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El pescador de libros

Antes que nada el humor y la historia

La historia argentina reciente: un recorrido entre el dolor y el humor.

Nacho Iraola

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La Historia argentina ha sido contada por muchos escritores e historiadores. Sin ir más lejos, Felipe Pigna, hoy el gran historiador argentino, tiene casi 50 libros publicados. Pero -en la vida siempre existe un pero- la Historia con mayúsculas no solo la cuentan los historiadores: hay autoras y autores que con libros absolutamente personales, y de manera indirecta, hacen en sus obras un recorrido por nuestra historia o por un recorte de esta.

Dos libros espectaculares que acaban de publicarse juegan de esa manera. Uno es Antes que nada, de Martín Caparrós, y el otro es Cómo pisar una cáscara de banana, de Adrián Lakerman.

Antes que nada son las memorias de Caparrós mixturadas con algo cercano a un diario de su enfermedad. El año pasado, el escritor fue diagnosticado con Esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y eso fue el detonante para la escritura de este libro que, hoy por hoy, es para mí el mejor libro del año. Veremos por qué.

En Cómo pisar una cáscara de banana, Lakerman explica como funcionó el humor a lo largo de la historia y a través del humor nuestra propia historia.

Son dos libros que tienen una segunda jugada: uno a partir del dolor y el exilio, y el otro a través del humor, nos dan un pantallazo sensacional de la historia argentina reciente.

En Antes que nada, Caparrós cuenta como a partir de un accidente muy tonto en bicicleta en París pierde la sensibilidad de un dedo de su pie y a partir de ahí arrancan los problemas: pérdida de fuerza en las piernas y el diagnóstico. Hay algo muy similar a la película Go now -que acá se llamó Amo la vida- con Robert Carlyle (el Francis Begbie de Trainspotting): el personaje de la película se cae trotando y ahí arrancan los problemas. En el caso de Caparrós, su deseo es no convertirse en lo que él llama “el héroe de la época” (la víctima), y bajo la premisa “mientras sigo vivo quiero seguir vivo”, recorre ciertos pasajes de su vida. Y ahí arranca algo descomunal: Caparrós se convierte en una especie de Forrest Gump viviendo grandes hechos de la historia argentina. Veamos:

- Nace en 1957. Su abuelo Antonio, un médico español muy importante llega a Buenos Aires huyendo de la Guerra Civil Española.

- Su padre, también Antonio, y su madre Martha Rosemberg, también se dedican a la medicina, ambos psiquiatras.

- Su maestra de jardín de infantes es Norma Arrostito, la que luego la líder de Montoneros.

- Su padre estudia con el Che y viaja a Cuba, donde Fidel le encomienda llevar a Argentina la revolución que el Che está haciendo en Bolivia.

- Esto lo lleva a viajar a España a los 11 años, solo en el avión, para encontrarse con su padre, quien tenía cita con Perón en Puerta de Hierro. Ahí, López Rega le sirve el café con leche.

- En ese viaje lo mandan a visitar a unos primos que viven en un squat londinense. Fuma sus primeros porros durante el swinging London.

- Su padre era amigo del yerno del presidente Illia, con quien varias veces comían en la Quinta de Olivos.

- El día del Cordobazo (1969), su padre, Pino Solanas y él salen en auto para filmar las calles.

- Hincha de Boca, está en la cancha de River el día de la tragedia de la puerta 12, cuando mueren aplastadas 71 personas.

- Quiere ser baterista y Javier Martínez, de Manal, el baterista más cool de ese momento, casi es su maestro.

- Con 15 y 16 años, está en Ezeiza las dos veces que vuelve Perón. La segunda ya milita Montoneros y está armado.

- Va a la cárcel de Devoto cuando Cámpora da la amnistía a los presos políticos, el domingo que gana las elecciones en 1973.

- Debuta en el periodismo en el diario Noticias, con Rodolfo Walsh como jefe.

- En el exilio, vive la movida y el destape madrileño.

