Alemania encara la recta final de la campaña de una de sus elecciones más abiertas e inciertas de los últimos tiempos. Está en juego la sucesión de Angela Merkel, que dice adiós tras casi 16 años al frente del Gobierno federal, con los socialdemócratas como favoritos en las encuestas. “Es una situación bastante única. Quizás son las elecciones más interesantes, atractivas y excitantes de Alemania en los últimos 20 años”, dice a elDiario.es Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Estas son algunas claves de los comicios del próximo domingo, 26 de septiembre:
¿Por qué son tan decisivas estas elecciones?
Las elecciones pondrán punto y final a la era Merkel: pase lo que pase, habrá un nuevo canciller. Y puede producirse un cambio de poder, no solo de gobierno, según explica a elDiario.es Gero Neugebauer, politólogo de la Universidad Libre de Berlín. “Cambio de poder significa que los conservadores podrían perder el poder, es decir, el cargo de canciller, después de 16 años y podrían pasar a ser un partido en la oposición, un cambio de gobierno significa que mantendrían el cargo pero tendrían que buscar nuevos socios para formar una coalición”.
Alemania es el país más poblado y la mayor economía de la Unión Europea. En general, la UE se mueve al ritmo que marca Berlín. La salida de Merkel va a dejar un vacío en el bloque que muchos ya se están preguntando cómo se va a llenar. “Las elecciones alemanas no solo deciden el futuro del país sino también los equilibrios de poder en la UE. Merkel ha ejercido un liderazgo decisivo en las múltiples crisis que hemos vivido en los últimos años”, dice Carme Colomina, investigadora principal de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs).
Más allá de la UE, Alemania es un gran actor global, miembro del G7 y del G20. “Es una de las economías más importantes, pero ha sido tradicionalmente recelosa de tomar iniciativas de política exterior. Es una Alemania que, con Merkel, ha intentado llevarse más o menos bien con Rusia y China, no tener una posición dura con esas dos potencias”, dice Otero.
¿Qué se vota?
En las elecciones generales del 26 de septiembre, Alemania elige a los diputados de la cámara baja del Parlamento (Bundestag). Los miembros del nuevo Bundestag eligen al jefe de Gobierno, el canciller.
¿Cómo funciona el sistema electoral alemán?
El país usa un sistema de representación proporcional mixta algo complejo. Cuando los alemanes acuden a las urnas, tienen dos votos, y pueden dividirlo. El primero es para elegir al candidato de su distrito –hay 299 distritos–. Gana el candidato más votado en cada uno de ellos, que tiene garantizado un escaño en el Bundestag. Es decir, 299 diputados se eligen directamente. En el segundo voto, el sistema es distinto. Los ciudadanos votan una lista cerrada de los partidos en los 16 Länder (estados federados) y el número de escaños que corresponden a cada formación es proporcional al porcentaje de votos que ha cosechado. Esta es la votación más importante, ya que determina la relación de fuerzas de los partidos en la cámara. Para entrar en el Bundestag, los partidos tienen que obtener, como mínimo, el 5% de los segundos votos o al menos tres escaños de los 299 distritos.
Teniendo en cuenta los 299 diputados elegidos en el primer voto, se ajusta el número de parlamentarios. En general, es necesario aumentar el tamaño del Bundestag durante el proceso para asegurar que cada partido reciba su número mínimo garantizado de asientos cuando se reparten: en la actualidad, por ejemplo, no tiene 598 escaños (su mínimo oficial), sino 709.
Si un partido saca más candidatos de distrito (primer voto) que escaños en el segundo voto, se queda con esos escaños “extra”. Para solucionar la sobrerrepresentación que esto genera, se aumenta proporcionalmente los asientos en la cámara y otros partidos obtienen también más escaños para compensar. El objetivo es mantener la relación de fuerzas. Un ejemplo que pone la BBC: la Unión Demócrata Cristiana (CDU) obtiene 110 escaños en los votos por distrito y 100 en el voto por listas. En este caso, la CDU tendría 10 escaños más de los que le corresponderían según su proporción en el segundo voto. La CDU conserva esos 10 escaños “extra” y también se incrementa el número de representantes de todos los demás partidos.
¿Cuándo sabremos los resultados?
Poco después de que se cierre la votación el domingo, a las 18:00 horas, se empezarán a conocer las primeras proyecciones. Es probable que los resultados oficiales no estén hasta las primeras horas del lunes, “entre las 5 y las 6 de la mañana”, según ha estimado el comisario electoral federal.
Durante la noche electoral, es tradición que se celebre lo que se llama popularmente la “ronda de los elefantes”. Se trata de un debate televisivo en el que participan los líderes de los partidos políticos. En él comentan los resultados y debaten posibles acercamientos. Por lo general, el tono del debate es civilizado, pero puede tornarse beligerante, especialmente cuando los resultados no son concluyentes, como explica Politico.
Y después, ¿qué?
