El canciller alemán, Olaf Scholz, ha anunciado este martes el bloqueo de la certificación del gasoducto Nord Stream 2, como respuesta a la iniciativa del presidente ruso, Vladímir Putin, de reconocer a los territorios separatistas prorrusos de Ucrania. El proyecto pretendía transportar gas de Rusia a Alemania sin pasar por territorio ucraniano, por lo que su aprobación conllevaba consecuencias geoestratégicas.
“No puede haber certificación” de esa infraestructura, ha afirmado Scholz en una comparecencia ante la prensa en Berlín en la que ha asegurado que “la situación ha cambiado” tras el reconocimiento por parte de Moscú de las autoproclamadas repúblicas prorrusas del Donbás. Scholz ha dicho que el Gobierno alemán y los de sus socios de la Unión Europea anunciarán “de manera coordinada” durante este martes las sanciones que impondrán a Rusia por lo que denominó una “ruptura” de Rusia de los acuerdos internacionales firmados por Moscú en las últimas décadas.
Tanto desde Estados Unidos como desde el propio gobierno de coalición tripartito alemán que preside el socialdemócrata Scholz -especialmente, entre los socios Verdes, contrarios a ese gasoducto desde antes de entrar en el Gobierno- se había dado por hecho que no entraría en funcionamiento el acuerdo de certificación, en caso de avance de tropas rusas.
El gasoducto había generado discusión política prácticamente desde su gestación justamente por el temor, sobre todo en el este de Europa, de que crease una dependencia energética de Rusia. La primera en vincular a posibles sanciones la entrada en funcionamiento del gasoducto, cuya construcción culminó en 2021, fue la ministra de Asuntos Exteriores, la verde Annalena Baerbock.
En caso de una nueva agresión rusa contra Ucrania, “tenemos a disposición una gama de respuestas que incluyen a Nord Stream II”, afirmó en una intervención desde el Parlamento, en enero.
Scholz había esquivado hasta ahora cualquier pregunta al respecto, aunque había recordado el acuerdo alcanzado con EEUU, por el que Washington retiró la amenaza de sanciones sobre el gasoducto, cuando la canciller democristiana Angela Merkel todavía estaba en el poder y que implicaba que no entraría en funcionamiento en caso de un ataque ruso a Ucrania.
Nord Stream es un sistema de dos gasoductos para transportar gas ruso desde Siberia hasta Alemania y Europa. Nord Stream 1 empezó a funcionar en 2011 y Nord Stream 2 está terminado desde septiembre pero necesita el visto bueno alemán para funcionar.
Tras el reconocimiento por parte de Putin de los territorios separatistas prorrusos, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, había insistido este martes en que las sanciones estudiadas por los países europeos debían “incluir la detención total del Nord Stream 2”, el gasoducto ruso que preveía transportar gas de Rusia a Alemania sin pasar por territorio ucraniano.
¿Qué es Nord Stream?
Anunciado en 2015, el gasoducto de 11 mil millones de dólares del gigante Gazprom, la empresa estatal rusa, ha sido construido para llevar gas del oeste de Siberia, duplicando la capacidad del gasoducto ya existente, Nord Stream 1, que abastece a 26 millones de hogares alemanes por un precio asequible, según informó The Guardian.
Nord Stream es un sistema para transportar gas de Rusia a Alemania y otros países europeos a través del Báltico y consta de dos gasoductos: Nord Stream 1, que empezó a funcionar en 2011, y Nord Stream 2, que se terminó de construir el año pasado pero que no había recibido aún la licencia para entrar en funcionamiento.
Nord Stream 1 es propiedad de un consorcio cuyo accionista mayoritario, con un 51%, es el gigante ruso Gazprom y el resto se lo reparten Winterhall Dea, E-on, Gasunie y Engie. Nord Stream 2 pertenece en su totalidad a Gazprom. Los planes de crear una vía a través del Báltico para transportar gas a Alemania -con lo que Gazprom se ahorraba pagar derechos por el paso a través de Polonia y Ucrania- se fraguaron en una época de excelentes relaciones entre Rusia y Alemania y entre el canciller socialdemócrata de la época, Gerhard Schröder, y el presidente Vladimir Putin.
Desde que el gasoducto fue propuesto, tan solo un año después de que Putin invadiera Ucrania, Kiev ha hecho una fuerte campaña en contra de su puesta en marcha. El gobierno de Kiev siempre ha temido que, al evitar su propia tubería de gas que conecta a Rusia y Europa, el nuevo gasoducto –que es parte de una estrategia más amplia de Rusia para cortar vínculos con las repúblicas postsoviéticas– privara a Ucrania de los muy necesarios pagos por tarifas de transporte, que equivalen al 4% del PBI ucraniano.
La construcción del gasoducto Nord Stream 2 concluyó en septiembre tras muchas postergaciones y problemas legales. Pero el directorio de Gazprom esperaba el permiso legal definitivo de los agentes reguladores alemanes para comenzar a suministrar gas por la polémica tubería. Ese permiso se había convertido en un tema conflictivo en la nueva coalición de Gobierno alemana, agravado por la amenaza de Putin a la soberanía ucraniana.
Para Alemania la ventaja del transporte a través del Báltico era que le garantizaba el suministro de gas y hacía que este no se viera afectado por posibles conflictos políticos con otros países.
Tanto entonces como ahora, para Alemania era clave asegurarse el suministro de gas ruso debido a que, ante el proceso de abandono de la energía atómica, que se había iniciado en 2002 por decisión del gobierno roji-verde de Schröder, se necesitaban alternativas mientras avanzaba el fomento de las renovables.
Nord Stream 2 respondía al mismo principio de optimizar el transporte de gas ruso hacia Alemania e inicialmente se planteó como proyecto común de Gazprom con varias empresas europeas que, sin embargo, se retiraron del proyecto. A los recelos de varios socios europeos -entre ellos, Francia- se sumaron las amenazas de sanción por parte de EEUU, que finalmente se retiraron tras obtener de Merkel las mencionadas garantías respecto a Ucrania.
La llegada al poder de Scholz al frente de su gobierno tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales, el pasado diciembre, se produjo en pleno recrudecimiento de la crisis ucraniana. Esta situación ha acabado desencadenando el bloqueo de los permisos necesarios para poner en marcha el polémico gasoducto.
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