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Acuerdo con el FMI

El día que se rompió la calma: inflación en alza, dólares que se van y un Milei blindado en la Rosada

Pulgares arriba: todo el gabinete imitó a Milei en la foto de este jueves.

Pedro Lacour

11 de abril de 2025 17:50 h

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Javier Milei decidió no refugiarse en Olivos este viernes. En lugar de eso, desde las 15.40 se encerró en la Casa Rosada, donde reunió a casi todo su gabinete para enfrentar uno de los días más delicados desde que asumió. El dato de inflación de marzo, que el Indec difundió a las cuatro de la tarde, fue un mazazo: 3,7%, el peor número desde agosto del año pasado. Un golpe directo al único éxito que el Gobierno venía esgrimiendo como victoria propia.

Ya desde la mañana, quizás intuyendo lo que podía suceder, el Presidente había buscado cambiar el foco: convocó a sus ministros a Balcarce 50 para rodearse de su equipo en una puesta en escena planificada hasta el último detalle por su hermana Karina, justo cuando se esperaba la confirmación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 20.000 millones de dólares.

La secuencia no fue improvisada. Desde temprano, en los pasillos del poder se hablaba de un “superviernes” y de una imagen institucional para compensar el posible mal trago inflacionario. Como en diciembre, cuando celebró su primer año de gobierno rodeado de sus funcionarios, Milei apeló a la coreografía. Esta vez no hubo mensaje grabado, pero sí una escenografía cuidadosamente orquestada: el Salón Blanco como escenario, ministros ingresando por la explanada, y la expectativa por un anuncio internacional que el Gobierno pretende convertir en oxígeno político.

La reunión, convocada para las 17, una hora después del parte del Indec, incluye al jefe de Gabinete, Guillermo Francos; a los ministros Caputo, Sturzenegger, Bullrich, Pettovello, Cúneo Libarona, Lugones y Petri; y al canciller Werthein. También se sumaron Martín Menem, Manuel Adorni, María Ibarzábal Murphy y, como siempre, Santiago Caputo, el artesano del relato oficial. El mensaje interno era claro: mostrar que el Presidente no está solo, que el equipo sigue en pie, y que el acuerdo con el FMI es más importante que el revés inflacionario.

Pero incluso en ese intento de control narrativo, el Gobierno dejó filtrar señales contradictorias. A 24 horas del show en Balcarce 50, Luis Caputo se sinceró en público: a través de un comunicado sobre la renovación del swap con China, aseguró que el régimen cambiario actual “no es consistente ni sostenible”. Un sincericidio, o una maniobra de autodefensa, que terminó dándole la razón a los mismos economistas que el oficialismo venía tildando de “mandriles”.

El dato no es menor: el FMI exige como condición un salto devaluatorio inicial y luego avanzar hacia un esquema de flotación libre del dólar. En la Casa Rosada quieren posponerlo hasta después de las elecciones de octubre. Pero el mercado tiene su propio reloj: este viernes, el Banco Central perdió casi 400 millones de dólares de reservas en una sola jornada.

Ese dato reforzó la percepción de que el acuerdo con el Fondo —que todavía no había sido comunicado oficialmente al cierre de esta nota— llega con una hoja de ruta que Milei y Caputo preferirían no transparentar del todo. En principio, el programa incluye metas duras sobre tipo de cambio, emisión, déficit y reservas netas del BCRA. Pero lo que está en discusión es el timing. Por eso, en paralelo a la escenificación oficialista, crece la expectativa por una salida del cepo entre julio y agosto, como dejaron trascender en los últimos días desde el entorno presidencial.

En paralelo, como para sumar tensión al clima político, este mismo viernes se terminó de definir la conformación de la comisión investigadora en Diputados sobre el caso $LIBRA, que apunta a interpelar a los principales ministros del gabinete. Y desde Washington llegó otra señal política: el lunes desembarcará en Buenos Aires el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, enviado del gobierno de Donald Trump, el principal aliado internacional de Milei. En la intimidad del Gobierno, la expectativa no sólo pasa por la aprobación formal del board del FMI, sino por la chance de anunciar también fondos adicionales del Banco Mundial u otros organismos multilaterales.

Con una economía frágil, reservas en baja y un frente político cada vez más áspero, el Presidente apuesta todo al acuerdo con el FMI. Quiere que funcione como escudo ante la inflación y como argumento para sostener su plan de dolarización, que sigue sin fecha. Pero más allá de la foto, y del acting institucional, el problema sigue siendo el mismo: el dólar no sube porque sí. Y el número del Indec fue una advertencia.

PL/MG

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