística compleja
El plan de inmunización partirá con el personal de salud que trabaja en las unidades de cuidados intensivos y se destinará, en primer lugar, a las regiones del sur –Biobío, La Araucanía, Magallanes– y al área metropolitana, las zonas que más preocupan en este momento. Luego será el turno de los trabajadores de centros privados, personas mayores y empleados de residencias de la tercera edad. El programa pretende “vacunar al grueso de la población crítica durante el primer trimestre del año 2021″, unos 5,8 millones de personas, y también ”a una parte significativa de la población objetivo el primer semestre del próximo año“, dijo el titular de Salud.
Los países exportadores –—Estados Unidos y Bélgica— mandarán las dosis en cajas especiales con hielo seco adentro porque la vacuna tiene que conservarse a -70 grados. “Pfizer requiere condiciones que no son habituales en los programas de inmunización del mundo, menos en los países más pobres, que apenas tienen refrigeración”, comentó el doctor Miguel O’Ryan, miembro del comité que asesora las pruebas de vacuna en Chile. “Aquí tenemos un programa de inmunización robusto y con historia, y una logística que permite que, pese a estas dificultades, se pueda repartir de manera adecuada. Pero está por ver [qué pasa] al distribuir grandes volúmenes”, agregó.
La logística para asegurar la importación y distribución de la vacuna es compleja. Además de distintas condiciones de temperatura, varían los límites de la edad de administración (Sinovac no puede aplicarse a mayores de 60 años y Pfizer a mayores de 80), y la cantidad de dosis (Janssen requiere una y AstraZeneca necesita dos). “Habrá que tener mucho cuidado con esa gestión. La vacuna de Pfizer debería utilizarse en grandes ciudades y zonas urbanas por las condiciones de almacenamiento que requiere, ya que una vez que se saca a un refrigerador normal, no puede estar ahí más de cinco días”, dijo la doctora Muriel Ramírez, epidemióloga de la Universidad Católica del Norte.
La experta recalcó la importancia de administrar la segunda dosis de la misma vacuna, hacer un monitoreo “riguroso” de los efectos adversos e inocular en centros de salud preparados para atender esos eventuales efectos secundarios. “Habrá que capacitar al personal de salud de los vacunatorios porque, en el caso de Pfizer, por ejemplo, el almacenamiento, la distribución y la forma de administrar la dosis también son especiales”, agregó Ramírez.
Voluntaria y gratuita
Como la inoculación será voluntaria y gratuita, serán los propios centros de salud los encargados de elaborar la lista con el personal que se vacunará. En Chile no existe un sistema de compensación para personas que puedan tener efectos adversos relacionados con las vacunas. “Si algo llega a pasar, por muy poco probable que sea, el Estado no responde de manera clara y categórica”, afirmó el doctor O’Ryan. Por eso, la mayor parte de los profesionales de la salud apuestan por no obligar a vacunarse. O’Ryan es partidario de “ir más por el convencimiento que por la obligatoriedad” y reconoce cierta inquietud por un eventual escenario a la inversa: “Me preocupa más no poder cumplir con las expectativas que tiene la población de recibir una vacuna”, dijo. “Si las dosis llegan de forma muy lenta o en poca cantidad, ello podría provocar una frustración en la población”.
Las autoridades sanitarias calculan que, para alcanzar la inmunidad, se requiere al menos un 80% de la población vacunada, un porcentaje que difícilmente sea realizable antes de la segunda mitad del 2021 o en el primer semestre de 2022.
MF