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Las microalgas son, como su nombre indica, las algas más pequeñas. A menudo, organismos unicelulares que prosperan en agua salada o dulce y obtienen su energía de la fotosíntesis. En los últimos, años han generado un importante interés porque que se trata de organismos vegetales con gran capacidad para adaptarse a los cambios que se producen en su entorno sin dañarlo.
Actualmente son sustancias muy valoradas en la industria cosmética, farmacéutica y energética y, pese a que su presencia como alimento en las dietas todavía es anecdótica, poseen un gran potencial productivo cuando hablamos de explorar nuevas fuentes de proteínas e ingredientes naturales.
Y es que las fuentes de proteínas de origen vegetal constituyen un componente importante en la producción de alimentos vegetarianos. En este contexto, las algas representan una posibilidad interesante para suplir la demanda proteica y usarlas en el ámbito de sustitutos de pescados y mariscos.
¿Por qué son importantes estos hallazgos? Si no cambian las cosas, se estima que se necesitará un aumento del 70% en la producción de alimentos para la creciente población en todo el mundo (unos 2.300 millones para el año 2050), según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Estudios recientes indican que el sistema actual solo puede alimentar a una población de 3.400 millones de personas. Por este motivo, la ONU apuesta por mejorar los sistemas alimentarios actuales con nuevas ideas y decisiones y compromisos distintos. Y ahí es donde entran las microalgas.
Aplicaciones prometedoras de las microalgas
Como hemos visto, la producción mundial de microalgas se destina sobre todo con fines energéticos. Principalmente, para obtener biodiésel y otros biocombustibles como bioetanol, biometano, biohidrógeno y generar calor y electricidad, el de la alimentación es otro ámbito a explotar.
A día de hoy, las especies que se cultivan para el consumo humano son Chlorella, Spirulina y Dunaliella, que crecen en estanques en zonas seleccionadas para ser inmunes a la contaminación de otras algas y protozoos.
El interés que han generado para una alimentación sostenible ha llevado a desarrollar estudios que demuestran que las microalgas tienen capacidad de producir aminoácidos y antioxidantes.
Las microalgas son importantes por su contenido en:
- Carotenoides: se calcula que el promedio en las algas de carotenoides es de entre 0,1% y 2%, aunque en condiciones de alta salinidad la especie Dunaliella puede llegar a acumular hasta un 14% de betacaroteno.
- Ácidos grasos poliinsaturados: el contenido en microalgas puede competir perfectamente con el que contiene el pescado y sus aceites. Pero un punto a favor es que pueden usarse los de las microalgas como aditivos a leches infantiles y a pollos para que, por ejemplo, produzcan huevos enriquecidos con omega 3.
- Proteínas: las microalgas se han considerado durante mucho tiempo una forma prometedora de aportar proteínas. Aunque su contenido varía en función de la especie y de las condiciones de producción y se sitúa entre un 30-80%. Según una investigación, Chlorella contiene un 51-58% de proteína; Spirulina platensis, un 60-71% y Dunaliella salina, entre 50-80%. Estos datos demuestran que el contenido de proteína en microalgas es más alto que el que contiene el pollo (24%) o el pescado (también 24%)
- Vitaminas y minerales: las microalgas son importantes por su alto contenido en vitaminas A, C, E, y B12 (que se encuentra principalmente en productos animales) así como de minerales tan esenciales para la salud humana como magnesio, sodio, calcio y potasio.
La capacidad para conseguir producir otros compuestos de interés para el ser humano ha permitido, por ejemplo, que un grupo de expertos desarrollaran un pan sin gluten, al que se le añaden ciertas especies de microalgas (como Alaria Esculenta) que aumentan de manera exponencial su contenido en proteínas, hierro, calcio y ácidos grasos.
Principales desafíos de las microalgas
Ya conocemos algunos de los beneficios más importantes de las microalgas, tanto en términos de proteínas como de nutrientes que contienen y de producción (además de su alto contenido en proteínas, tienen una rápida tasa de crecimiento y son capaces de sobrevivir en condiciones adversas).
Su desarrollo ha permitido acabar con uno de los problemas del uso de algas, como su fuerte sabor y un cierto aspecto desagradable, entre negras y verdosas, que disminuye las ganas de comer.
La especie Chlorella, cultivada en la oscuridad, permite que la clorofila se desarrolle menos, lo que atenúa también el sabor tan fuerte. Pero a pesar del alto contenido de proteínas y la favorable composición de aminoácidos, el uso directo de la biomasa de microalgas como proteína también está limitada por su digestibilidad.
Pese a estos límites, las fuentes de proteínas como las microalgas abren posibilidades para usar sistemas de producción sostenibles y explorar una variedad de funcionalidades de proteínas alternativas a la carne, los huevos y los productos lácteos.
M.Ch.