España y los países bálticos son los únicos miembros de la UE que frenaron la ola de la extrema derecha en el último año
Antes y después del 23J abundaron los análisis que sostienen que los resultados de las elecciones generales en España tienen un significado que trasciende fronteras. Estaba en juego si España vivía o no la ola de otros países europeos en los que la extrema derecha se apuntó varios tantos importantes en los últimos meses, desde la llegada al poder de Georgia Meloni en Italia hasta el acuerdo que apuntala la coalición gobernante de derechas en Finlandia.
Los votantes se decantaron por mantener a raya a Vox, que perdió cientos de miles de votos y no suma mayoría absoluta con el PP, aunque retiene el tercer puesto en el Parlamento. “El impacto simbólico de estas elecciones se dejará sentir en toda Europa, ofreciendo un bienvenido respiro a la narrativa emergente de que las alianzas entre conservadores y extrema derecha son inevitables”, dicen los expertos Kristina Kausch y Vassilis Ntousas en un artículo publicado en la edición europea del medio Politico.
Según el análisis de elDiario.es, que examinó la evolución del porcentaje de voto obtenido por las formaciones populistas de derecha radical en Europa, España es uno de los pocos países de la Unión Europea entre los que celebraron elecciones legislativas el último año donde las fuerzas de extrema derecha han retrocedido en votos, junto a Estonia y Letonia.
Como muestra el siguiente gráfico, la extrema derecha sí avanzó en apoyos en el resto de países miembros de la UE que votaron a lo largo del último año. Sucedió así en Francia, Suecia, Bulgaria, Dinamarca, Grecia y, sobre todo, Italia y Finlandia, donde la extrema derecha gobierna en coalición, como socio mayoritario y minoritario, respectivamente.
Para este análisis, elaborado por primera vez en 2022, se seleccionó la lista de formaciones de derecha radical elaborada por Popu-list, un proyecto de cooperación entre académicos y periodistas iniciado por The Guardian que considera 31 Estados europeos y partidos que ganaron al menos un escaño o el 2% de los votos desde 1989. La lista fue revisada por más de 80 académicos. Para analizar el histórico de datos y partidos así como el porcentaje de votación a las otras familias políticas en cada país, la información se cruzó con la base de datos de ParlGov, que incluye aproximadamente 1.700 partidos y está liderada por académicos de la Universidad de Bremen.
A ello se sumó un análisis propio de este medio para las formaciones muy minoritarias o de reciente creación que no aparecen en Popu-list. Además, hay que tener en cuenta que en muchos casos los partidos no permanecen fijos en el eje izquierda-derecha, sino que van evolucionando y moviéndose según las circunstancias y el contexto. Aunque estas formaciones difieren mucho unas de otras, como por ejemplo Vox y el partido independentista belga Vlaams Belang (Interés Flamenco), sí comparten unas características similares que sitúan a todos en la familia política de la derecha radical populista. El académico Cas Mudde identifica tres grandes elementos comunes en todos ellos: 'nativismo', autoritarismo y populismo.
Baja en España y los bálticos, sube en el resto
El 23J, Vox cayó del 15,07% de sufragios que logró en noviembre de 2019 al 12,4%, y obtuvo 19 diputados menos en el Congreso de los Diputados. La bajada en España fue más significativa que en Estonia, pero aquí la formación de extrema derecha Ekre también se dejó escaños en las parlamentarias de marzo de este año, en las que sacó casi dos puntos menos que en 2019 (16%). No obstante, y a diferencia de Vox, este partido antinmigración escaló del tercer al segundo lugar, por detrás del partido de centroderecha de la actual primera ministra del país báltico, Kaja Kallas.
En la vecina Letonia, las fuerzas del espectro de la derecha radical sacaron en las urnas en octubre de 2022 seis puntos menos que en las anteriores elecciones, con el 19,2% de los votos, la mayoría de ellos para la populista Alianza Nacional (NA) a la cabeza. Pese a la pérdida de apoyo, este partido repitió como socio del gabinete del primer ministro Krisjanis Karins, adjudicándose varios ministros en el Gobierno.
A diferencia de España y los países bálticos, en Francia, las formaciones ultras subieron hasta casi el 23% en las elecciones parlamentarias de junio de 2022 –también lo hicieron unos meses antes en las presidenciales, con resultados históricos–. El crecimiento se produjo a pesar de la división de la derecha radical populista, con el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, por un lado, y Reconquista, del tertuliano Éric Zemmour, por otro.
El siguiente mapa muestra la suma del porcentaje de votos obtenido por todas las candidaturas clasificadas de extrema derecha en las últimas elecciones parlamentarias en cada país europeo.
El 25 septiembre de 2022, las urnas dieron la victoria en Italia a la extrema derecha, que subió hasta el 36% en porcentaje de votos, el grueso de los cuales fueron a parar al partido Hermanos de Italia de la actual primera ministra Giorgia Meloni, a los que se suman los recibidos por la Liga del vicepresidente del Gobierno Matteo Salvini y otra alianza euroescéptica más pequeña, Italia soberana y popular.
