Un nuevo estudio del Comité Internacional de la Cruz Roja muestra que el 80% de la población de Gaza pasa la mayor parte de su vida a oscuras, con solo de 10 a 12 horas de electricidad por día. Según la organización humanitaria, esto afecta de lleno a la salud y a la vida diaria de la población.
Un 82% de los encuestados asegura que no puede mantener en frío la comida. Un 27% dice que no puede acceder a ninguna forma de energía alternativa, principalmente generadores, cuando la municipal se va y, de entre ellos, un 91% no se lo puede permitir. Por otro lado, un 57% dice que podría acceder a formas alternativas de energía, pero que no son suficiente para seguir con sus necesidades diarias o de trabajo.
Según el estudio, la escasez crónica de electricidad y los cortes de energía están afectando psicológicamente a la población: un 94% de los gazatíes encuestados aseguran que su salud mental se ha deteriorado por la situación. Además, durante periodos de tensión bélica, como la escalada de las hostilidades del pasado mes de mayo, se dañan infraestructuras que dejan a la población con solo 4 o 5 horas de electricidad por día.
Aun cuando Gaza vive periodos de calma y la electricidad llega a 10 o 12 horas diarias, el calor extremo y las restricciones en el importe de combustible para activar la central eléctrica de Gaza amenazan la salud y la vida diaria de los gazatíes.
En la encuesta, los gazatíes cuentan que la falta de electricidad ha hecho de su vida diaria algo muy difícil, ya desde hace años. Dicen que es casi imposible hacer tareas del hogar: los electrodomésticos no funcionan cuando no hay energía; no hay agua corriente, y los jóvenes no pueden estudiar. Los cortes de suministro, además, contribuyen a la contaminación medioambiental y afectan a los equipamientos sanitarios.
“Tenemos una pequeña batería para alimentar a las luces led y solo podemos recargarla cuando hay electricidad. Solo dura una hora o dos, luego nos quedamos a oscuras. Los led se apagan casi todo el tiempo”, dice Ahmed Darwish, padre de 64 años que vive en el campo de refugiados de Bureij, en declaraciones el Comité Internacional de la Cruz Roja.
“Parece un cementerio cuando no hay luz. Todo negro. Enciendo un candil. Incluso las luces led son insuficientes porque las baterías no están bien cargadas. Además no siempre tengo aceite para el candil y mis hijos no pueden estudiar”, cuenta Mariam Hunaideq, madre de seis que vive en Nahr Al-Barid, en el sur de la Franja de Gaza.
En este sentido, Yousef Al-Sheik, un joven gazatí, asegura que la escasez eléctrica no solo le afecta a los estudios. “Afecta todo: el agua, la colada, la cocina. Hay días que la energía falla durante casi todo el día y vuelve cuando dormimos. Esto no nos sirve. Me gustaría ser ingeniero eléctrico para poder solucionar los problemas de la gente y dejarlos disfrutar de un día completo con electricidad. Ningún niño debería pasar por lo que he pasado yo”, dice.
La falta de electricidad también la sufren los profesores. “Me es muy complicado dar clase con la falta de conexión. Espero hasta que vuelva la electricidad y tenga conexión a internet para poder reanudar mis clases. Corro al ordenador cuando vuelve internet para conectarme con mis alumnos. Este tiempo lo dedico exclusivamente a mis estudiantes”, cuenta Majida Al-Hatou, docente.
La escasez eléctrica también significa que las depuradoras no funcionan y las aguas residuales llegan al mar sin haberse tratado, contaminando así gran parte de la costa de Gaza. De acuerdo con el Comité, esto también acelera la diseminación de bacterias resistentes a los antibióticos, que ponen en peligro la salud de la gente de Gaza y de la población en general.
Mirjam Müllem, directora de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Gaza, cuenta que en contextos urbanos como Gaza, el bienestar de la gente y la salud pública dependen sobre todo de la electricidad, incluso después de los combates. “En 2021, los gazatíes no deberían estar viviendo así. Hacemos un llamamiento a las autoridades implicadas y a la comunidad internacional para que reconozcan la situación y trabajen para mejorarla”, dice Müllem.
La respuesta de la ONU
La ONU pidió la semana pasada a Israel mejoras en el acceso a Gaza para que las organizaciones humanitarias puedan dar respuesta a la crisis que se vive en la franja.
La representante adjunta de Naciones Unidas para la zona, Lynn Hastings, dijo que, más allá de las necesidades humanitarias inmediatas, la capacidad de la ONU y sus socios para apoyar a la población de Gaza con servicios básicos está en riesgo mientras no haya un acceso “regular y predecible” de bienes a la franja.
La responsable de la ONU subrayó que es urgente mejorar la situación en Gaza, donde se calcula que hacen falta entre 345 y 485 millones de dólares a corto plazo para la recuperación y reconstrucción.
En el plano militar, Hastings dijo que el alto el fuego se está manteniendo en general, aunque llamó la atención sobre el lanzamiento de globos incendiarios por parte de milicias palestinas y los bombardeos israelíes en respuesta. También denunció que los episodios violentos continúan siendo habituales en Cisjordania y en Jerusalén Este.