Bajo fuertes chaparrones o leves lloviznas, con unos ratitos de sol y cambios abruptos de temperatura pero siempre pacientes, amables y sonrientes, los pobladores de Bogotá se movilizaban la tarde de este domingo para acudir masivamente a votar en las elecciones presidenciales colombianas.
Desde muy tempano, incluso antes de las 8 (las 10 en la Argentina), cuando se abrían las mesas electorales, miles de bogotanas y bogotanos invadieron las calles de esta ciudad de 1.775 kilómetros cuadrados para llevar a cabo el viejo y saludable rito de votar, aún cuando en Colombia esta práctica no es obligatoria.
A 2.625 metros sobre el nivel del mar -la capital más alta del mundo detrás de La Paz y Quito- Bogotá tiene un clima caribeño que presenta al visitante una amplia gama de situaciones que van, a veces sólo en pocos minutos, de la lluvia torrencial al cielo abierto y soleado.
Por ello los habitantes de la capital colombiana no se sorprendían por la mañana cuando los chubascos los hacían correr hacia las veredas, más reparadas, hasta que cerca de las 11 de la mañana el cielo se abrió y una temperatura de 16 grados creó las mejores condiciones para el desplazamiento ciudadano.
Uno de los centros de votación más grandes de Bogotá es Corferias, un gigantesco centro de exposiciones que se supo utilizar también en la campaña de vacunación contra el Covid ubicado en el barrio La Esperanza, en el sur de la ciudad.
En este lugar 557.031 ciudadanos estaban habilitados para votar en 467 mesas, según información de la Registraduría Nacional, el organismo nacional a cargo de la organización de los comicios.
La zona está atravesada por la avenida del mismo nombre -también llamada Avenida Calle 24 o Avenida Luis Carlos Galán-, que desde temprano quedó sólo habilitada para el desplazamiento a pie y se llenó de puestos de venta de comestibles para abastecer el apetito de miles y miles de votantes que la transitaban para llegar al centro de exposiciones.
A 6.000 pesos colombianos (2,3 dólares) los choclos tostados y las brochettes de res y vegetales, y 5.000 las hamburguesas, los vendedores iban haciendo su paciente recaudación, positiva según sus previsiones a pesar de la numerosa competencia.
“Es una buena oportunidad de hacer unos ‘pesicos’, la situación está difícil”, comentó una comerciante a Télam mientras embadurnaba con una salsa bien colorada y picante una de las brochettes, a pedido de un cliente,
Mientras, el centro de votación continuaba recibiendo a los miles de ciudadanos, algunos ya decididos en su elección y otros todavía sin haber alcanzado definición alguna.
Gustavo Petro, el candidato de una amplia coalición de izquierda señalado como favorito en todos los sondeos para alcanzar el primer puesto, los ha invitado a votar por un cambio en el rumbo del país frente a la tradicional política conservadora de la derecha y centroderecha colombiana, signo político que siempre ha gobernado el país desde la preponderancia de los partidos Liberal y Conservador.
Federico “Fico” Gutiérrez, mientras tanto, desde una coalición de derecha les ha ofrecido un gobierno que implique hacer un “cambio seguro” respecto de la devaluada gestión del presidente Iván Duque, marcada por una profundización de la pobreza y una crisis alimentaria inédita en este país, rico en la producción agropecuaria.
Rodolfo Hernández, por su parte, ha tendido puentes con los votantes desde un perfil de outsider o “antipolítica” tratando de convencer a aquellos ciudadanos que rechazan a los políticos tradicionales, aunque fue alcalde de Bucaramanga.
Y Sergio Fajardo intenta convocarlos desde una propuesta de centro que, de acuerdo con los sondeos, sería víctima de una fuerte polarización entre la oferta de Petro y las dos opciones de derecha, que podrían pelear voto a voto el segundo puesto que los llevaría a un balotaje.
“Estaba complicado, pero al final me decidí por Hernández”, “Yo voté a Petro convencida, basta de estas políticas de hambre”, “Me siento identificado con Fico, creo que Petro nos quiere convertir en Venezuela”, fueron algunas de las frases de los votantes que se prestaron a la confesión frente a Télam.
Una muestra más o menos similar a lo que el cronista venía escuchando en charlas informales con taxistas, mozos y algunos ciudadanos de a pie.
Jorge Pailhé - Télam