Tras conocerse los resultados, los políticos se sumergen en las conversaciones y negociaciones para llegar a un acuerdo de coalición para formar gobierno, lo que puede extenderse durante semanas e incluso meses. Tras las elecciones de septiembre de 2017, no hubo un nuevo gobierno hasta marzo. No hay límite legal de tiempo para la formación del gobierno. El actual Ejecutivo permanecerá en funciones, por lo que se espera que Merkel aún tenga que quedarse en el cargo durante un tiempo.
¿Quiénes son los principales candidatos?
Tres partidos han nombrado candidatos oficiales para reemplazar a la canciller saliente: la CDU ha presentado a su líder, Armin Laschet, el SPD, al actual ministro de Hacienda y vicecanciller, Olaf Scholz, y los Verdes, a su colíder, Annalena Baerbock.
¿Cómo van las encuestas?
Los tres partidos han tomado la delantera en las encuestas en distintas etapas. En primavera, los Verdes tuvieron un gran comienzo y lograron encabezar brevemente los sondeos. Posteriormente, los conservadores de la CDU/CSU se colocaron en cabeza hasta el mes pasado, cuando el Partido Socialdemócrata (SPD) protagonizó su gran remontada. Ahora, el SPD lidera las encuestas con cerca del 25% en intención de voto, seguido por el bloque conservador (CDU y su hermana de Baviera, CSU), con el 21%, y los Verdes, que rondan el 16%.
“A día de hoy, las elecciones están más abiertas que nunca en el siglo XXI. Pero las tendencias que hemos visto desde finales de agosto, la subida del SPD, parece que se están consolidando”, dice Guillermo Íñiguez, analista de política europea. “Puede pasar de todo, pero Olaf Scholz lo tiene muy a favor para quedar primero, otra cosa es gobernar luego”.
¿A qué se debe la subida de los socialdemócratas?
A pesar de que en Alemania no se vota directamente al canciller, la figura de los candidatos ha tenido un peso creciente y esto está beneficiando a los socialdemócratas, que han dado la sorpresa en las encuestas.
Scholz es un político del ala centrista del partido, percibido como experimentado y competente. “Ha conseguido construir un perfil de político con experiencia de gobierno. Su prioridad es mantener la imagen de solidez y estabilidad”, dice Colomina. Es, además, una figura conocida. Ha sido el vicecanciller que “ha salido todas las semanas durante el último año diciendo que se van a inyectar millones de euros en la economía, ha tenido una plataforma interesante”, añade Íñiguez.
También ha tenido la capacidad de presentarse ante la opinión pública como el heredero de Merkel y ha entrado en la lucha por capitalizar su legado. “Es un líder discreto pero a la vez eficaz”, prosigue el analista. “Quizás, de los tres, Scholz es el más 'presidencial', el más merkeliano. Merkel ha dicho que es difícil ser merkeliano si eres del SPD, pero ella ha incorporado muchas políticas de la socialdemocracia, ha estado en coalición con ellos y ha girado mucho más al centro. La ironía es que el candidato de la CDU es menos merkeliano que el del SPD”, dice Otero.
Los analistas coinciden en que Scholz se ha visto favorecido por los errores de sus contrincantes. “Tiene un partido que lo apoya sin criticarlo, y su fuerza también ha sido los fracasos y la debilidad de sus rivales y sus estrategias de campaña equivocadas”, dice Neugebauer. También ha sabido jugar bien sus cartas, al no cometer grandes fallos propios.
¿Y que ha pasado con los otros dos candidatos?
El candidato de la CDU y primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Laschet, se ha mostrado propenso a las meteduras de pata –por ejemplo, fue captado por las cámaras riéndose durante una visita a una zona devastada por las inundaciones de julio– y débil dentro de su propio partido. “Ha sido víctima de sus propios errores y de la división interna de los suyos”, dice Colomina. Otero cree que, ya de por sí, era un candidato “bastante gris”, y no ha sabido rentabilizar la popularidad y la labor de Merkel.
La candidata de los Verdes, Baerbock, perdió popularidad tras recibir acusaciones de plagio en su libro e imprecisiones de su currículum, y el partido se ha desinflado en las encuestas. “Los Verdes llegan anímicamente tocados a este final de campaña porque empezaron con unas expectativas altísimas y después su intención de voto cayó un poco”, dice la investigadora de CIDOB.
En cualquier caso, de confirmarse lo pronosticado, los Verdes van a mejorar mucho sus resultados y estas elecciones pueden significar su retorno al gobierno federal, ya que figuran entre los socios de coalición preferidos. Neugebauer recuerda que la formación ecologista ha cambiado su perfil y se ha abierto a una parte más amplia de la sociedad. “De este modo, han pasado del centro-izquierda al centro del sistema de partidos alemán y también del electorado. Esto significa que se han convertido en una amenaza para el SPD y la CDU/CSU”.
¿Y los otros partidos?