- Vuelve a principio del 83, todavía en dictadura y ahí ya se convierte en Caparrós.

- Le hace el último reportaje a Cortázar.

- Está en el arranque del diario Página 12.

- Reinventa la crónica.

Consecuente con sus lecturas de infancia (Verne, Salgari), Caparrós vive una vida impresionante de aventuras y viajes. Y en el medio algo hermoso: no se considera un escritor ni un intelectual. Se considera un lector.

Mientras tanto, en Cómo pisar una banana, Adrián Lakerman hace historia desde el humor. Pedro Saborido dice en el prólogo: “Lakerman es un humorista que analiza el humor. Es como un perro que también es veterinario”, y gracias a esta búsqueda de Lakerman nos enteramos que “Canta un guaso”, de 1777 (pre Argentina) es el primer poema gauchesco y el primer registro de humor irónico argentino. Dedicado al Virrey Cevallos, dice “he de puja el caballero ha zurrado la badana”, que traducido sería “Qué hijo de puta (el virrey Cevallos) de tan buen general que es”. Y es el primer registro de “Hijo de puta” como alabanza, algo que llega al mítico programa de TV Todo por dos pesos, en aquel sketch costumbrista donde en cada línea se decía “hijo de puta”.

Esto remite también al primer humorista de nuestro país: Juan Cruz Varela, un periodista, político y periodista, nacido en 1794 y muerto en 1839.

También hay uno de esos datos memorables: el origen de la palabra “gorila” usada para nombrar a un antiperonista: la película Mogambo, de 1953, con Ava Gardner y Clark Gable era furor y transcurría en la selva.  En el programa de radio La revista dislocada, Aldo Cammarota hizo una parodia de la película y ante el menor ruido selvático, un científico decía con miedo: “Deben ser los gorilas, deben ser”. La frase se puso de moda, y ante el golpe de estado del 55, se empezó a utilizar en referencia a los golpistas.

Ya más acá en el tiempo entra Mafalda, que si bien no era una tira política, al acompañar los años 60 toca temas como las guerras, el feminismo, la censura, la represión, la pobreza durante el gobierno de Onganía. De hecho, ahí surge “el palito de abollar ideologías”, con Mafalda señalando un bastón de policía. Esto es porque Quino estaba muy impresionado por la Noche de los bastones largos, la brutal represión del 29 de julio de 1966, cuando Onganía decide la intervención de las universidades nacionales.

Quino corta Mafalda en 1973, pero durante el gobierno de Isabel Perón, López Rega lo “invita” a ceder el personaje para una campaña del gobierno. Quino se niega y le revientan la casa. Esto es el germen de su exilio, algo que se concreta cuando pocos meses después, ya en dictadura, sucede la matanza de los curas palotinos (dos sacerdotes y tres seminaristas), y uno de los cuerpos aparece tapado con el poster de Mafalda con el famoso “palito de abollar ideologías”. Quino no volvió a la Argentina hasta 1983.

En el libro aparece también Alberto Olmedo,  quien en mayo de 1976, en la primera emisión de su programa de TV  El chupete, hizo aparece a un locutor que dio un comunicado diciendo que Olmedo había desaparecido. El programa fue levantado pero de alguna manera anticipó los conceptos “desaparición” y “comunicado”, poniendo en primer plano el temor a la muerte en un momento tremendo.

Ya en democracia,  el dúo Los Vergara ( los hermanos Korol) son de los primeros en llevar el humor al grafitti, aprovechando la pintada política: “si Evita viviera Isabel sería soltera” o “Patria querida por favor dame un político como el Sargento García”.

El libro también muestra el aprovechamiento político del humor: por ejemplo,Menem cerrando su campaña del 95 en Videomatch y De la Rúa haciendo un papelón memorable en ese programa, confundiendo todo y siendo defendido por el oso Arturo ante el apriete de un joven que lo increpó en vivo reclamando por los presos de La Tablada. Patético.

En fin, un libro perfecto para mirar el pasado desde el humor.

AB

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