Como en un fenómeno de avalancha, celebridades del mundo empresarial y de la justicia decidieron verbalizar su apoyo al ex presidente Lula da Silva, para las presidenciales del 2 de octubre. El ex presidente de la Corte Suprema Celso de Mello y varios de sus colegas decidieron apostar al triunfo del candidato de la Coalición de la Esperanza en la primera vuelta. Entre ellos figuran personalidades como Joaquim Barbosa, Nelson Jobim y Carlos Velloso. Todos ellos ocuparon, en distintos períodos, el cargo más elevado del medio judicial.
Los argumentos de los ex ministros del Supremo Tribunal Federal son arrasadores. “Delante de las amenazas del candidato Jair Bolsonaro contra el sistema electoral brasileño, especialmente contra las urnas electrónicas, reconocidas en el exterior como seguras y confiables, mi voto el próximo domingo será para Lula” declaró Velloso en sintonía con los demás. Sin lugar a dudas, las declaraciones de estas personalidades tienen una influencia decisiva en la clase media de las grandes ciudades, donde Lula da Silva ya tiene un buen margen de distancia con sus competidores.
A esa adhesión se acaban de sumar los “top ten” del establishment que la noche del martes estuvieron con el ex mandatario, en una cena que congregó a más de un centenar de empresarios quienes, de hecho, le dieron el aval al político petista.
Organizado por el Grupo Esfera Brasil, en la mansión de Joao Camargo, allí dijeron presente Benjamin Steinbruch (de la Compañía Siderúrgica Nacional), Abilio Diniz (Uno de los dueños de Carrefour), André Esteves (del banco BTG Pactual). No faltó, tampoco, el titular de la Federación de Industrias de San Pablo (FIESP) Josué Gomes, a quien acompañaban el presidente de la Asociación Brasileña de Bancos (FEBRABAN) Isaac Sidney; Fabio Ermirio de Moraes (del grupo Votorantim) y Luiz Carlos Trabuco (del poderoso banco Bradesco). El listado incluyó empresarios que, en un principio, se habían volcado hacia Jair Bolsonaro.
Semejante movimiento debe interpretarse a la luz de las encuestas, que hablan de un “factible” triunfo de Lula ya el próximo domingo. La última publicada ayer, del Instituto Ipec, mostró las chances reales del líder del PT al informar que éste cuenta ya con 52% de los votos válidos, cuando precisa solo 50% más un voto. Pero no solo el pragmatismo guía el interés de los dueños del poder económico. También pesa en ellos una creciente incomodidad con el estilo del actual jefe de Estado; especialmente, la peculiar virulencia de su discurso y la falta de tacto al representar su país en el exterior.
“Gobernabilidad, previsibilidad, confiabilidad”.
Agasajado con aplausos, que se repitieron en distintos momentos, Lula pidió hablar “sin hipocresías” y demandó el compromiso de “sacar a Brasil del fondo del barril en que se encuentra”. El presidenciable, que se juega un tercer mandato luego de ejercerlo dos períodos seguidos entre 2003 y 2010, comanda la fórmula donde figura Geraldo Alckmin como vice.
En la reunión del martes, explicó que su opción por el ex gobernador de San Pablo tuvo un contenido: demostrar que no tiene ninguna sed de venganza por haber ido a prisión en 2018; y garantizar, en simultáneo, la realización de una de sus consignas principales: “gobernabilidad, previsibilidad, confiabilidad”.
Ante los empresarios Lula admitió que se entrena por estas horas para el último debate de los candidatos a presidente, en esta fase de las elecciones, hoy jueves en la emisora O Globo. “Me preparo como un torero que va a enfrentar cinco toros” declaró entre risas de los comensales.
Es cierto que parte de los convidados de ayer estuvo, también, en una cita con Bolsonaro. Pero en este caso, faltaron los comensales más importantes, aquellos que figuran entre los diez más ricos del país. Este dato fue registrado, debidamente, en el universo político, especialmente entre la docena de partidos que integran el “centrón”, es decir, aquel segmento del Congreso que resulta decisivo a la hora de votar proyectos de ley.
La campaña de Bolsonaro sufre por las desistencias de los políticos de ese sector, que dejaron de hacer campaña a favor del jefe de Estado. Eso condujo a la pérdida progresiva de apoyos necesarios en los distintos estados provinciales del país. Forman parte de esos pilares los candidatos a gobernadores, a diputados y a senadores. Y es allí donde se verifica, estos días, una desbandada incontrolable para el entorno presidencial. Para los congresistas del “centrón”, las tácticas económicas trazadas por el ministro Paulo Guedes en esta etapa, explican la animadversión creciente de los votantes por el gobierno actual. Y una prueba, dicen los dirigentes, es el nivel de rechazo a JMB que no deja de aumentar, y que está próximo a 60%. Las declaraciones de Guedes sobre la inexistencia de hambre en Brasil cayeron mal entre sus propios aliados.
Tan importante como la faceta económica, es la política exhalada por el propio presidente, que ha vuelto a amenazar con no respetar el resultado de las urnas. Bolsonaro hizo caso omiso de los consejos dados por su círculo íntimo, que le pidió evitar cualquier argumento discursivo que pudiera alejarlo del electorado de clase media. Hoy comienza a imponerse una frase notable entre los miembros destacados de ese segmento social: “Tenemos que poner fin a estos últimos cuatro años de tragedia”.
CC