Los liberales (FDP), cuartos en las encuestas, también están muy interesados en volver al gobierno federal, deseosos de recuperar el papel histórico de partido bisagra que ejercieron durante mucho tiempo, “antes de quedar prácticamente borrados del mapa”, recuerda Colomina. “Para los liberales, el escenario perfecto es que los necesiten tanto el SPD como CDU para 'venderse al mejor postor'. Van a apostar muy fuerte por las carteras económicas”, dice Íñiguez.
La izquierda, Die Linke, es un partido minoritario, cuya intención de voto ronda el 6%. “Die Linke está deseando entrar en el gobierno para salir de la irrelevancia política en la que están, no han recibido mucha atención en campaña. Su gran esperanza es que el SPD dependa de ellos”, dice el analista.
¿Qué pasa con la ultraderecha?
La ultraderecha, Alternativa para Alemania (AfD), que se convirtió en 2017 en la tercera fuerza nacional, ahora parece que ha perdido algo de fuelle. Las encuestas le dan cerca de un 11%. “Llegan habiendo tocado su techo electoral, un poco desgastados: llevan cuatro años de guerra civil interna entre los más conservadores y los más ultraderechistas; se han movido muy mal en las instituciones, y en esta campaña se han centrado en temas que no movilizan voto más allá de su base electoral: no es seria la propuesta de salirse de la UE, por ejemplo”, indica Íñiguez.
Colomina cree que, para AfD, la polarización por la pandemia es una “oportunidad”, aunque los sondeos le otorguen un resultado inferior al de 2017. “Sin embargo, su objetivo político está más allá del Bundestag: el partido espera mantener y consolidar su fuerza regional en estados federados como Sajonia o Turingia”.
De todos modos, la política alemana mantiene un estricto cordón sanitario a la formación de ultraderecha: pactar con ellos no es una opción.
Entonces, ¿qué coaliciones son posibles?
Las encuestas actuales apuntan a que el nuevo gobierno alemán puede necesitar tres partidos diferentes. Dependerá de los números.
Una de las principales combinaciones sobre la mesa es la coalición “semáforo” (por los colores tradicionales de los partidos) entre SPD (rojo), Verdes y liberales (amarillo). Es por la que se inclina Scholz.
También se menciona la coalición “Jamaica”, con CDU-CSU (negro), Verdes y liberales. “Esta alternativa es posible pero poco probable”, dice Neugebauer. Íñiguez cree que (dependiendo de los resultados), si Laschet ve que esta coalición es probable, hará “todo lo posible” para que eso ocurra. “La CDU está desesperada por no verse en la oposición”.
Los conservadores están basando parte de su campaña en agitar el miedo a un tripartito de izquierdas, “rojo-verde-rojo”, formado por el SPD, Verdes y Die Linke –alianza que ya existe en algunos estados federados, entre ellos Berlín–. “Esto no sucederá”, zanja el politólogo alemán. “No creo que sea la primera opción de Scholz, pero si fuera la única opción viable, no tengo dudas de que habría algún tipo de acuerdo”, dice Íñiguez.
Tampoco se sabe si van a dar los números para repetir una “gran coalición” (SPD-CDU/CSU), y de dar, los analistas consultados no lo ven muy viable, políticamente hablando. “En principio no creo que lo vuelvan a intentar, después de Merkel sería difícil”, dice Otero. Otras combinaciones que se barajan, “Kenia” y “Alemania”, incluyen a los dos partidos tradicionales con Verdes y liberales, respectivamente.
¿Qué papel puede jugar el voto por correo?
Se espera que juegue un papel mayor, porque se dice que cerca del 50% prefiere el voto por correo o anticipado. El proceso ya ha comenzado. “Puede robar días de remontada a la CDU. Los que votan por correo con antelación no son los indecisos, normalmente. Pero si la mitad del electorado va a votar días antes, no hay tanto margen para un esprint en la semana final”, dice Íñiguez.
Los indecisos, indica el analista, se sitúan en torno a un 15%, con los tres principales partidos luchando por el centro político. Neugebauer explica que los votantes se comportan de forma más volátil que antes, “lo que significa que pueden votar a un partido al que antes no favorecían, y pueden cambiar a uno nuevo la próxima vez, lo que redujo el apoyo al SPD y podría reducir el de los conservadores”.
¿Y Merkel?
La caída en los sondeos del candidato conservador ha movilizado a la canciller, que de pronto se ha visto inmersa en la campaña en los últimos momentos del mandato. “Para cuando ha querido intervenir, estaba ya un poco fuera de juego”, dice Íñiguez. “Merkel nunca ha querido inmiscuirse en quién iba a ser su sucesor. Pero cuando ha visto la hecatombe que se puede avecinar, ha intentado meterse. Usó su último pleno del Bundestag para hacer campaña por Laschet y criticar a su propio vicecanciller”.
Parte del “descalabro” de la CDU, opina Otero, tiene que ver con lo “difícil” que es llenar el vacío que deja la líder alemana, que se marcha siendo la política mejor valorada. “Merkel ha construido un liderazgo que desborda los límites de su propio partido. De ahí que las elecciones a la cancillería para decidir su sucesión sean de las más abiertas e inciertas de los últimos años”, dice Colomina.