Dos semanas antes, Suecia había asistido también a los resultados históricos de la extrema derecha, cuando una formación con raíces neonazis emergió como segunda fuerza parlamentaria con el 20,5% de los votos. Demócratas de Suecia (SD) avanzó tres puntos hasta colocarse como primer partido del bloque de la derecha y actualmente sustenta al Gobierno conservador en el Parlamento, asegurándose una influencia importante en sus políticas.
En el siguiente gráfico se puede observar, en negro, cómo ha evolucionado el voto a partidos de extrema derecha en Suecia y el resto de países europeos.
En la vecina Dinamarca, el porcentaje de voto a partidos ultras subió más de un punto en las elecciones generales de noviembre de 2022, a pesar de que el referente para la derecha xenófoba nórdica, el Partido Popular Danés (DF), perdió mucho fuelle (2,6%). Sin embargo, parte de sus apoyos fueron recogidos por otras dos formaciones, la Nueva Derecha (NB) y el nuevo partido Demócratas de Dinamarca (AE), creado por una polémica exministra de Inmigración.
En Bulgaria, el partido ultranacionalista Renacimiento está sacudiendo la política del país y se situó detrás de los dos grandes partidos en los comicios del pasado abril con el 13,6% de los votos, casi el triple que en 2021. Las de abril fueron las quintas elecciones parlamentarias en dos años del país más pobre de la UE.
Ese mismo mes, Finlandia experimentó el auge de la formación euroescéptica y antimigración Partido de los Finlandeses, que se impuso como segunda fuerza en unos ajustadísimos comicios generales con el 20,1% de los sufragios, más de dos puntos más que en 2019. Ahora pilota junto a los conservadores el Gobierno más derechista de la historia de la historia del país nórdico: aunque no es la primera vez que entra en el Ejecutivo finlandés, ahora tiene más peso. Su líder, Riikka Purra, es vice primera ministra y titular de Hacienda.
La extrema derecha también se vio propulsada en las legislativas del pasado junio en Grecia, aunque de manera fragmentada. Varios partidos pequeños con puntos de vista ultranacionalistas conquistaron casi el 13% de los votos: Espartanos –considerados herederos de Amanecer Dorado–, Solución Griega (EL) y el fundamentalista religioso Victoria (Nikh). Juntos sumaron 34 escaños de los 151 en juego.
La suerte electoral es cambiante
Con los datos sobre la mesa, el comportamiento de la extrema derecha en España en las urnas el pasado domingo no sigue la tendencia observada en muchos otros países europeos en los últimos meses. Sin embargo, Marta Lorimer, investigadora de la London School of Economics and Political Science, es cautelosa a la hora de hacer lecturas sobre la caída de Vox en comparación con partidos similares y considera que sus resultados no permiten extraer “ninguna lección particular en relación con la salud de la extrema derecha en Europa”.
“Simplemente no podemos decir que el declive de Vox signifique el principio del fin de la extrema derecha en Europa. Lo que sí podemos decir es que el declive de Vox sugiere que, como a otros partidos, a los partidos de extrema derecha a veces les va bien y otras veces les va mal debido a una variedad de posibles factores”, dice Lorimer a elDiario.es. “Así que no debemos pensar en su ascenso como algo imparable ni en su declive como algo terminal. Al igual que otros partidos, su suerte electoral puede cambiar de unas elecciones a otras y de un país a otro”.
Si se observa la evolución del voto ultra en los gráficos, hay varios países que volvieron a registrar ascensos de los partidos de derecha radical que habían bajado en votos en citas electorales previas, como Austria, Francia o Finlandia, por reseñar algunos ejemplos.
En este sentido, la experta en extrema derecha explica que hay toda una variedad de factores que ayudan a explicar el éxito o el declive de este tipo de partidos. “A veces descienden porque los partidos mayoritarios consiguen competir con éxito con ellos, a veces pierden ante nuevos competidores, a veces sus temas no figuran entre las principales preocupaciones de los votantes o no aparecen en la campaña política, a veces meten la pata –como hizo Salvini cuando derrocó a su propio Gobierno), parecen díscolos, dicen algo que preocupa tanto a los votantes que pierden la simpatía de algunos de ellos”.
Esencialmente, sostiene, “hay varios factores que intervienen en el éxito de un partido que uno siempre debería analizar caso por caso y, a partir de ahí, identificar si existen patrones”.
Durante muchos años, España fue una anomalía entre los países europeos porque no tenía un partido de extrema derecha relevante. Ya no es así, pero el apoyo que ha recibido Vox es aún menor al que sustenta a otros partidos de derecha radical en el resto del continente. No obstante, hay lugares en Europa donde la extrema derecha aún es inexistente o no tiene representación parlamentaria, como Reino Unido e Irlanda, y otros países más pequeños como Luxemburgo, Malta e Islandia. En el extremo opuesto, con un voto ultra por encima del 50%, están Hungría y Polonia.
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