Existen algunas realidades contraintuitivas vinculadas con las bebidas. Por ejemplo, el hecho de que la cerveza –una de las bebidas que más se consumen cuando hace calor– no sirve para hidratar el organismo, sino que logra lo contrario: lo deshidrata. Ese efecto se debe a su carácter diurético, que hace que, con la orina, el cuerpo pierda más líquido que el que gana al beber.
Otra de esas aparentes paradojas es la relacionada con la temperatura de los líquidos que se ingieren. Más allá de que ciertas bebidas siempre se toman frías (como la misma cerveza, las gaseosas, etc.), mucha gente suele tomar frías también las bebidas que por lo general se toman calientes. En particular, las infusiones.
Sin embargo, la ciencia explica que en realidad las bebidas calientes refrescan el cuerpo más que las frías. ¿Cuál es la explicación de este fenómeno? Tiene que ver con el cuerpo humano, su temperatura normal y cómo reacciona al tomar bebidas frías.
Bebidas muy frías, más trabajo para el organismo
La temperatura corporal normal se encuentra entre los 36 y 37 ºC. Las bebidas frías, en tanto, se hallan por debajo de los 10 ºC, a menudo cerca del cero. Cuando una persona ingiere una bebida a estas temperaturas tan bajas, su organismo debe asimilarla. Si hace mucho calor, en un primer momento la sensación es de placer, pero luego el cuerpo debe “ponerse a trabajar” para recuperar su temperatura normal.
Ese trabajo que el cuerpo debe realizar para mantener su temperatura normal implica un gasto extra de energía. Un gasto extra que, después del placer inicial producido por lo refrescante de la bebida, termina produciendo una mayor sensación de calor. Es decir, tomar bebidas frías resulta contraproducente: sus efectos son los opuestos a los deseados. Y cuanta más cantidad se beba, más se acentuará esa sensación.
Por el contrario, si la bebida que se ingiere está caliente, el cuerpo debe realizar un trabajo inverso: refrescarse. Y el mecanismo natural que tiene para hacerlo es el sudor. Cuando el cuerpo transpira, evapora agua y, de ese modo, se reduce la temperatura corporal. Debido a ello, tras una sensación inicial de calor al beber algo caliente, lo que llega después es una sensación de frescor.
Sudor para que el cuerpo se refresque
Este fenómeno fue comprobado en 2012, a través de un estudio realizado por científicos de la Universidad de Ottawa, en Canadá. No obstante, los propios investigadores se encargaron de aclarar que, para que el resultado refrescante se produzca, deben darse las condiciones necesarias para que, en efecto, la persona sude. En caso contrario, el resultado sí será el que la intuición propone: la bebida caliente le producirá más calor.
El principal motivo por el cual una persona puede no transpirar lo necesario para refrescarse es que ya esté sudando demasiado, ya sea porque hay mucha humedad en el ambiente, porque está realizando ejercicio físico o porque tiene demasiada ropa. En esas condiciones, entonces, tomar una bebida caliente es una mala idea.
Por lo demás, tampoco se debe perder de vista que ingerir líquidos muy calientes puede resultar dañino. En concreto, tomar infusiones a una temperatura superior a los 65 ºC (un hábito común en países como China y Turquía y en vastas regiones de América del Sur, entre otras) aumentan las probabilidades de contraer cáncer de esófago, según han concluido numerosas investigaciones. También conviene tomar recaudos en ese sentido.
Una correcta hidratación, fundamental
En definitiva, aunque haga mucho calor, lo recomendable es beber las infusiones calientes (si están dadas las condiciones para poder sudar) o a temperatura ambiente. Cuanto más cerca está la temperatura del líquido ingerido a la temperatura corporal, menor será el esfuerzo energético y, en consecuencia, menor la sensación de calor originada por el propio acto de beber.
De esa forma, se pueden aprovechar para hidratar el organismo sin generar unos gastos energéticos innecesarios. Y además, en el caso de infusiones como el café, tomarlo caliente permite disfrutar al máximo de todas sus cualidades, muchas de las cuales se pierden (sobre todo su sabor amargo y su aroma) cuando se toman con hielo.
No esperar a sentir sed
En épocas de tanto calor como las actuales es fundamental consumir mucho líquido para evitar la deshidratación. Hay que beber líquidos antes de sentir sed, ya que la sensación de sed es una especie de alerta que se activa cuando el cuerpo ya ha perdido entre 1 y 1,5 % del líquido corporal. Es decir, cuando el organismo ya ha comenzado a experimentar -levemente- el proceso de deshidratación.
Para los adultos mayores, el riesgo de sufrir deshidratación se ve incrementado por el hecho de que, en la última etapa de la vida, la sensación de sed disminuye. Y si para una persona más joven beber líquido solo al sentir sed es negativo, para una persona mayor lo es aún más: la sed será señal de que la deshidratación ya ha avanzado más en su organismo. Por eso, las infusiones, que en general se toman por hábito y no porque se tenga sed, pueden ser buenos instrumentos para prevenir este riesgo tan común en esta época del año.
CV